La crisis reduce desde 2008 un 21% el tráfico en las autopistas de peaje
La caída se intensificó en 2011 y continuará si no cambia el ciclo económico
El tráfico en el conjunto de las vías de pago catalanas ha caído un 21% en los últimos cuatro años. Todas las carreteras con peajes se mantienen en esa situación con la única excepción de la del túnel de Bracons, inaugurada en abril de 2009, que aún está en fase de consolidación y el pasado año todavía ganó usuarios. Descontadas sus cifras, las carreteras de pago han perdido en estos últimos cuatro años casi 30.000 vehículos diarios, unos 10.000 solo en 2011.
El balance refleja que las autopistas han perdido uno de cada cinco vehículos desde la irrupción de la crisis en 2008. La caída se intensificó en 2011 y se mantiene en los primeros meses de 2012, siguiendo la evolución de la actividad económica de Cataluña, que se encuentra en recesión. Y parece que el descenso no tiene nada que ver con los efectos de la campaña antipeajes #novullpagar. En algunos casos se ha vuelto a cifras de hace una década.
Las concesionarias no ven elementos que les permitan otear la recuperación. “Mientras no cambie el ciclo, es posible que continúe la caída”, señala Antonio Español, director de explotación del grupo de infraestructuras Abertis, que gestiona dos concesionarias con autopistas en Cataluña, ACESA (AP-7, AP-2 y C-32 norte) y Aucat (C-32 sur), y participa en otra, Autema (C-16). De momento, el grupo no ve señales de recuperación, sobre todo en lo que hace referencia al transporte de mercancías por carretera, que ha caído un 31% desde 2008 en el conjunto del territorio español y es uno de los indicadores de la evolución del producto interior bruto y las inversiones de las empresas, que actualmente están bajo mínimos.
El RACC vincula siniestralidad al uso de vías libres de pago
ACESA ha perdido un 29% de tráfico en cuatro años. La caída del tráfico de mercancías en la AP-7 se hace evidente. En la AP-2, la circulación se ha reducido de forma abrupta y únicamente se puede comparar a la que se registraba el pasado siglo. Pero en esta vía repercuten varios factores, más allá de la crisis: la puesta en marcha de la desdoblada A-2, alternativa a la AP-2, y la inauguración de la conexión del AVE, un competidor más en el eje que une a Barcelona, Lleida y Zaragoza.
Y Aucat también ha sufrido la crisis. El enlace de la C-32 entre El Vendrell y Castelldefels no solo ha dejado de beneficiarse del gran crecimiento que tuvo gracias a las obras del AVE, que en 2007 afectaron a la línea de Cercanías de Renfe entre Barcelona y Sant Vicenç de Calders, sino que su uso ha caído desde entonces el 26%, lo que supone 9.000 vehículos menos. Autema, que explota la C-16 entre Sant Cugat y Manresa, le sigue con una caída del tráfico del 19,9% (4.700 usuarios menos), y Tabasa, concesionaria de la Generalitat que gestiona los túneles de Vallvidrera, ha perdido un 11,9%.
El túnel del Cadí empezó a perder usuarios en 2009 y desde entonces lo cruzan 600 vehículos menos cada día, el 10%. “Hay peajes, como los de Martorell y Montcada, que es imposible evitar, pero muchos conductores han pasado de circular por autopistas a hacerlo por otras carreteras”, señala Evaristo Magaña, presidente de la asociación de transportistas Astac-Condal. Y explica el motivo: “Se han rebajado tanto las tarifas que cuesta cubrir los costes con los precios facturados”.
El director general de Carreteras de la Generalitat, Jordi Follia, asume ese punto. por vías de alta capacidad que no son de pago, como la C-17, la C-58 y la C-31, circulan hoy más vehículos de gran capacidad que hace unos años. Pero advierte de que la crisis también les ha pasado factura: “En 2009 y 2010 no les afectaba la caída de tráfico, pero desde el año pasado sí”.
Las carreteras
“Solo en los últimos tres años han desaparecido 4.500 empresas de transporte en Cataluña”, indica Magaña, con lo que 14.000 vehículos han dejado de circular. El precio del carburante está en máximos. No hay liquidez y los cobros se retrasan. Denuncia Magaña que la Administración lleva año y medio sin desembolsar la subvención del céntimo sanitario —un tasa adicional que se cobra por litro de gasolina o gasóleo— para cubrir parte del gasto sanitario. Y los peajes tampoco son baratos.
Todo ese cóctel influye en la caída del tráfico, evidente también en los accesos metropolitanos, donde las congestiones son cada vez menos frecuentes. En el área de Barcelona se calcula que en 2011 había 200.000 vehículos menos circulando. Como contrapartida, el uso del transporte público aumenta, señala Follia.
Esta semana, Miquel Nadal, director de la fundación del Real Automóvil Club de Cataluña (RACC), afirmaba que en los últimos años los usuarios se desvían hacia carreteras que no son de pago y los índices de siniestralidad crecen de forma sustancial. La afirmación la comparten algunas patronales españolas. Follia niega “absolutamente” ese extremo y señala que las estadísticas de accidentes se han reducido en los últimos años y que en 2011 se incrementaron por motivos muy concretos.
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