Feijóo: “El problema no es el sistema de autonomías sino su mala gestión”

Entre los asistentes al discurso de Alberto Núñez Feijóo no estaba la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que hace solo unas semanas cuestionó el sistema autonómico y sus costes. Pero sí que asistieron dos ministros (Alberto Ruiz Gallardón y Fátima Báñez), otros miembros del Gobierno, diputados y senadores. Llevaba un mensaje para ellos: “El problema no es el modelo sino la mala gestión que algunos han hecho con él”.

El presidente de la Xunta acudió ayer a un desayuno informativo a Madrid para hacer balance de lo que va de legislatura. “El galleguismo es uno de los pilares de nuestro país desde hace tres décadas. El autogobierno es una preciada herramienta y el Estado de las autonomías debe ser una parte importante de España”, defendió. No citó a ninguno de quienes ponen en duda este modelo, pero se refirió claramente a ellos cuando dijo que desacreditar al sistema autonómico no solo es una conclusión equivocada, sino también “cruel, al querer hacer pagar justos por pecadores”. En opinión del presidente, en el caso de Galicia el autogobierno ha sido “la única barrera de protección frente a muchas políticas equivocadas del anterior Gobierno central”.

Con esa conclusión comenzó Feijóo a regocijarse de lo que en su opinión ha sido una gestión de la crisis que puede servir como modelo para otros territorios: “La política de austeridad que al principio levantaba suspicacias se ha demostrado como la única efectiva. Galicia tiene la suerte de encontrarse en ese grupo que comienza a recoger los frutos de una política económica rigurosa y responsable. Haber tenido una estabilidad presupuestaria en los últimos años nos permite decir que de los 18.000 millones de euros de desvío de déficit que las autonomías tienen que corregir en 2012, a Galicia solo le corresponde el 0,4%. El coste de la deuda nos sale por 250 puntos básicos menos que a la media, es decir, tenemos 180 millones anuales de ahorro con respecto a otras autonomías”.

Estas ventajas se traducen, según dijo, en poder mantener el Estado del bienestar en plena crisis y estar pensando en aumentar la inversión en 2012 por primera vez desde que encabeza la Xunta. “Podemos pagar a los proveedores en 45 días, tenemos más sanidad pública gracias al impulso de cinco grandes infraestructuras hospitalarias públicas en esta legislatura [no dijo que serán financiadas durante décadas por las siguientes Administraciones merced a su sistema de concesión privada], hemos reducido a la mitad las listas de espera de pacientes graves, mantendremos la ratio de alumnos por aula, las mismas opciones de bachillerato y no tendremos que bajar los sueldos a funcionarios”, enumeró.

Aunque en un principio el presidente de la Xunta dijo que iba a hacer balance, su discurso difícilmente puede calificarse así. Porque un balance suele tener un activo y un pasivo, y en lo que Feijóo hizo ayer todo se apuntaba en el haber y nada en el debe. Tampoco la delicada situación que padece lo que queda del sistema financiero gallego. Desde su punto de vista, hay que mirar al supervisor [el Banco de España] y a los antiguos gestores de las cajas para encontrar todas las responsabilidades de que Novagalicia Banco se encuentre al borde del precipicio. “Propusieron una fusión con Caja Madrid y la CAM y la rechazamos”, argumentó.

Y en contraposición al ejemplar comportamiento de Galicia, Feijóo señaló a otras comunidades “desleales” que recurren al Constitucional las decisiones del Gobierno central en materia de educación y sanidad. Sin nombrarlas, porque ahí fue, según sus propias palabras, “gallego”, aseguró que el Ejecutivo de Rajoy se “atreverá” a intervenir las que estén en una situación complicada. Y con la mirada puesta en Cataluña, pero también sin mencionarla, dijo: “Hay comunidades que quieren ser nación y que si lo fueran estarían intervenidas”.

Feijóo se refirió al sistema aeroportuario gallego —”si compiten entre ellos, gana Oporto”— o a un posible adelanto electoral: “La responsabilidad es cumplir el mandato y servir durante él, no luchar para revalidarlo a toda costa. Teníamos unas encuestas que nos daban una mayoría absoluta histórica en el tercer trimestre de 2011, pero no queremos jugar con el calendario electoral”.