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La Tierra ya tiene biografía

El Museo de Ciencias Naturales completa su recorrido con la exposición ‘Planeta Vida’, un repaso a la historia del mundo desde el ‘big bang’ hasta la hominización

José Ángel Montañés
Recorrido por la nueva exposición de referencia del Museu Blau.
Recorrido por la nueva exposición de referencia del Museu Blau.TEJEDERAS

En 2011 el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona abrió una nueva sede en el edificio triangular del Fórum y el viejo museo que nació en el parque de la Ciutadella pasó a llamarse Museu Blau, por el característico color azul ultramar del edificio de Herzog & Meuron. Pero abrió de forma incompleta, ya que solo se podía visitar parte de sus 9.000 metros cuadrados, en el que se exponía unas 4.500 piezas de su rico patrimonio natural, formado por rocas, minerales, meteoritos, animales, fósiles, hierbas, microorganismos y hongos.

Un año después el museo inaugura su segunda gran exposición de referencia: Planeta Vida, que completa su discurso museográfico y en la que explica la evolución de la Tierra, desde el big bang hasta la aparición del hombre. Trabajo arduo, si tenemos en cuenta que se trata de condensar en unos metros los miles de millones de años que se calcula que tiene de historia nuestro planeta.

Rocas, minerales y fósiles permiten recorrer la larga historia del planeta

El punto de partida es la teoría Gaia, desarrollada por James Lovelock y en la que defiende que Gaia, Gea, Pachamama o la Madre Tierra, tal como han llamado las diferentes culturas a la Tierra, es un planeta viviente en el que todo funciona como un superorganismo que modifica su composición interna para asegurar su supervivencia. La teoría no está aceptada por todos, tal como reconoce Anna Omedes, directora del museo: “Es arriesgada y criticada por algunos como lo fue Darwin con la suya de la evolución, pero también lo son las vitrinas desordenadas de la exposición La Tierra hoy”, en referencia a cómo se muestran las especies en su centro; no por familias, sino por conceptos, como el tipo de alimentación, forma de las alas o las estrategias para sobrevivir de las diferentes especies. “Y han gustado mucho”, remacha.

Tras contemplar en primera persona la explosión del universo y cómo ha cambiado la imagen de la Tierra en apenas segundos, el visitante se sumerge en este viaje en el que el edificio de Herzog se convierte en un aliado único. Su aspecto telúrico, potenciado por la poca luz y el sonido del agua y de diferentes animales nos transporta al interior de la Tierra y sus diferentes etapas: Arquea, Proterozoico, Paleozoico, Mesozoico y Cenozoico, periodos en los que se formaron los continentes, los ríos y las cordilleras y en los que aparecieron los seres vivos que, con el tiempo, fueron evolucionando, casi siempre reduciendo su tamaño. Aunque la mayoría, por suerte, acabaron desapareciendo. Como el Ophthalmosaurus, un enorme y voraz pez que tenía unos ojos de 23 centímetros de diámetro protegidos por placas óseas, o el Aepyornis, también llamada ave elefante, que ponía huevos como el que se expone de 50 centímetros y que vivió en Madagascar hasta el siglo XVII. Junto a los animales, se exponen media docena de grandes proyecciones y restos encapsulados de rocas, fósiles, minerales, lava y meteoritos, por lo que esta nueva zona se potencia para convertirse en el paraíso de los amantes del reino mineral.

La instalación del Paleozoico con la réplica de unos de los animales que vivió entonces.
La instalación del Paleozoico con la réplica de unos de los animales que vivió entonces.

El recorrido se completa con seis islas de ciencia que explican temas específicos como la clasificación, la evolución de las especies, el Mediterráneo y el comportamiento animal, en el que se explica cómo se aparean, o se relacionan los animales, y en el que se asegura que el máximo de amigos que los humanos somos capaces de soportar es 150, algo que los millones de usuarios de las redes sociales no deben de conocer.

Muchas más son las personas que han visitado el museo en el periodo de tiempo que lleva abierto: 152.000 (el 60% familiar), según explicó Omedes, contenta de la respuesta de los vecinos de Sant Martí, que alcanzan el 30% de las visitas.

Ayer también se visualizó el acuerdo entre la Generalitat y el Ayuntamiento para convertir este centro en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, tal como acordaron en noviembre. Entonces anunciaron la creación de un consorcio en el que entraría de forma progresiva la Generalitat a partir de 2014, para alcanzar la paridad en ocho años. Actualmente, el museo está formado, aparte de por el Museu Blau, por el Jardín Botánico, el Museo de Zoología y el de Geología. En el último, cerrado al público, se abrirá, según Omedes, un gabinete de curiosidades que explique el coleccionismo hasta el siglo XX que permitirá exponer parte de los millones de piezas que conserva este museo de más de 130 años de historia.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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