Sorpresas en el patrimonio barroco madrileño
Nuevos hallazgos de lienzos de escenografías de Battaglioli para el Coliseo del Buen Retiro
¿Quién dijo que Madrid carecía de escenografías barrocas? La historiadora española Margarita Torrione, catedrática de la Universidad francesa de Savoie, ha localizado desde 1997 hasta ayer mismo ocho de los más singulares testimonios que niegan tal presunta carestía. Tiene probada la autoría de media docena de lienzos al óleo del pintor de escenografías Francesco Bataglioli, nacido en Módena en 1725, que vivió y trabajó en la Corte del melómano rey español Fernando VI y de su oronda y musical esposa, Bárbara de Braganza, mediado el siglo XVIII.
Cuatro de los lienzos escenográficos los halló Torrione en Madrid, en los almacenes de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde permanecieron varios siglos sin identificar. Otros dos lienzos más los encontró en los fondos del museo parisiense de la ópera Garnier. Ayer mismo, la catedrática recibió testimonios fehacientes según los cuales, otros dos lienzos más del pintor de Módena podrían hallarse en una colección privada de Zaragoza.
La revelación de este hallazgo y la reivindicación para Madrid de tan importante patrimonio artístico- escenográfico la hizo Margarita Torrione este jueves en el arranque del congreso dedicado a la Corte de los Borbones, que se celebra hasta el fin de semana en la facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid. En su sede de Canto Blanco, el campus acoge a 54 ponentes y conferenciantes de siete universidades de Italia, Francia, Portugal y España, que desmenuzan el siglo XVIII y encaran la crisis del modelo cortesano borbónico. Hasta 22 comunicaciones completarán el contenido del foro, que ha reunido en Madrid a historiadores de la nombradía de la propia Torrione, el napolitano Giuseppe Galasso, el francés Lucien Blèy, además de los españoles Nicolás Ortega, María Victoria Pérez Cordón y Francisco Marín Perellón , entre otros académicos y profesores participantes.
En una sola representación, se utilizaron 18.000 velas
“Battagiloli pintó hasta doce de aquellos lienzos por encargo del soprano castrato Carlo Broschi Farinelli , la voz más reconocida de la Europa de su época, a su vez contratado por Fernando VI de España y su esposa Bárbara de Braganza para dirigir el Coliseo del Buen Retiro, que él transformó en la referencia musical y operística entre 1747 y 1758 ”, explica la catedrática española. Para hacerse una idea de la envergadura del compromiso del monarca y su pareja con la música cantábile, es preciso recordar que los fastos consagrados a la ópera por la Corona de España alcanzaron en una década la suma de 21.630.000 reales, tan solo en montajes, decorados y atrezzos.
“Y ello sin incluir los regalos a los compositores, ni los emolumentos de cantantes, como las virtuosi italianas Teresa Castellani y Regina Mingotti, o el germano Anton Racht, a la sazón los mejores del continente, contratados también por Farinelli”. El castrato era amigo del impar Pietro Metastasio, poeta cesáreo de la corte vienesa, al que encargó la escritura o adaptación de numerosos libretos “para ser acompañados al ritmo del abanico”, en frase de la época, con el fin de representar otras tantas óperas en el Buen Retiro.
Paseos cantantes en falúa real por el Tajo
Farinelli acostumbraba acompañar a Fernando VI y a la reina en sus paseos en falúa real por el río Tajo, frente a Aranjuez, y cantar a dúo con ella arias, canciones y sonatas, algunas de ellas compuestas en su honor por Domenico Scarlatti, mientras el rey les acompañaba con un clavicémbalo que podía hacerse desaparecer a voluntad bajo una trampilla. Por cierto, aquella misma falúa, profusamente decorada con motivos chinescos, se conserva hoy en buen estado en un museo de embarcaciones reales que mantiene en la ciudad ribereña Patrimonio Nacional.
Los citados doce lienzos de Battaglioli recogían otras tantas magnificentes escenografías, como la del llamado Palacio del Sol, perteneciente a la ópera en cuyo montaje se encendieron hasta 18.000 velas para otras tantas lámparas. Las decoraciones teatrales eran arquitecturas fingidas y pintadas de grandes dimensiones –recuérdese que el escenario del coliseo medía hasta 18 por 11 metros-, con hitos de esbelta estructura, límpidas atmósferas y cautivadores coloridos. Los puntos de fuga escénicos se abrían al horizonte del parque desde puertas monumentales pintadas o ensambladas por los escenógrafos italianos. La ilusión óptica se desbordaba: el mensaje consistía en considerar los fastos musicales del Coliseo como prolongación y expresión magnificente del poder de la Corte borbónica de Fernando VI, donde oficiaba de financiero Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, melómano y amigo igualmente de Farinelli.
En una década, la Corona gastó 20 millones de reales en decoraciones teatrales
Margarita Torrione ha documentado que en una pieza representada en el Coliseo del Buen Retiro, cerca de donde hoy se encuentra el Parterre, llegaron a exhibirse 1.300 columnas de cristal liso y 600 de cristal labrado, de metro y medio de altura cada una, donde descansaba el decorado. Fueron encargadas a la Real Fábrica de Cristal de La Granja. No menos fastuosas lo fueron óperas como La Didone Abandonatta, drama musical escrito para Madrid por el propio Metastasio, La Nitteti o Armida Aplacada, en cuya decoración llegó a exhibirse un sol ardiente con rayos metálicos que medían hasta 6,30 metros de longitud. Fue representada hasta 16 veces en apenas tres años.
De los escenógrafos italianos que trabajaron en Madrid antes de Francesco Batagiloli destacaron Jacopo Pavía y el Antonio Jolli, algunas de cuyas obras fueron reproducidas asimismo por el pintor de Módena. “Con las obras existentes en España de estos tres autores cabría hacer una excelsa exposición, que permitiría obtener una visión completa del vedutismo, esa pintura de planos generales tan descriptiva y llena de información histórica”, explica Torrione.
De los cuatro lienzos recobrados en Madrid, dos fueron restaurados y lucen en la saleta de Música de la sede académica madrileña. Otros dos están siendo restaurados ahora por orden expresa de Antonio Bonet Correa, cuyo mandato como director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando acaba de ser refrendado por el colegio académico. Ahora, a juicio de la historiadora Torrione, se trataría de emprender la búsqueda de los lienzos restantes, cuatro de los cuales fueron a parar al palazzo que Farinelli se hizo construir en Bolonia a su regreso de España, al finalizar su contrato en el Coliseo madrileño, escenario de las últimas escenografías barrocas. Un sobrino de Farinelli se encargó de dilapidar la copiosa herencia pictórica del maestro, en cuyo legado figuraron lienzos de Rubens y Velázquez, así como los citados de su compatriota modenés Battaglioli, que murió en 1796 en Venecia.
La escenografía histórica del Teatro Real durante el siglo XIX y hasta 1925, más abundante y no menos fastuosa que la de la centuria precedente, ha sido documentada y difundida por el catedrático de Dibujo Juan Paz Canalejo, en su libro La caja de las magias publicado por el Ayuntamiento de Madrid y la Universidad de Castilla-La Mancha en 2006.
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