“Dan siete horas seguidas de una asignatura”

Su compañera de piso es argentina, los que se sientan a su lado en clase han pasado de ser en su mayoría vascos a checos con un acento alemán que ... Alba Montes es una joven de 20 años que estudia tercero de Turismo. Su nuevo hogar para lo que resta de curso es una localidad cercana a Praga, a la que ha acudido con idea de “estudiar alemán y reforzar el inglés”.

Esta joven mira ya de reojo al futuro lejos de las paredes de la universidad, en el que espera dedicarse a la promoción turística desde el sector público, pero ahora se contenta con aprovechar al máximo el Erasmus para viajar, además de mejorar en idiomas. De hecho, Montes apura los minutos con este periódico antes de viajar a Viena, uno de los lugares del mapa que tachará cuando vuelva a España.

Lo más chocante es el sistema educativo, que considera muy diferente al español, y algunas rutinas que chocan con el día a día de las universidades vascas. Por ejemplo, el hecho de que haya “siete horas seguidas de la misma asignatura”. Estudiar todas las asignaturas en inglés es otra de las cuestiones que considera novedosas, ya que la distancia, y el cambio de ciudad la tiene asumida —es de Aranda de Duero (Burgos) y estudia en Euskadi—. Y una de las cuestiones más enriquecedoras, la multiculturalidad. “Hay gente de todas partes”, considera.

Montes es una de los dos millares de universitarios que hacen las maletas cada curso para volar a Europa. Pero más allá de sus fronteras también se envían estudiantes. La UPV, por ejemplo, suma 1.400 convenios de Erasmus y otros 400 de movilidad internacional con universidades del resto del mundo, algunos tan curiosos como Nueva Vizcaya, en Filipinas. Extender estos programas a más estudiantes es el reto de todas las universidades, además de la obsesión por atraer a más alumnado extranjero. Mondragon Unibertsitatea tiene también otras becas para estudiar, hacer prácticas o redactar el proyecto de fin de carrera en una universidad fuera de España.