San Sebastián se asoma a una de las mejores colecciones privadas de España
La muestra reúne un centenar de obras de los fondos de Pilar Citoler
Pilar Citoler (Zaragoza, 1937) fue una visionaria del arte contemporáneo. Cuando en los años setenta resultaba poco frecuente que los museos tuvieran en cuenta las vanguardias artísticos más recientes a la hora de adquirir sus obras, esta apasionada del arte compaginaba la medicina (es estomatóloga, ya jubilada) con la compra de cuadros en galerías y ferias por todo el mundo a golpe de flechazos para salir de la “rutina de un trabajo a veces lleno de sinsabores”. En sus 40 años de coleccionismo, Citoler ha atesorado más de 1.300 obras, en su mayor parte de la segunda mitad del siglo XX. Su colección se ha convertido en uno de los fondos artísticos privados más importantes de España.
Desde ayer la Sala Kubo-Kutxa de San Sebastián acoge una pequeña, pero representativa parte de la colección Circa XX-Pilar Citoler. La muestra, titulada Arte como vida, abierta hasta el 26 de agosto reúne un centenar de obras de 85 autores, de Picasso y Francis Bacon a Tàpies y Barceló, pasando por Warhol, Canogar, Cristina Iglesias o Antonio Saura.
La muestra se asienta, según la comisaria Lola Durán y el conservador Alfonso de la Torre, sobre las cuestiones que impulsan a un coleccionista a adquirir una obra: contemplación, emoción, sueños, razón, reflexión y decisión. “Por la importancia de los artistas cada obra individualmente conforma un discurso propio”, explicó Durán ayer al presentar la antológica.
El recorrido permite reflexionar sobre los impulsos que motivaron a Citoner a adquirir unas obras y no otras. “Nunca pensé en hacer una colección. Compraba arte por diversión y por interés y se ha convertido en una obsesión. Suponía un esfuerzo pagar las obras, pero tampoco es el disparate de ahora con precios desorbitados”, reconoce la coleccionista, Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes y expresidenta del Patronato del Museo Reina Sofía.
En palabras de Citoner, la necesidad de exhibir su patrimonio artístico responde más bien a un “gesto egoísta”, por la necesidad de sacar a luz un legado artístico que de otra forma se le amontonaba en pasillos y rincones. “No quería tener las obras tapadas, que es como dejarlas dormidas o muertas", aseguró ayer. “Mi intención siempre ha sido quitar al coleccionismo la parte maligna de la posesión y darle un razonamiento más social para que sirva a generaciones futuras”, concluyó.
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