“El crédito ha sido una forma de redención”
Cuando el escritor Pedro Ugarte empezó a pensar en la historia que cuenta El país del dinero (Algaida), el libro con el que ganó el V Premio Logroño de Novela, no se atisbaba la crisis ni se hablaba de burbuja inmobiliaria. Pero en los negocios de la construcción y en la corrupción encontró un mundo literario que ganó en actualidad con el cataclismo económico. Las diferencias sociales entre la Margen Derecha y la Izquierda de la Ría del Nervión, que nunca se nombran en la narración, acaban por cerrar el escenario de la novela.
Perfil
Pedro Ugarte (Bilbao, 1963), licenciado en Derecho, compagina la literatura con el trabajo como responsable de relaciones con los medios de comunicación de la Universidad del País Vasco y sus columnas en EL PAÍS. Sus libros han obtenido el aval de los premios: Los cuerpos de las nadadoras (1996) fue finalista del Herralde y consiguió el Euskadi de Literatura. Después ha sido galardonado con el Lengua de Trapo (Casi inocentes), entre otras distinciones, antes de recibir el V Premio Logroño de Novela por El país del dinero, que ahora llega a las librerías.
“El boom inmobiliario es muy novelesco porque ha generado ascensos muy rápidos y ruinas estrepitosas”, indica Ugarte. “Pero ha ido más allá. Todos hemos vivido el crédito, los constructores y cualquiera de nosotros, como una forma de redención personal. Era un camino hacia una vida mejor, hacia una tierra prometida. Y me interesa como inciden esas circunstancias en las relaciones entre personas. Cuando eso se cae por la crisis económica, su importancia es aún más grande. Las referencias a los negocios inmobiliarios y a la corrupción en el libro son una excusa para que el dinero circule”.
La novela llega siete años después de Mañana será otro día, una etapa en la que sólo ha publicado relatos y artículos periodísticos. “En el cuento lo importante es hallar el tono, el punto de vista; en la novela el problema es la estructura”, explica. En el caso de El país del dinero el germen de la obra está en “la obsesión” por las consecuencias de lo económico. “No se trata de hablar del dinero, de lo mucho que alguien quiere tener, sino del dinero como tema literario. El país del dinero de la novela es un lugar metafórico y también una forma de hablar de algo más amplio: de las condiciones económicas en la vida de las personas”.
El país del dinero es un lugar metafórico”
El tema ya circulaba en segundo plano en novelas anteriores de Ugarte, como Pactos secretos y Una ciudad del Norte. Ahora, en cambio, la novela gira sobre el eje del dinero como condicionante de la vida sentimental, profesional y social. “Forma parte de un discurso políticamente incorrecto tanto para la izquierda como para la derecha. No está bien visto que se reconozca que nuestra vida está condicionada por el dinero. No se explicita, pero lo está”, dice.
En la novela se dice que la ciudad es un hojaldre de muchas capas. En El país del dinero un personaje vive en la capa de la clase alta, su amigo también es un niño bien pero venido a menos, y el triángulo de protagonistas se cierra con una chica de extracción humilde que oculta un terrible secreto y entra con ellos en un mundo social que no es el suyo. “Lo novelesco ocurre cuando las personas se cruzan entre las capas del hojaldre, generando conflictos”, señala el escritor. “Los tres luchan contra su pasado, contra lastres muy distintos que cada uno arrastra”.
En El país del dinero el protagonista cuenta la historia en primera persona y se llama Jorge, como otros personajes centrales de las novelas anteriores de Ugarte. No son jorges muy distintos, cree el escritor. “Son personajes vitalmente diferentes, pero el modo de reflexionar es parecido, más tragicómico o más dramático, según las circunstancias. Escribí una novela en tercera persona, [Pactos secretos] y el protagonista no era Jorge”, recuerda. ¿Un álter ego del autor? “Es una especie de anclaje. Prefiero pensar que si el personaje narrador es el mismo resulta más coherente, aunque cambie con el tiempo. Y tiene pinta de que va a seguir adelante”.
La división entre la Margen Derecha e Izquierda es muy teatral"
Cada uno de los 16 capítulos del libro tiene un título que suena a proverbio. “Haces tantas veces las mismas cosas que tus errores se vuelven invisibles” o “Cuando un centinela está asustado es que guarda algo valioso” no apuntan referencias al contenido. “Sinceramente, no se cómo ha salido así. No son especialmente originales, son aforismos de baja estofa”, bromea. “En una segunda intención hubo un resorte comercial, del tipo que funciona en la elección de una portada, para enganchar al lector. Pueden no estar vinculados a lo que se cuenta en el capítulo, pero si al contenido global de la novela”.
Una amistad entre diferentes sirve para dibujar dos ambientes sociales, uno de clase alta otro de trabajadores, separados por físicamente por una barrera de agua. No se dice explícitamente en la novela, pero se reconoce la comarca del gran Bilbao que la Ría separa en dos márgenes tan diferentes. “La división entre la Margen Derecha y la Izquierda es muy teatral. Se miran, hay comunicación y la gente que prospera cruza de la izquierda a la derecha, pero la distancia se mantiene por razones económicas”, prosigue el autor de El país del dinero. “La conciencia de la desigualdad persiste”.
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