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Dos Alardes de premio

Emakunde entrega su galardón a la lucha por la igualdad de las compañías mixtas de las fiestas de Irún y Hondarribia

Un cordón de la Ertzaintza impide a la capitana Isabel Alkain acceder al desfile del Alarde en Hondarribia en 1998.
Un cordón de la Ertzaintza impide a la capitana Isabel Alkain acceder al desfile del Alarde en Hondarribia en 1998.JAVIER HERNÁNDEZ

Fueron mujeres que decidieron que no querían vivir los Alardes de sus localidades desde la acera o solo como cantineras. Corría 1996. Un total de 56 vecinas de Irún y otras 26 de Hondarribia salieron a la calle en la primera localidad para integrarse de forma espontánea al desfile del Alarde el día grande de las fiestas de San Marcial, el 30 de junio. El 8 de septiembre repitieron en las fiestas de Hondarribia. Rompían así la tradición centenaria de que solo pudieran desfilar como soldados los hombres.

Ahora, 16 años después, la lucha por la igualdad de los Alardes mixtos de las dos poblaciones ha sido galardonada con el Premio Emakunde, dotado con 14.400 euros y entregado ayer en el Kursaal donostiarra. “Es un reconocimiento institucional para todas las personas implicadas en esta reivindicación y para nosotros un gran día”, comenta Txaro Arribas, miembro histórico del Alarde mixto de Irún.

“Fueron años duros y se quebraron socialmente los dos pueblos”, recuerda Isabel Alkain, capitana de la Compañía Jaizkibel de Hondarribia durante una década. “Fue una rotura total. Se rompieron familias, cuadrillas, se boicotearon los negocios de quienes nos apoyaban y los hombres que participaban fueron excluidos”, agrega.

Atrás quedan años de abucheos, agresiones y ensayos clandestinos. El rechazo no era solo cosa de un día. “El resto del año no podíamos salir ni a hacer la compra. Se generó mucho malestar, situación que fue cambiando cuando entró gente joven”, apunta Alkain. Fue una batalla metro a metro. “El día que conseguimos ensayar en la Parte Vieja de Hondarribia y dejamos atrás los barrios periféricos, fue toda una conquista”, recalca.

A principios de los noventa la sociedad de mujeres Emeki había comenzado a tantear en reuniones con los vecinos de Hondarribia la posibilidad de que las mujeres desfilasen como soldados. “Las respuestas no nos hicieron pensar que se iba a armar un buen lío”, indica Alkain, quien fue agredida en varias ocasiones.

“Fueron años duros”, recuerda la capitana de la Compañía Jaizkibel
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Las cosas han cambiado y se han normalizado. Ahora son apenas una minoría los ciudadanos que no aceptan los dos Alardes mixtos.

La Compañía Jaizkibel cuenta con 330 miembros y la de Irún supera los mil integrantes. Sin embargo, el Alarde mixto de Irún, que es público, no está incorporado al que se conoce como tradicional. “Nos gustaría formar uno”, dice Arribas. Y Jaizkibel es “una compañía huérfana”, apostilla Alkain.

En 1998, los Alardes tradicionales, todavía mayortitarios, se empezaron a gestionar de forma privada. “El Ayuntamiento se desentendió para evitar trabajar en favor de llegar a una solución”, critica Alkain. “El compromiso por la igualdad ha sido nulo porque en muchos años nadie ha hecho nada”, concluye Arribas.

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