Una vida tras Mauthausen
Antonio Ballesta Martínez, último alicantino superviviente del campo de concentración nazi, cumple el domingo 100 años
"El hombre no es malo por naturaleza". El aserto es de una persona que ha sufrido en carne propia el más horroroso ejemplo de escarnio, vejación y tortura del hombre sobre el hombre: El campo de concentración nazi de Mauthausen-Gusen. Antonio Ballesta Martínez ha sobrevivido a esa brutal experiencia y el domingo cumplirá 100 años. Una larga vida que le ha convertido en el último alicantino vivo que sobrevivió al infierno nazi.
La entidad cívica Alicante Vivo ha desvelado el secreto de Antonio Ballesta. Hasta ahora, según los datos facilitados por el colectivo, se creía que el último alicantino superviviente al campo de concentración había sido José Forne Navarro, fallecido en abril de 2007 a los 91 años. Juan José Amores, portavoz de Alicante Vivo, señaló ayer que tuvo conocimiento de la historia de Antonio Ballesta por su enfermero. "Hablamos con él y corroboramos su veracidad", dijo.
"Si dejábamos una arruga en la cama, nos daban 25 azotes"
Intercambió la identidad con otro detenido de Alicante
El casi centenario Ballesta alcanza este título de último superviviente a Mauthausen de Alicante por las casualidades de la vida. Oficialmente, Antonio Ballesta había muerto en el campo de concentración. Su nombre integraba la lista, por orden alfábético, de todos los alicantinos asesinados en el campo nazi. "Baix Segura. Albatera. Ballesta Martínez, Antonio. Nacido en el 11 de diciembre de 1910, procedente del Stalag XI-B, donde tenía el número 87328. Murió en Gussen el 3 de septiembre de 1942", recoge la lista.
Pero en realidad Antonio no murió. Al contrario, fue otro alicantino, Rafael Millá, hijo del último alcalde republicano de Alicante, el fusilado por los nazis. Ambos habían intercambiado su identidad días antes.
Ballesta es hijo de una familia humilde, radicada en el barrio alicantino de San Blas. El inicio de la Guerra Civil marcó su destino. Como miembro de la Guardia Republicana, su primer destino fue Arganda para acabar en Barcelona, desde donde partió al exilio francés. Allí, se unió a la Resistencia gala, pero tras ser esta doblegada por el ejército alemán, en junio de 1940, cayó prisionero de Hitler.
Primero fue conducido a Belfort, donde acordó intercambiar la identidad con Rafael Millá. "Llamaron a Rafael y me presenté yo", declara Antonio al colectivo. Luego fue subido a un tren rumbo a Mauthausen. "Allí, me enteré de que Rafael había muerto", relata. Su compañero falleció con la identidad cambiada y así quedó registrado.
Los recuerdos de Antonio sobre su estancia en Mauthausen son estremecedores: "Si dejábamos una arruga en la cama, nos daba 25 azotes, y si decían tu número y no respondías, te molían a palizas", comenta. "La sopa, el pan, la mantequilla... aquello era oro", añade.
Antonio sobrevivió hasta la liberación del campo por los Aliados. Hasta la muerte Franco estuvo afincado en Francia, y hace unos años regresó a Alicante, a su casa de San Blas. A las puertas del centenario, Antonio está delicado de salud, pero mentalmente sigue activo: "Está aprendiendo inglés, para sumarlo a las otras cuatro lenguas que habla", señaló ayer un familiar.
Cuando se le pregunta por su experiencia en Mauthausen dice: "He visto la cara de la maldad". Alicante Vivo solicita al Ayuntamiento que le rinda un homenaje.
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