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El puerto estudia obligar a Repsol a trasladarse a Punta Langosteira

Losada asegura que no ha llegado a un acuerdo para que la petrolera se mude

Vista de las obras en el puerto exterior de A Coruña.
Vista de las obras en el puerto exterior de A Coruña. GABRIEL TIZÓN

Echa a andar el puerto exterior de A Coruña, aún inacabado. En agosto, según prevé la Autoridad Portuaria, podrían atracar los primeros barcos de mercancías, probablemente del sector siderúrgico. Pero sobre la mesa quedan aún muchas y transcendentales incógnitas sobre esta infraestructura pública, la más cara de Galicia. A empezar por garantizar el pago de la factura que va camino de alcanzar los 1.000 millones de euros. Y también para que alcance su “plena operatividad”, allá por el año 2015 o 2016, calcula su presidente, Enrique Losada.

Ambos objetivos dependen de que Repsol, que genera el 75% de la actividad del puerto situado en el corazón de A Coruña y representa el 60% de sus ingresos, acepte mudarse de los céntricos muelles antes de 2027 —año en el termina su actual concesión— a la nueva dársena situada a unos siete kilómetros de la ciudad, en Punta Langosteira (Arteixo). Aunque hay “bastantes avances y acercamiento de posiciones”, según Losada, en una negociación que lleva años iniciada, sigue sin haber acuerdo, admite, ni sobre el importe, ni los plazos para este fundamental traslado. Pretendía cerrarlo antes de acabar 2011. Ahora se limita a esperar “resolverlo pronto”. Y el responsable del puerto coruñés pone sobre la mesa una nueva carta: “Podemos obligar a Repsol a trasladarse”. “Es una prerrogativa que tiene esta Autoridad Portuaria, por interés general se puede obligarle. Habrá que indemnizarle con una cantidad que deberá autorizar el Consejo de Estado, y luego Repsol podrá hacer lo que quiera”, explica. El puerto coruñés es de titularidad estatal. Y también, recepcionados por Fomento el pasado 11 de abril, los nuevos pantalanes de Punta Langosteira, cuya principal razón de ser precisamente sacar fuera de los viejos y céntricos muelles de la ciudad los tráficos de petróleo y otras mercancías peligrosas.

Repsol, cuya macrorrefinería a las puertas de A Coruña depende tanto del puerto coruñés como éste de la petrolera, cifró hace un año en 240 millones de euros la indemnización que reclama por adelantar su traslado a Punta Langosteira. Enrique Losada asegura que ahora, en esta fase de las negociaciones, “la cuantía dista mucho” de esa cifra. Aunque rechaza aclarar si es más o es menos. En todo caso es una cantidad que habrá que sumar a la factura total de la construcción del puerto exterior, que es ya de 753 millones de euros.

Pemex y el interés de los empresarios chinos

Los accesos al puerto exterior de A Coruña, sobre todo una conexión ferroviaria, “imprescindible” en palabras de su presidente, Enrique Losada, figuran como asuntos pendientes. Por tierra, la dársena sólo cuenta ahora con un enlace con el polígono de Sabón, en Arteixo y la autopista A Coruña-Carballo. En construcción avanzada está una autovía para conectarla con las vías de alta capacidad, la autopista AP-9 y la autovía del Noroeste (A-6). En cuanto al tren, “este año no se puede hacer más”, se excusó la ministra de Fomento, Ana Pastor. Eso que las conexiones terrestres del nuevo puerto son su “prioridad”. Con sólo 232.000 euros en los presupuestos del Estado en 2012, sigue en estudio informativo. No hay fecha ni dinero para redactar el proyecto y construirlo.

Que se materialice en un contrato real el interés mostrado por la petrolera Pemex y empresarios chinos no depende de que existan esas conexiones, asegura Losada. Presentados a bombo y platillo, firmó hace unos días sendos “protocolos” con Pemex y la empresa china Beijing 3E por los que éstos se comprometen a estudiar la viabilidad técnica y económica de instalarse en el futuro en la dársena exterior de A Coruña. Los mexicanos buscan ubicación para una base logística en Europa en la que harán blending (mezcla) de crudo para abastecer sus refinerías. Todo se realizaría por mar. Los chinos proyectan producir energía a base de aceite reciclado y otros combustibles de barcos.

“No son contratos, ya me gustaría”, precisa Losada, “pero tiene buena cara”. Punta Langosteira arrastra importantes incógnitas, pero su presidente destaca que también cuenta con grandes avales que despiertan el interés de inversiones extranjeras. Es el único con disponibilidad de superficie colindante (cuenta ya con 150 hectáreas de explanada, 250 en total cuando esté concluido en 2015). Y único también en calado. Con 24 metros, podrán atracar buques de más de 300.000 toneladas. “El interés de los empresarios chinos y Pemex pone en valor el acierto de haberlo hecho”, subraya Losada, consciente de que se cuestiona a menudo por su elevadísimo coste.

Lo que sí subraya es que se trata de un traslado “indispensable”, y ya no sólo por razones de seguridad, como alejar los petroleros del corazón de A Coruña y retirar el oleoducto de 14 tuberías y seis kilómetros y medio que atraviesa ahora las entrañas de la ciudad. La carísima dársena de Punta Langosteira, cuya inicial factura se multiplicó por dos y obligó a recurrir a créditos para un sobrecoste de 380 millones de euros (pidió 130 al Banco Europeo de Inversiones y 250 a Puertos del Estado), se fraguó también como una operación inmobiliaria: la venta de los muelles que quedarán liberados de los tráficos marítimos que se vayan a la nueva dársena en Arteixo.

“La operación se planificó con la venta de esos muelles, deben generar un tercio del coste total del puerto exterior”, recuerda Losada. La devolución de los préstamos depende de ello, “es indispensable para mantener el equilibrio financiero del puerto”. Y si no hay traslado de Repsol, “no hay venta” de unos pantalanes a los que el puerto, pese a hundirse el mercado inmobiliario, confía en sacar rentabilidad. Su ubicación es preferente y única en la ría coruñesa.

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“A mí me gusta hablar con los pies en la tierra”, replica el presidente de la Autoridad Portuaria cuando se le comenta otras perspectivas de Punta Langosteira, como el interés de inversores chinos o mexicanos —la gigante petrolera Pemex, accionista con el 10% de Repsol— de estudiar la posibilidad de instalarse en la dársena a punto de estrenarse. “Si la Autoridad Portuaria obtiene otros recursos de otras operaciones comerciales, mejor”. Pero ello no quita, insiste Losada, que para el puerto coruñés sigua siendo “insdispensable” el traslado de Repsol y la posterior venta de los viejos muellos desafectados.

El complejo petroquímico español mantiene hermetismo total sobre sus negociaciones con el puerto coruñés. “Seguimos negociando”, se limita a confirmar a través de una portavoz. Tampoco aclara si hubo avance en el último año. El director de la refinería coruñesa, Luis Lama, explicó en julio de 2011, durante una rueda de prensa, que Repsol entiende las dificultades financieras de la Autoridad Portuaria, y deslizó que en vez de metálico, la totalidad de la indemnización a la que la petrolera no está dispuesta a renunciar también podría pagarse en parte con rebajas en las tasas o prolongaciones de la concesión.

Una solución que también pesaría en las cuentas de un puerto que depende, y mucho, de los ingresos que le proporciona la refinería. Lo que sí está dispuesta a pagar Repsol son los costes para operar desde Punta Langosteira, incluida la construcción de un nuevo oleoducto de 4,5 kilómetros. En total, unos 400 millones según Repsol, más de la mitad de los que lo que cuesta construir en su totalidad la nueva dársena.

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