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La inexperiencia y el legado de Gallardón lastran a Botella en su primer debate

La oposición critica la inactividad del Ayuntamiento de Madrid La alcaldesa, titubeante y deslavazada, la atribuye a la austeridad

Ana Botella y Miguel Ángel Villanueva, durante el debate sobre el estado de la ciudad.
Ana Botella y Miguel Ángel Villanueva, durante el debate sobre el estado de la ciudad.EFE

Más allá de las propuestas concretas, que tanto el Gobierno (PP) como los tres partidos de la oposición han aportado varias; y más allá de la intervención inicial de cada portavoz, que traían escrita y ensayada de casa; el debate sobre el estado de la ciudad celebrado esta mañana en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid ha servido para confrontar al menos dos y quizá hasta cuatro modelos para gestionar la espinosa herencia del anterior alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón; y ha servido para confirmar que Dios no ha llamado a la regidora, Ana Botella, por el camino de la retórica parlamentaria, más bien todo lo contrario.

“Se le nota que no se prepara sus intervenciones, le reto a un debate sin papeles cómo, dónde y cuándo quiera”, ha respondido el portavoz municipal socialista, Jaime Lissavetzky, a la intervención deslavazada, titubeante y a veces incongruente de Botella en su turno de réplica, mezcla de apuntes técnicos leídos e improvisaciones pedestres. “Usted ha metido la pata muchas veces, y a mí me da vergüenza decírselo tantas veces”, ha añadido Lissavetzky, al que la alcaldesa ha afeado su actitud presuntamente paternalista. Menos nerviosa ya, la regidora ha contado con un segundo turno de réplica para desquitarse: no ha brillado, pero se ha defendido con más soltura; en parte, porque traía el colofón escrito.

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Lissavetzky ha comenzado su intervención recordando que este debate “es un examen al que se somete el Gobierno municipal”. En su opinión, Botella, “una mala copia de su antecesor, que prefiere el lucimiento a la lucidez”, lo ha suspendido. El portavoz socialista ha criticado que Madrid haya ido perdiendo posiciones en la clasificación (no ha mencionado cuál) de capitales europeas, sobre todo en cuanto a sociedad del conocimiento, asunto en que, según ha dicho, ha pasado del sexto al duodécimo puesto en el último año. Por ello, ha instado a la alcaldesa a reforzar la inversión en I+D+i, frente al modelo económico de los últimos tiempos, basado en “el hiperdesarrollo del sector financiero y el crecimiento inmobiliario”.

Junto a la crisis económica en general y los fallos de modelo a nivel local, Lissavetzky ha cargado también contra la herencia recibida del anterior alcalde, que en su opinión Botella no sabe gestionar. “El pago de sus hipotecas está asfixiando su imaginación; sólo con recortes no salimos de esta situación; austeridad sí, pero también crecimiento”, ha pedido, pues en su opinión, “la bajada del presupuesto tiene que ver con recortes sociales”. Además, ha mostrado su preocupación por el futuro de la obra social de Bankia (bibliotecas, Casa Encendida, etcétera). “No hablan mucho con nosotros”, ha concluido, poniendo en cuestión la disposición al diálogo de la alcaldesa.

En respuesta a la crítica sobre la falta de inversiones municipales, fruto de los dispendios exagerados de Gallardón y de la crisis económica, Botella ha dicho que es “consecuencia de la política del PSOE” en el Gobierno central (2004-2011). “Por eso ahora no vamos a poder hacer obras durante un tiempo”, ha añadido.

El portavoz de Izquierda Unida, Ángel Pérez, ha comenzado su intervención valorando la puesta a disposición de las familias desahuciadas de 200 viviendas municipales, anunciada minutos antes por la alcaldesa; ha recordado que “en Madrid se producen 500 desahucios al mes”. Su discurso le ha servido a grandes rasgos para revisar y criticar la política económica que ha llevado a la crisis actual, y las soluciones que se están proponiendo ahora, que pasan a su juicio erróneamente por reducir el papel del Estado. A Pérez le preocupa que el Ayuntamiento ejerza una política de austeridad recortando gastos en lugar de mejorar las vías de financiación, lo que se ha traducido en una disminución en los servicios sociales, deportivos y culturales que se prestan al ciudadano. Y ha concluido: “El suyo es un Gobierno que no puede gobernar porque no tiene recursos. Más me gustaría a mí hacer oposición porque ustedes hicieran algo. Podemos venir a hablar de un par de medidas sueltas o de intenciones, pero todo lo demás es política de recortes”.

Botella, en su respuesta al líder de Izquierda Unida, ha defendido el capitalismo (“Si miramos al mundo, a la geografía del mundo, el modelo que más ha portado es el mercado, eso es así”) en general y su forma de gestionar el Ayuntamiento en particular (“Hay que pasar por un momento malo para llegar a la prosperidad del futuro, aunque ustedes me digan que no tienen nada para hacer oposición, a mí me da igual, lo que toca ahora es austeridad, cuadrar las cuentas”). Además, ha deseado suerte a Izquierda Unida en Andalucía (aunque primero ha dicho Asturias), donde gobierna junto al PSOE: “Me gustaría que el Gobierno tripartito… de dos partidos de Andalucía tuviera éxito, ojalá tuviera formulas que pudiéramos copiar”.

El líder municipal de UPyD, David Ortega, ha criticado por su parte a Botella que ofrezca diálogo a la oposición y luego no admita, según ha dicho, las propuestas que se le plantean; ha puesto como ejemplo la tramitación de los presupuestos municipales de 2012, el pasado mes de diciembre, cuando aún era alcalde Gallardón. Ortega ha sacado además un tema del que poco más se ha hablado ni de refilón, el quebranto y nacionalización de Bankia: “Algo hay que decir, aunque sea por respeto a nosotros mismos”. Nadie más, nadie, ha dicho nada más, nada, excepto la referencia de Lissavetzky a la posible responsabilidad municipal y al futuro de la obra social.

El líder de UPyD ha avanzado que pedirá en el próximo pleno que “todos los cargos designados por el Ayuntamiento en cajas de ahorro sean técnicos o profesionales, no políticos”. Cuando Botella le ha recordado que eso ya es así por iniciativa del PP desde hace una década, Ortega ha puntualizado que se refería a temas como “por qué la burbuja inmobiliaria ha dañado más a las cajas que a los bancos, o las condonaciones de créditos a partidos políticos”.

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