Iceta se asienta en la diócesis vizcaína
Año y medio después de su polémica consagración al frente de la principal diócesis vasca, contestada por un nutrido sector crítico de diocesanos, Mario Iceta parece asentado ya como obispo de Bilbao. Su gestión apenas ha variado el día a día de una comunidad ajena al conflicto que preveían en octubre de 2010 los más catastrofistas como respuesta de las bases a una supuesta regresión ideológica. Sí se ha visto salpicada, en cambio, por algunas polémicas que no han hecho sino constatar la vigilancia constante a la que se ve sometido el prelado por parte de la comunidad eclesial.
Iceta maniobró bien desde el inicio al dar continuidad a la mayoría de los miembros de la diócesis que hasta ese instante habían ocupado puestos de responsabilidad. La clave estuvo en la designación de dos vicarios generales como su principal apoyo para la gestión: uno dedicado a la curia y otro, a la labor pastoral.
Para el primer puesto se decantó por Félix Alonso, un hombre de su confianza. En el segundo, en cambio, mantuvo al hasta entonces único número dos, Ángel Mari Unzueta, predilecto de las bases. Fue un gesto bien recibido por el denominado Foro de Curas de Bizkaia, que integra a más de medio centenar de fieles críticos con la designación del prelado. Unzueta representó a la Iglesia en la conferencia de paz de San Sebastián de octubre pasado que precedió al cese definitivo de ETA.
La pluralidad guió también las posteriores renovaciones del Consejo de Presbiterio y del Pastoral Diocesano. Desde entonces, las polémicas han sido menores y aisladas. El sector crítico solo exhibió cierto malestar por el aval de Iceta a la celebración en Bilbao el pasado abril de las Jornadas de la Asociación Católica de Propagandistas, así como por el veto inicial a una conferencia del polémico teólogo Andrés Torres Queiruga del que finalmente se retractó el obispo.
Iceta, sin embargo, no ha desaprovechado la oportunidad de marcar su propio sello, siempre en clave de futuro, como en la designación del nuevo rector del seminario, para la que no se guió por la opinión de la comunidad. “Es consciente de que tiene tiempo por delante y de que no hay prisa. No solo por su juventud, sino por la avanzada edad del sector crítico. Su proyecto se centra en los futuros presbíteros”, sostiene un veterano sacerdote.
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