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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ejemplaridad

"Si Alberto Fabra afirma que no permitirá que nada ni nadie manche la imagen y el buen nombre de las instituciones, es que no lo consentirá"

Ya está bien. Lo que nos faltaba por oír, lo hemos oído (y leído) bajo la rúbrica de diputados socialistas empeñados en mantener, cuando no empeorar, la pésima imagen de la clase política. Dicen, sin sonrojarse, que el presidente Fabra tolera la corrupción.

Me cuesta encontrar cualquier otro nombre de cualquier otro partido que, en tan poco tiempo al frente de la formación y del Gobierno, haya hecho tanto por la transparencia y la ejemplaridad. Elaboró, firmó y defendió la ponencia de Estatutos más tajante y menos tolerante con las conductas poco éticas que jamás se haya autoimpuesto un partido político. “Somos nosotros mismos los guardianes de la ejemplaridad de nuestras conductas”, dijo con los ojos de toda España puestos en él. Amén.

La oposición necesita una diana en la que descargar sus frustraciones y en Alberto Fabra no la encuentra. Por ningún lado. No hay manera. Recto, firme y consecuente. Serio. Poco dado al barro del debate inútil, difícil, cuando no imposible, de pillar en un renuncio. Y eso a una oposición malacostumbrada a dar espectáculos de pandereta en el escenario del Parlamento valenciano simplemente le desespera. Primero porque no y ahora porque sí. El presidente no sólo ha dicho, además, ha hecho. Eso nos faltaba, pensarán, encima va y cumple. Sí, señorías, Alberto Fabra es un hombre de palabra.

Si dice que no hay recortes en educación, es que no hay recortes en educación. Y todavía ningún parlamentario de la Cámara Autonómica ha demostrado lo contrario, ni detrás de las pancartas, ni subido a la tribuna. Para consternación del arco izquierdo de les Corts Valencianes, si Alberto Fabra afirma que no permitirá que nada ni nadie manche la imagen y el buen nombre de las instituciones, es que no lo consentirá. Y, cuando aplica la regla de tres, al PSPV se le revuelven las entrañas.

No hay manera, es un muro, sin fisuras. Todas las soflamas contra él rebotan, no le tocan, ni un rasguño. Entiendo que eso puede ser frustrante, pero, por alguna razón que no consigo comprender, la oposición sigue, erre que erre, como si no hubiera mañana, intentando, sin éxito, desgastar un liderazgo que ya les gustaría para sí y que no pueden soportar en casa del vecino.

Sigan ustedes a lo suyo, que nosotros, con Fabra a la cabeza, seguiremos a lo nuestro, que es sacar a la Comunidad Valenciana y a este país de la crisis económica que algunos no veían, cegados por la astilla en el ojo ajeno. No es pequeño el reto como para pensar que nos podemos entretener en otra cosa que no sea conseguirlo. Intimidar, buscar el enfrentamiento en otra cosa que no sea la lógica y deseable disparidad de opiniones entre partidos políticos diferentes es perder el tiempo de los ciudadanos. Es traicionar su confianza. Es despreciar el sufrimiento de miles de familias valencianas y españolas que claman por una solución a esta crisis devastadora.

Decepcionados, tal vez, están en la bancada de enfrente, por las guerras de guerrillas que llevan años minando un socialismo valenciano que no se merece lo que le dan en Blanquerías. Frustrados por su falta de ideas y de iniciativa. Por su incapacidad por conectar con los ciudadanos. La pataleta es lo único que les queda. Pues bien, sigan llorando. Laméntense. Gasten energías.

Ladran, luego cabalgamos. Y quien quiera entender, que entienda.

César Sánchez es diputado en las Cortes Valencianas por el PP.

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