Viaje a ninguna parte
José Sanchis funde teatro y tecnología 2.0 en su visión personal de una obra de Eduard Punset
Un inventor de trajes inteligentes que se lanza al vacío y su caída es interceptada por un avión de papel, una profesora de danza, una madre con el carrito de la compra, una mujer que asiste a una entrevista de trabajo, un segurata, un stripper y un indignado coinciden en un espacio indeterminado con forma de rampa. Los espectadores sabemos que la cosa va a tener que ver con la ciencia y con la ficción porque todo parte del libro de Eduard Punset Viatge a l’optimisme. El producto lleva el subtítulo de Ópera cuántica. Al entrar se nos da una especie de tarjeta de embarque que nos invita a mandar SMS y tuits, y en el prólogo, por llamarlo de alguna manera, los intérpretes hacen que nos levantemos y que nos volvamos a sentar para hablarnos de los multi-no-sé-qué, que, por lo visto, tienen que ver con las realidades paralelas. ¡Que Dios, o Superman o alguien nos asista! Porque si la primera media hora es desconcertante, la hora que sigue, bajo pretensión de producto transmedia, de espectáculo multidisciplinar, de experiencia escénica no lineal, innovadora y lúdica, es insoportable.
VIATGES
Basado en Viatge a l’optimisme, de Eduard Punset. Coordinación dramatúrgica: José Sanchis Sinisterra. Dirección: Ferran Audí. Mercat de les Flors. Sala Ovidi Montllor. Barcelona, 15 de julio.
Tecnologías de comunicación 2.0, retransmisión en 3D, tecnología holográfica, mapping 3D, la rampa que se abre y se cierra, cables y lucecitas están al servicio de unos textos —coordinados inconcebiblemente por José Sanchis Sinisterra y escritos por el propio Sanchis; el director del montaje, Ferran Audí; Yaray Bazo, y Enrique Bazo— que, si les digo la verdad, no sé muy bien de qué tratan. Y no he leído a Punset, pero cuesta creer que su libro, en el que se basan, sea tan incomprensible.