“La fotografía tiene la magia de hacer de lo cotidiano algo extraordinario”
El fotógrafo Vari Caramés se enfrenta a su primera retrospectiva con la sensación de estar haciendo “un repaso de 30 años aprendiendo a mirar, un trabajo que te lleva toda la vida”. La exposición Ritmo mareiro, una metáfora del paso del tiempo, arranca en la sala Rekalde el próximo 20 de abril un recorrido que llevará sus brumosas fotos a A Coruña en 2013 (Kiosco Alfonso).
Pregunta. ¿El paso del tiempo ha cambiado la manera de ver sus fotografías?
Respuesta. Sí, cogen solera. Ahora que está tan de moda, diría que son vintage. Es una exposición entrañable, me pone los pelos de punta ver todo el trabajo reunido. Tenemos la intención de montar la exposición como un gabinete de coleccionista, un mosaico. No me va el orden.
P. Pero trabaja en series.
R. Sí. Yo suelo decir que van encajando como el arbolito del ADN, que va uniendo las moléculas con un orden caótico pero al final determina una personalidad. Ese es el espíritu de la exposición: unir moléculas que configuran un corpus. Es como veo el mundo, a través de una ventana.
P. ¿Qué ventana?
Perfil
Vari Caramés (Ferrol, 1953) inició su camino en la fotografía cuando a los 15 años su padre le regaló una cámara Voigtländer. De formación autodidacta, empezó entonces a experimentar captando imágenes, tanto en blanco y negro como en color. Tras fotografíar paisajes y escenas de su entorno ahora se está adentrando en el retrato en un proyecto con los músicos de la Orquesta Sinfónica de Galicia.
R. Es la metáfora perfecta del mirar. Siempre miramos, de dentro a fuera o de fuera adentro, pero a través de algo. Ahí esta la sensación placentera de ir descubriendo el mundo a través de la ventanita que es el visor de la cámara. El mundo gira alrededor de esas miradas, de escenarios, misterios de lo cotidiano que aparece por ahí. Yo trabajo con cosas próximas a mí. Soy muy intuitivo y me fio de mi intuición, aunque a veces me equivoque. El azar es más emocionante que la certeza, y para sorprender a los demás, tienes que sorprenderte a ti mismo. La fotografía tiene un componente de magia, que hace de lo cotidiano algo extraordinario. Ese es el fascinante reto, que al ver la imagen cosas que, aparentemente, no tienen interés cobren otra dimensión.
P. ¿Los aspectos técnicos son secundarios?
R. Sí, pero no a propósito. El tiempo de cocina que tienen las cosas es muy importante y siempre me he preocupado de que las fotos estuvieran lo mejor presentadas posible, sin llegar al punto talibán de mirar la perfección. Me interesa que la foto hable, que cuente historias, si está bien positivada, mejor. Yo, una vez que he resuelto una serie de temas, siempre he sido un poco gamberro con la fotografía.
P. ¿Gamberro?
R. Nunca me lo tomé demasiado en serio. No buscaba la pureza, ni la calidad. Buscaba divertirme y utilizar la fotografía como si fuera un pincel.
P. ¿Una fotografía que se acerca a la pintura?
R. Sí, sí. Tengo muchas referencias de la pintura, desde niño lo vi en mi familia. Luego, tuve la suerte de estar en contacto con artistas. Me encanta la pintura y el cine. Es obvio que tengo una visión cinematográfica por mi fascinación por el cine. Nunca he sido un fotógrafo típico, yo he hecho mucho con poco. Me encanta demostrar que la fotografía es más que un rollo técnico.
P. Así que no entra en el debate de lo digital.
R. Todas las herramientas son útiles, pero lo importante es como las utilices. Y que te encaje. Yo sigo divirtiéndome con cámaras antiguas o de usar y tirar, y volviendo locas a las películas. Hago experimentos, veo la fotografía como un juego. Yo me le paso bomba. Probé a hacer digital y me encontraba muy raro. Ese no era yo. Prefiero ir con mi banderita de resistente. Déjame como estoy.
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