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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La intención de voto y poco más

"De celebrarse elecciones sin pucherazo, incluso con los zafios sistemas electorales vigentes, el PP no revalidaría la mayoría absoluta"

Regla de tres simple. Si en seis meses Mariano Rajoy ha hundido el país que dice gobernar en un agujero tan próximo al centro de la Tierra que sería la envidia de Julio Verne, ¿cuánto más puede excavar en seis meses más? ¿y en ocho? Es lo que transmiten las encuestas de intención de voto, una práctica llamada a la extinción, al menos en su proyección pública, salvo que suministren los datos como pasatiempo, con los crucigramas o coleccionables de eufemismos para cuantos aún tengan interés en interpretar o traducir la palabrería oficial. Regla de tres, todavía más simple: si en periferias corruptas, saqueadas y calcinadas, ni con ayuda de la propaganda vertida desde los desagües mediáticos de patente norcoreana se le garantiza al régimen la mitad más uno de los votos en unas elecciones para seguir fingiendo lo que no es y cobrar por ello, ¿qué hacer ante un hipotético desalojo, habida cuenta de que cualquier vestigio de credibilidad, confianza o capacidad en la buena gobernanza del tinglado arde día sí, día también, en la hoguera de la inutilidad, la mentira, la torpeza y demás formas de insolvencia? Desde luego la amenaza de tripartito fue una reacción precipitada por parte de la derecha indígena, genéticamente tan dada al exceso. Porque en este preciso instante es un espejismo y el mañana es una quimera. Acaso les tiente la manipulación burda de la historia reciente de nuestra vecindad, pero da la casualidad de que el Gobierno catalán también zozobra en los sondeos a la velocidad de los recortes que impone el tripartito CiU + PP. Es lo que hay.

Las encuestas coinciden. De celebrarse elecciones sin pucherazo, incluso con los zafios sistemas electorales vigentes, el PP no revalidaría la mayoría absoluta que le ampara en esta democracia de perfil bajo para seguir al frente de la pesadilla. Ergo ni el señor de los hilillos ni la honorable sociedad de prestamistas las convocarán, si pueden evitarlo. El PASOK, digo el PSOE, tampoco levanta un gato por el rabo, circunstancia que favorece un apaño arropado por la purria periodística en aras del consenso, la emergencia nacional o la supervivencia de la Liga de fútbol, La Roja y el toro de la Vega. Larga vida al Senado. Todo por seguir a flote, aunque más allá de sus estrictos intereses y contadas divergencias se hunda el mundo, como así vislumbra la opinión pública. Lo que sea, antes de finiquitar el modelo que propaga desigualdad, incertidumbre y miseria. No descarten la revuelta o asistir a la irrupción de cualquier izquierda, llámese equis, que será calificada como radical. Se llama izquierda radical a la que se niega a actuar a gusto de la derecha, se halle al servicio de ésta en el poder o mantenida en la oposición. En resumen, despídanse de las elecciones. A Rajoy ya le buscan sustituto sin pasar por el engorro de las urnas. Y es que los golpes de estado también se adaptan a las exigencias de los mercados.

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