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Un oasis consolidado

Azpeitia ha mantenido su particular devoción por el toro dentro de un ciclo de gran interés para el aficionado

Paco Ureña, con las dos orejas que cortó el martes en Azpeitia.
Paco Ureña, con las dos orejas que cortó el martes en Azpeitia.JAVIER HERNÁNDEZ

En estos tiempos en que los empresarios profesionales se quejan de las dificultades que encuentran para cuadrar sus cuentas y anuncian cuantiosas pérdidas, el grupo de aficionados azpeitiarras encargados de organizar su feria taurina ha sido capaz de tener un balance positivo después de tres corridas en una plaza con un aforo de casi 4.000 espectadores.

El mérito no se reduce a poder cubrir los gastos con solvencia y tener un balance económico positivo, ya que al final entregarán los beneficios a una entidad local, sino a lo que supone para Azpeitia una feria de este tipo. Todas las tardes han acudido numerosos aficionados de otros lugares en autobuses organizados desde Francia y desde Bilbao y una gran cantidad de coches llegados del otro lado de la frontera y desde cada rincón del País Vasco.

El ciclo se ha cerrado con un balance económico positivo

La feria se ha convertido en un oasis para los aficionados taurinos en medio de la temporada y un año más ha satisfecho las expectativas de los que se trasladan a la localidad guipuzcoana.

La clave del grupo encabezado por Joxin Iriarte es tener una seña de identidad muy clara: dar importancia al toro. A partir de ahí, se confeccionan unos carteles en que los tendidos están expectantes al comportamiento del ganado. Los dos encierros toristas que abrieron el ciclo, el de José Escolar y el de Palha, cumplieron para los aficionados.

Los toros de Palha volvieron a triunfar en la feria guipuzcoana
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Los portugueses son un año más los triunfadores. Decir Palha en las calles de Azpeitia es hablar de toros con emoción; se les tiene un respeto especial por parte de los aficionados locales. Valoran al toro bondadoso y de calidad en la embestida tanto como al peligroso que hacer sudar al diestro. Así lo hicieron el día de San Inazio, cuando obligaron al mayoral a dar la vuelta al ruedo. Existe una especial relación entre la ganadería de Santarem y la localidad del Urola.Los toros de Escolar abrieron el ciclo y fueron del gusto local, porque tuvieron emoción, si bien la nota no fue tan alta y faltó que alguno de los espadas descubriera la posible calidad que atesoraban. Con matadores más experimentados y, sobre todo, más decididos el resultado del festejo habría sido otro.

La nota discordante la pusieron los valdefresnos, que defraudaron en el cierre y diluyeron el exitoso sabor del día anterior. Era la corrida más apetecida por los toreros y, sin embargo, fueron los que menos condiciones para el triunfo mostraron.

Respecto a los diestros, hubo notas positivas y negativas. Entre los que pudieron hacer algo más se encuentran Esaú Fernández, demasiado inexperto, Sánchez Vara y Antonio Ferrera, que no pisaron fuerte. Por contra, la alegría fue comprobar que Paco Ureña, quien no se había estrenado esta campaña, aprovechó su oportunidad para triunfar con el toreo bueno. El otro triunfador del ciclo, Alberto Aguilar, tuvo mucho deseo y cuajó una buena faena, aunque de menor talla que la del murciano. Los esperados Fandiño, Mora y Luque nada pudieron mostrar ante las deslucidas reses de Valdefresno, mientras que el catalán Serafín Marín se justificó con oficio.

Al final, un notable resultado artístico con un buen balance económico. Un ejemplo a seguir para algunos consistorios que se afanan en organizar festejos y se pelean por los nombres de los toreros en lugar de buscar la calidad de la oferta.

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