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Las fiestas a pequeña escala

Los niños se convierten en los grandes protagonistas de la fiesta el día del Celedón y la Neska ‘txikis’

No hubo cava, ni puros, pero sí la misma fiesta que el pasado sábado abarrotó el centro de Vitoria para saludar el inicio de las fiestas de La Blanca. Aunque a pequeña escala. Los niños inundaron ayer cada rincón del centro de Vitoria en el jornada que el programa dedica a ellos cada año, en una jornada en la que la bajada del Celedón y la Neska txikisen la plaza de España volvió a ser el centro de atención.

Para ello llevaban meses —“desde febrero”— ensayando y preparándose Anartz y Nerea, el Celedón y la Neska txikis que han sido escogidos este año entre las cuadrillas de blusas. Aurresku en honor a la Virgen Blanca —sin fallos, este año— y, después, txupinazo.

Todo fue pequeño. Desde los paraguas, considerablemente más reducidos que los que porta Gorka Ortiz de Urbina cada año para cruzar la plaza de la Virgen Blanca, hasta el director de la Banda Municipal de Vitoria, un pequeñajo que a base de sonrisas y no mucho acierto en el terreno musical guió a los componentes de la agrupación, estos sí, creciditos, pasando por los txupineros.

Los protagonistas de la jornada se reconocieron “nerviosos”, aunque aliviados, al término de los actos, de no haberse equivocado en ninguna de las dos danzas vascas que bailaron frente a decenas de familias congregadas en la mencionada plaza.

El pequeño Celedón lamentó en su discurso la carestía de las ‘chuches’

Eso sí, parecieron cogerle el gustillo. En menos de cuatro minutos, escoltados por varios agentes de la Policía Municipal, el Celedón y la Neska Txikis atravesaron la abarrotada plaza y lanzaron su discurso chuleta en mano. “Todavía no me lo he planteado, pero de mayor puede que sea el Celedón”, reflexionaba Anartz ante la multitud de periodistas que se agolpaban ante ellos para lanzarles un aluvión de preguntas. De hecho, su discurso fue más comprometido que el del Celedón grande, con referencias a la crisis: “Queremos pedir a los aitas que nos compren más chuches, aunque no muchas, viendo como están las cosas... Todo está más caro”.

Cada rincón festivo tuvo ayer su guiño para los pequeños. En la Virgen Blanca, los potentes altavoces de la cuadrilla Bereziak lanzaban cada minuto chistes contados por los propios niños. La iglesia de San Miguel, acostumbrada a acoger a personas que superan los 50 años, rebajó por unos minutos su media de edad ante la presencia de los cuentacuentos de la compañía Ortzai y su historia de Mikel, un niño al que la Virgen ayudó.

Personajes como Lucifer, un diablillo rojo con chupa de cuero del mismo color, arrancaron risas, pero también sonoros lloros entre los más pequeños, que rodeaban, en el suelo del templo, a los actores de la compañía de teatro.

Por la tarde, los más pequeños hicieron su propio paseíllo pero, en vez de ir a la plaza de toros fueron a la del Machete, donde merendaron y participaron en las actividades pensadas para ellos. Ya por la noche, y a falta de toros de verdad, recorrieron veloces la larga calle en la que sueltan el toro de fuego.

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