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Grupos muy violentos siembran el caos en el centro de Barcelona

Los altercados dejan 44 heridos, 50 detenidos e innumerables destrozos Los Mossos lanzan botes de gas lacrimógeno y pelotas de goma

Rebeca Carranco
Disturbios, ayer por la tarde en el centro de Barcelona.
Disturbios, ayer por la tarde en el centro de Barcelona. GIANLUCA BATTISTA

Los disturbios empezaron ayer a las 13.30 en Barcelona. A las nueve de la noche seguían. Pequeños grupos muy violentos se dedicaron a romper escaparates, quemar contenedores, encender barricadas, incendiar establecimientos, tirar piedras y palos, romper mobiliario y, en definitiva, a trabajar activamente para sembrar el caos en el centro de la ciudad. A última hora, había 50 detenidos en toda Cataluña y 44 heridos (16 de ellos policías), Barcelona estaba patas arriba y la huelga general en contra de la reforma laboral había quedado empañada por los graves altercados. Los disturbios acabaron afectando a familias al completo que se vieron inmersas en la violencia de unos pocos.

Los incidentes empezaron en la calle de Balmes. Pasadas las 13.30, varios contenedores de las esquinas empezaron a arder en cascada. Los antidisturbios llegaron a la carrera a la zona. Los violentos también destrozaron varias sedes bancarias. La policía se preparaba para un día difícil. El consejero de Interior, Felip Puig (CiU), lanzó en una rueda de prensa matutina la peor previsión posible: “Será más complicado que en las huelgas anteriores”.

Pero a las cuatro de la tarde parecía que su augurio iba a ser exagerado. Los Mossos y algunos manifestantes habían efectuado algunas carreras en el paseo de Gràcia, pero todo se quedó en leves enfrentamientos y volvió la normalidad. A las 16.30 empezaba una manifestación convocada por CGT y CNT que la policía había calificado como de alto riesgo. A las 17.30 seguía el ambiente festivo, sin incidente alguno.

La cabecera arrancó a esa hora de los Jardinets de Gràcia hacia la Diagonal. Una multitud (50.000 personas, según los convocantes; 5.000, según la policía) entraron por Pau Claris de forma pacífica. Pero un grupo pequeño, formado por una veintena de personas encapuchadas y vestidas de negro, empezó a quemar contenedores a la altura de la calle de Mallorca. Y siguieron arrasando con todo lo que encontraban a su paso.

A medida que la manifestación avanzaba, los altercados se multiplicaban. Al llegar a la calle de Fontanella, justo antes de la plaza de Catalunya, se desataron los enfrentamientos. Los violentos incluso habían roto el pavimento para armarse con adoquines. Varios furgones de los Mossos entraron a toda velocidad y arremetieron contra los violentos. Lejos de amedrentarse, estos les respondieron con botellas y piedras. La policía cargó con contundencia. Varias personas ajenas a la protesta se vieron inmersas en la refriega. El grupo violento se dispersó y con ellos desaparecieron los altercados. En la plaza de Urquinaona, un grupo de manifestantes atacó en tropel a los agentes de los Mossos, lo que dejó una estampa insólita: la policía catalana huyendo en los furgones ante la imposibilidad de controlar la situación.

Las cargas se repitieron en la Gran Via, el paseo de Gràcia, Diputació, Balmes... Familias enteras corrían a refugiarse en bares. La policía actuó durante varias horas en el centro y utilizó todas sus armas: pelotas de goma y botes de humo con efectos lacrimógenos e irritantes. Los manifestantes huían de la zona tapándose la boca con pañuelos y bufandas para protegerse del humo, que Interior afirmó que era inofensivo. Más de cuatro horas después, seguían las sirenas y los destrozos. Barcelona era un reguero de cristales rotos, pintadas y contenedores consumidos.

Solo en destrozos, la actitud de unos pocos ha costado 200.000 euros, según cuantificó el alcalde de la ciudad, Xavier Trias (CiU), que anunció también que el Ayuntamiento se personará contra todos los detenidos por la Guardia Urbana (15 en total, de los 36 arrestados en Barcelona). “Esto no se puede admitir”, lamentó el alcade.

Con información de Camilo S. Baquero, Maiol Roger, Ivanna Vallespín y Anthony Coyle.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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