La zanahoria
"Llevamos unos cinco años en caída libre, viajando hacia el fondo de lo desconocido y como dicen que estas cosas duran unos diez años, hay que calcular que estamos a mitad de camino"
El tema de moda, la frase que se repite en todos los medios y escenarios, es que ha llegado el momento de las medidas para el estímulo. Se supone que lo que quieren decir es que ya no se puede ahogar mucho más al ciudadano, sin que salten todas las alarmas y peligre seriamente la confianza en la vida diaria. Ahora hay que estimular el crecimiento, es decir, relajar un poco la disciplina del ahorro y la austeridad. En principio, es una buena noticia, aunque resulta todavía un poco vaga.
Llevamos unos cinco años en caída libre, viajando hacia el fondo de lo desconocido y como dicen que estas cosas duran unos diez años, hay que calcular que estamos a mitad de camino. El momento justo para tomarse un pequeño descanso, recuperar fuerzas y empezar a asomar la cabeza para observar el panorama. Nadie habla de brotes verdes, por supuesto, esa metáfora está agotada, ahora parece más bien que es la vieja técnica de la zanahoria para animar el largo camino que nos espera.
El problema sigue siendo que no sabemos hacia donde vamos. Sabemos, eso sí, que esto no será lo de antes, que no hay vuelta atrás. Nuestras instituciones más cercanas están en el desguace, parcialmente desmontadas aunque todavía en pie. La sanidad ya no será universal ni gratuita, la gestión privada transformará una desgracia conocida en una aventura económica. La educación de calidad estará también en manos privadas y el resto será puro formulismo y mucha tecnología de la información. Hasta la justicia destapará sus ojos para vigilar el taxímetro. Las profesiones serán oficios que se aprenderán en cada sitio correspondiente, el médico en el hospital, el periodista en la empresa adecuada y el investigador en las distintas fábricas del conocimiento. Un panorama nuevo al que habrá que acostumbrarse y poner en marcha los mecanismos de adaptación.
Tenemos cierto tiempo por delante, afortunadamente, porque ahora es el momento de los estímulos al crecimiento, es decir, la zanahoria. Al menos unos cinco años, según los expertos, para ir reformando nuestros esquemas mentales. Un tiempo que algunos emplearán en imaginar un futuro mejor que sea como el pasado, la esperanza de nuevas figuras políticas o la confianza en los expertos. La generación actual, los jóvenes, no imaginarán nada, entrarán sin pensarlo dos veces en el nuevo modelo social.
Pero la mayor parte de la población está envejecida y conoció otros tiempos. Las medidas de estímulo nos van a saber a poco. Alguien dijo que nuestra frustración es mayor cuando tenemos mucho y deseamos más que cuando no tenemos nada y deseamos algo; que estamos menos descontentos cuando carecemos de muchas cosas que cuando parece que sólo nos falta una. Por eso la zanahoria que nos ponen delante no significa lo mismo para los jóvenes que para el resto de nosotros. Pero ¿quién se atreve ahora a pedir el menú completo?
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