Dos supervivientes relatan el horror de Mauthausen
El documental ‘Estación de peaje’ recoge su testimonio
Dos supervivientes españoles del campo de concentración de Mauthausen (Austria) consideran necesaria la localización de desaparecidos y fallecidos en conflictos bélicos para “cerrar heridas”, y, aunque han tratado de “olvidar” para retomar sus vidas, piden que estos episodios atroces no mueran en la memoria de la sociedad. Solo así las familias podrán “descansar”.
Es la opinión de dos alicantinos, Antonio Ballesta, de 101 años de edad, y Francisco Aura, de 94, quienes han dado su testimonio de vida y horror en el documental Estación de peaje, elaborado por la Fundación General de la Universidad de Alicante, bajo la dirección histórica del catedrático Josep Miquel Santacreu.
Ballesta comenta algunos aspectos de aquel horror, como la falta de alimentos. “Los mendrugos de pan que ellos —los nazis— tiraban, para nosotros eran un banquete”, rememora. Aunque intenta decir más cosas de las que su salud le deja, recuerda que perdió a Raúl, su mejor amigo, mientras su hermana, con la que vive, relata que “Antonio subía aquella escalera famosa de Mauthausen casi desnudo y cargando sobre su espalda ladrillos”.
Ballesta y Aura ven necesario localizar a los desaparecidos para “cerrar heridas”
Mientras habla en su casa, de forma pausada y áspera, enseña las cartas que enviaba a su familia y algunos carnés identificativos de aquellos años “cuando yo —dice entre risas— tenía el pelo negro”. “Yo pensaba que las cartas las tiraban al retrete, pero llegaron”, afirma sorprendido.
Muy pocos de los supervivientes quieren rememorar su experiencia
El documental, cuyo título responde a la traducción en español de Mauthausen, plasma con entrevistas e imágenes “la supervivencia” de estos dos antiguos combatientes del Ejército republicano que, tras huir a Francia finalizado el conflicto bélico español, fueron apresados por las tropas nazis.
Santacreu explica que, a pesar de que más de 500 valencianos estuvieron presos en Mauthausen —de los que alrededor de 200 lograron sobrevivir—, “muy pocos de estos últimos han querido rememorar ante una cámara lo que padecieron”. La mayoría de los supervivientes “aún tiene miedo de narrar lo ocurrido”, pero Ballesta y Aura son “partidarios de hablar, pues para ellos supone una liberación”.
Ambos presentan problemas de salud, pero “tienen lucidez mental”, lo que les permite “recordar y comentar”. “Son dos supervivientes natos”, añade el catedrático.
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