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CLAUSTRE OBERT

“Si hay diccionarios de argentinismos, ¿por qué no hay uno de españolismos?”

Raúl Ávila afirma que “la lengua es democrática", mientras que "la ortografía es una imposición”

F. B.
Raúl Ávila, ayer, en la Nau.
Raúl Ávila, ayer, en la Nau.TANIA CASTRO

Hay múltiples diccionarios diferenciales: de mexicanismos, de argentinismos... “Pero el de españolismos no existe. ¿Por qué no hay un diccionario de españolismos?”, se preguntó ayer Raúl Ávila, experto investigador en el estudio del llamado español internacional. “Ustedes no tienen por qué preocuparse, pero yo sí”, añadió el especialista del Colegio de México dirigiéndose al público de la conferencia que impartió en la Nau Centre Cultura de la Universitat de València, dentro de Claustre Obert, espacio de debate y reflexión auspiciado por EL PAÍS y la institución académica.

Ávila inició su disertación incidiendo en que “la lengua es un hecho democrático, de todos”, mientras que la “ortografía es una imposición” que, al igual que la normativa, está cargada de “ideología”. Definió a la Real Academia Española como “un referente mítico”, cuya función, sin embargo, no es muy relevante entre los hablantes de los países latinoamericanos. Recordó que el alemán se estandarizó cuando Lutero tuvo que elegir una modalidad con el objeto de traducir la biblia e imprimirla.

El invento de Gutemberg propició la estandarización de las diferentes variantes que componían una lengua. Como lo han hecho en mayor medida los medios de comunicación cinco siglos después. Primero, la radio, y luego la televisión, que empezó a traspasar fronteras políticas y nacionales que internet ha eliminado.

Ávila postuló una serie de criterios generales a tener en cuenta para elaborar esa norma opara todos. Abundó en los ejemplos de que la prevalencia de la variante española en la normativa de hoy, de los regionalismos o términos propios de España, no se corresponde ni con su peso demográfico ni económico con respecto al conjunto de los 20 países de habla hispana.

Apuntó que se sirve de un programa informático para cuantificar el uso de las palabras en los medios de comunicación y la traducción. “¿Por qué si aretes es mucho más utilizado que pendientes por toda la comunidad, esta última es la forma consagrada?” El diccionario de la RAE contempla 51 españolismos por 2.434 mexicanismos.

Ávila defendió que el español internacional debe estar basado hoy en el que se emplea en los medios de comunicación y en las traducciones, que sólo registran en torno a un 10% de variantes de una lengua hablada por 400 millones de personas.

Esta cuestión, precisamente, originó la primera pregunta, formulada por la catedrática de Periodismo, Carolina Moreno, que ejerció también de presentadora de Ávila y de Ángel López, catedrático de Lingüística. Moreno mencionó que la prensa escrita se ha contaminado de la lengua empleada por la televisión y está llena de “errores y horrores”, apostilló parafraseando a la anterior defensora de los lectores de EL PAÍS, Milagros Pérez Oliva. Ávila respondió que el enfoque es diferente y que no hay tantos errores dentro de un corpus enorme.

Ángel López hizo hincapié en que “la tradición de establecer normas siempre fue aristocrática y elitista”. Citó la primera norma española que fue dictada por el rey Alfonso X el Sabio en el siglo XIII, añadió que cuando se constituyó la RAE en 1713, — “un trasunto de la francesa”— estaba integrada por “prebostes y capitostes”, como obispos y militares, y recordó que en los países del Norte de Europa no hay academias, como en los países mediterráneos.

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Sobre la firma

F. B.
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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