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Ecos de glorioso pasado lírico

Más allá de Bori o Cortis, el Palau de la Música muestra 200 voces que llevaron la lírica valenciana por escenarios de todo el mundo

El bajo Andrés Perelló.
El bajo Andrés Perelló.

Muchos valencianos han oído hablar del tenor Cortis y de la soprano Lucrezia Bori, cuando menos porque tienen calles o plazas a su nombre. Muchos menos sabrán, sin embargo, de Elena Sanz (Castellón, 1849- Niza, 1898), una contralto que fue “la primera voz valenciana en cantar en América”, según ponen de manifiesto Giuseppe Matteis y José Doménech en el catálogo de la exposición Cantantes líricos de la Comunitat Valenciana 1850-1950 que ayer se inauguró en el Palau de la Música. En su momento fue mundialmente conocida por ser no sólo la favorita de Alfonso XI en la ópera del mismo título, sino también favorita de Alfonso XII, con quien, siendo éste príncipe, mantuvo una “apasionada relación amorosa de la que nacieron dos hijos”. Jugadas del destino, murió “prácticamente arruinada”, habiendo renunciado a cualquier pretensión sucesoria del trono para sus hijos, que a su muerte reclamaron sus derechos como herederos de la Corona.

El bajo Andrés

Más afortunado fue el bajo Andrés Perelló de Segurola (Valencia, 1875-Barcelona, 1953), que debutó en el Liceo barcelonés y allí interpretó a Albéniz bajo la batuta del propio compositor. Recorrió algunos de los principales escenarios europeos y americanos hasta recalar en Nueva York, donde contabilizó 339 representaciones en el Meropolitan, algunas junto a Caruso y la misma Lucrezia Bori. Es imaginable la vida glamurosa del cantante al saber que la actriz Gloria Swanson le convenció para trasladarse con ella a Hollywood, donde hizo una veintena de películas.

Las glorias ofrendadas por la tierra valenciana al canto lírico internacional van mucho más allá de tres o cuatro nombres, hasta llegar a los 200 registrados de una u otra forma en la exposición. Como Maria Llácer (Valencia, 1988-Rávena, 1962), de cuya muerte se cumple medio siglo y de la que se recuerdan memorables interpretaciones como la de Kundry de Parsifal en la Arena de Verona en 1924. El tenor Giovanni Voyer, uno de los que italianizó su nombre (Juan Boyer) para el canto, llegó a protagonizar Tannhäuser con Renata Tebaldi en Trieste. La francmasona Filomena Llanes cantó Il Trovatore ante el mismísimo Verdi. La familia alicantina Gorgé llegó a contar con 14 miembros dedicados a la lírica, entre ellos la niña prodigio Milagros.

La soprano Elena

La exposición permite ver cómo varias cantantes se retiraron prematuramente de los escenarios al casarse. Tal es el caso de María Ros, que abandonó los escenarios “para dedicarse a disciplinar la voz de su esposo”, Giacomo Lauro-Volpi. Luisa Pitarch, la más veterana de la muestra, se retiró de la vida artística al casarse con un noble de Palermo. La contralto Concha Dahlander lo dejó al casarse con Amalio Gimeno y Cabañas, ministro de Marina.

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