Gayoso oculta a los diputados su pensión de 689.000 euros al año
El expresidente de la caja fusionada asegura que no cobró “ni un euro” por su jubilación. Su retiro incluye sin embargo una retribución vitalicia
Nadie le enseñó la auditoría encargada por la Xunta que avalaba la fusión; no podía tomar decisiones porque no tenía funciones ejecutivas; carece de legitimidad para hablar en nombre de Novagalicia; y dice no haber cobrado “ni un euro” por su jubilación, pese a percibir una retribución vitalicia de 689.000 euros anuales. Nada. En eso se resume la comparecencia ayer en el Congreso de los Diputados de Julio Fernández Gayoso, 64 años en el sector financiero, cerca de tres décadas como director de la Caja de Ahorros de Vigo, luego Caixanova. “Soy director jubilado desde 2006”. Así dibujó la historia, presentándose a sí mismo como una simple comparsa en el proceso. “Ni como presidente [de Caixanova desde 2006] ni como copresidente [de Novacaixagalicia] he tenido funciones ejecutivas, careciendo de poderes. He ejercido como presidente únicamente con carácter institucional y representativo, no he tomado ni una sola decisión personal porque no podía”.
Y desde esa atalaya, de la que no se bajó en las casi dos horas que estuvo en la Comisión de Economía del Congreso, desgranó una serie de datos económicos sobre Caixanova con el objetivo de demostrar la supuesta fortaleza con la que llegó al proceso de fusión con Caixa Galicia. “Siempre tuvo informes de auditoría limpios”, dijo, al igual, por cierto, que la entidad coruñesa. “La cobertura de la morosidad en 2009 era del 75%, se hizo un enorme esfuerzo para elevar las provisiones, el exceso de cobertura sobre el mínimo legal alcanzaba los 1.045 millones”. Siempre hablando de “la caja”, aludiendo a la que él pilotó, apenas analizó el proceso de integración con Caixa Galicia más allá de mencionar que el Real Decreto impulsado por el Gobierno de Zapatero les mostró el camino.
“En uno de los momentos más convulsos se da el paso para fortalecer el sistema financiero autóctono. Esta visión fue un pilar fundamental del proceso”, aseguró, aludiendo a la galleguidad que quiso defender a toda costa la Xunta. “En el balance [de la integración] teníamos un 35% del negocio con familias y el 60% con empresas, aquí se ve la huella de Caixanova”, relató, orgulloso. En el balance de la fusión, que según reveló luego la última auditoría tenía un descuadre de casi 1.000 millones de euros (fundamentalmente refinanciaciones que ocultaban morosidad del ladrillo), Gayoso describió otro panorama apuntando a la “prudencia” de los cálculos. Cuentas impolutas y ni una explicación o alusión a los 3.627 millones de dinero público que hicieron falta para sostener el proyecto.
De hecho, y aunque el informe sobre la viabilidad del plan encargado a la consultora KPMG por la Xunta no llegó a sus manos, tampoco aclaró qué fue lo que llevó a su caja a acceder a la unión. “Yo no tengo el informe, nunca lo tuve, no nos lo facilitaron”, afirmó, tras asegurar que no tenía ninguna intención de volver a “abrir en canal el tema de la fusión”. Lo que le preocupa, dijo, es “que el banco que se ha creado sea solvente. Deseo que tenga éxito, confío en que lo tenga”.
Desde San Caetano, Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, le contestó tras el consejo de gobierno. “La historia es suficientemente objetiva para juzgar a cada uno. Sobre si conocía el informe, él presidía un consejo de administración de Caixanova y copresidía el de Novagalicia Banco, los documentos que van a esos consejos lógicamente lo tienen que conocer los miembros”.
Muy escurridizo a la hora de responder a los diputados, Gayoso tampoco aportó luz sobre los asuntos más espinosos, como las indemnizaciones multimillonarias a un puñado de directivos o la venta de participaciones preferentes que su caja colocó entre clientes analfabetos, jubilados sin experiencia financiera o menores de edad. Aunque nadie lo preguntó directamente, puntualizó que él no ha cobrado “ni un euro” por su jubilación, quizá refiriéndose por equivocación a que no percibió indemnización alguna al dejar su cargo. Porque días antes de jubilarse como director de Caixanova, cuando tenía 75 años, su contrato fue modificado para incrementar su retribución vitalicia con una operación que aumentaba el porcentaje de salario sujeto a pensión. Eso le permite recibir desde hace seis años una retribución de 689.000 euros anuales brutos, además de las dietas que en el último lustro ha cobrado por asistir a consejos en representación de la entidad. Las del año 2011, según figura en el informe de NCG, ascienden a 396.290 euros. En total, solo en 2011 se embolsó 1,1 millones, a lo que hay que sumar la póliza de seguro de su plan de pensiones con la empresa Caser que completa su retiro. La sección sindical de UGT en Novagalicia, que desde Caixanova denunció en 2006 el quebranto que suponía para la caja el dorado retiro del ejecutivo, recordó ayer que “mientras se consignaban esos sueldos, el principio de prudencia en la expansión del negocio desapareció”. Su homólogo en Caixa Galicia, José Luis Méndez, se llevó en su adiós 16,5 millones de euros.
Durante toda su comparecencia Gayoso se mostró seguro y tranquilo. Pese a que su rostro se volvió más serio a medida que recibía duras críticas de los diputados, en ningún momento hizo un gesto de desaprobación ante la enorme lista de reproches que realizaron sus señorías. No dudó en utlizar los procesos judiciales en marcha como escudo. “El asunto de las prejubilaciones y mi imputación, como saben, está en manos de la Audiencia Nacional, a la que concurriré cuando me llamen”.
La respuesta fue similar con la polémica de las participaciones preferentes, que calificó como “un problema social de consecuencias enormes”. “Tengo que decirles que la demanda está en manos de la fiscalía. No es que rehúya dar mi opinión, es que no puedo opinar sobre un tema sub iudice”. Pero se permitió compartir una reflexión del diputado del PP sobre la vía del arbitraje: “Puede ayudar a reenfocar, con soluciones satisfactorias, buena parte del problema”.
“Creo que ha pecado de una extremada codicia, no solo por la concentración de riesgos, sino en la colocación de preferentes en el tramo minorista”, insistió desde el PP el diputado Fernando López-Amor. El protagonista se cerró en banda con una curiosa explicación sobre los riesgos contraídos por la caja mientras la burbuja inmobiliaria se inflaba en España. “Les he dicho que Caixanova emprendió un plan en 2007 para la reducción del peso inmobiliario”, comenzó Gayoso. Ese plan llevó a que en 2009 los créditos en el ladrillo creciesen “solo”, un 1,9% frente al 9,5% de incremento del año anterior, lo que le llevó a calificar su gestión como “absolutamente prudente para alejar ese riesgo de financiación que pudiera tener un fin poco afortunado”.
Lo mismo mencionó de la expansión territorial, que Caixa Galicia realizó de forma más agresiva. “El 8% de nuestra red de oficinas estaba en Andalucía y la Comunidad Valenciana. Esa no es la causa de la crisis, no hubo un plan de expansión excesivo”. Sin embargo, no aclaró el volumen de negocio ni la morosidad que registraban los activos captados por esas oficinas. Con las redes sociales echando humo por su absoluta falta de autocrítica —la intervención fue de las más comentadas en Twitter—, Gayoso redondeó su exposición aportando multitud de detalles sobre la obra social, hasta el punto de llegar a enumerar los convenios internacionales de la Escuela de Negocios. Pero del fracaso de Novacaixagalicia, ni rastro.
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