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días de diversión

Otra batalla perdida

Vitoria sigue su retroceso taurino y da la sensación de no saber cómo puede recuperar la feria El único buen tono lo ofreció Miguel Ángel Perera

Perera entra a matar a su primer toro en la corrida del pasado día 6 en Vitoria.
Perera entra a matar a su primer toro en la corrida del pasado día 6 en Vitoria.DAVID AGUILAR (EFE)

La Feria de la Virgen Blanca sigue sin norte. Tras la negativa experiencia del año pasado con un empresario privado al frente, la primera de las cuatro ferias que tiene previsto organizar la empresa Iniciativas Taurinas también ha dejado descontentos a los aficionados alaveses y, sobre todo, ha dejado una sensación de desorientación para recuperar a la otrora Puerta del Norte.

En dos años, se ha pasado de unas entradas con más de cinco mil espectadores a una pobre presencia de aficionados que puede preocupar en el apartado económico, pero que refleja el poco interés que ha levantado el ciclo entre los vitorianos y el mínimo atractivo para los aficionados de las provincias cercanas.

Rafa Arocena, aficionado vitoriano, basa su decepción en la falta de cariño al organizar la feria. “No se puede venir a montar los festejos sin saber nada de Vitoria. Ha habido muy poca identificación con la ciudad y eso ha derivado en unas pobres entradas”, explica Arocena, para quien la reducción de un festejo es entendible: “Tal y como están las cosas económicamente comprendo que se quite una corrida, pero la feria se ha estructurado de una forma ilógica y, por ejemplo, hemos acabado con dos festejos menores, la novillada y los recortadores, lo que deja un tono pobre”.

Tras las entradas en la corrida del domingo y en la novillada, parece claro que el balance económico será deficitario para el empresario.

Ha habido demasiadas orejas para los méritos vistos en el ruedo

Si para los vitorianos la feria ha sido un nuevo paso atrás, a quienes llegan de fuera también les ha decepcionado. “Ha bajado en entidad. Es cierto que se ha mantenido la seriedad del toro, pero no ha tenido repercusión en la calle y eso es un motivo de reflexión para el empresario y para el Ayuntamiento”, señala con rotundidad el periodista taurino Íñigo Crespo. El futuro resulta una incógnita, pero algo debe cambiar en opinión de este crítico madrileño. “En lo artístico ha estado bien, con un espectáculo de rejones que fue un éxito, pero cuando hay gente en la calle, la fiesta debe estar ahí para atraerles hacia la plaza y ese ha sido un fallo muy grande”, prosigue. “La empresa tiene años por delante y seguirá, pero debe pensar en los precios, los carteles y, sobre todo, en promocionar la feria, implicar a la gente de Vitoria”, remata.

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En el plano artístico ha habido orejas, demasiadas para los méritos desarrollados, desde el insulso trofeo cortado por El Fandi el 25 de julio —las corrida del blusa— hasta la ficticia apoteosis de los rejoneadores. Lo único de buen tono lo hizo el lunes Miguel Ángel Perera, el diestro que más ha brillado.

La feria de 2012 ha sido otra batalla perdida y van dos seguidas. Quizás al Ayuntamiento ahora le cuadren las cuentas, pero cuando se trata de ofrecer un espectáculo a los ciudadanos y atraer visitantes hay que ver los números de otra manera.

Dos batallas en las que la Feria de La Blanca sale herida, pero habrá que esperar que alguien quiera ganar la guerra. Aquí sí puede haber brotes verdes, ya que algunos grupos de aficionados quieren reavivar el fuego taurino de la capital vasca. Los que componían Vitauri ya agotaron sus fuerzas y alguien deberá coger el relevo para asesorar a los responsables de revitalizar la feria. Quizás por ahí deba regresar la identidad que ahora mismo ha perdido el ciclo vitoriano.

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