‘Maestros Antiguos’, el torrente asfixiante y adictivo, perspicaz y divertidísimo de Thomas Bernhard
Cuarenta años después de la publicación de la novela, que puede leerse como el testamento literario del escritor austriaco, Javier Aparicio Maydeu ofrece una nueva edición con orientaciones que pueden ayudar a comprenderla


Maestros Antiguos, que puede leerse como el testamento literario de Thomas Bernhard (1931-1989), se publicó originalmente en 1985. Es una obra maestra. Cuarenta años después, Javier Aparicio Maydeu ha sacado una edición en la colección Letras Universales, con la traducción clásica de Miguel Sáenz y orientaciones que pueden ayudar a comprender la novela. La trama es sencilla, como en otras obras de Bernhard. Atzbacher, que lleva muchos años escribiendo una obra que quizá nunca vea la luz, se ha citado un sábado por la mañana en la sala Bordone del Kunsthistorisches Museum de Viena con Reger, un crítico musical octogenario que se ha quedado viudo hace poco, escribe de vez en cuando en The Times y quiere hacerle una propuesta. Desde hace décadas, Reger va un día sin otro a esa sala y se sienta frente al Retrato de un hombre de barba blanca, de Tintoretto. Ha convertido el banco que hay frente al cuadro en una especie de oficina portátil. Atzbacher llega una hora antes y observa a Reger y a Irrsigler, el vigilante del museo. Atzbacher reproduce observaciones y relatos que le ha contado Reger en otras ocasiones y luego a partir del encuentro.

El libro se construye como una sucesión de monólogos en un solo párrafo donde el crítico (y de vez en cuando algún otro personaje) repudia la falsedad, la mediocridad y la cursilería del arte, de la sociedad y de su país, que Bernhard también atacaba en Tala y El malogrado. El torrente es asfixiante y adictivo, perspicaz y divertidísimo. Repasa la filosofía de Heidegger —“ese ridículo burgués nacionalsocialista en pantalones bombachos”, “un rumiante filósofo superalemán, una vaca filosóficamente preñada” “que pastaba en la filosofía alemana y durante años dejó caer sobre ella en la Selva Negra sus coquetas boñigas”—, Stifter, la sensiblería literaria o Klimt. Despotrica contra la infancia, el Estado —“aniquila los seres”—, la mentalidad pequeñoburguesa y la mezquindad de las amas de llaves, los grupos que visitan los museos, el olor de los retretes vieneses y por supuesto sus compatriotas: “El austriaco es francamente el encubridor de crímenes nato”; “Si Austria fuera al menos una casa de locos, pero es un hospicio”. Es una diatriba centroeuropea sobre el agotamiento de la cultura occidental que a menudo suena más a Larry David que a George Steiner. También es una lección narrativa: en la superposición de puntos de vista y cajas chinas, en la combinación de fórmulas notariales y una atmósfera brumosa, en el uso de las repeticiones para lograr un efecto cómico y teatral, con la extraña sensación —que pudo influir a uno de sus admiradores más brillantes, Javier Marías— de cercar y fabricar el sentido al mismo tiempo.
Muestra una idea musical de la escritura, con reiteraciones, fugas y motivos; es un libro culturalista y punk sobre el arte, una reflexión sobre la vejez y una meditación sobre la mirada: “Todo lo que estudiamos exactamente nos decepciona al final”, dice Reger, que observa que cada original es una falsificación. Los personajes hablan de manera parecida, con sentencias lapidarias. De entrada no tienen oposición, pero el discurso avanza y hay matices y contradicciones más o menos explícitas. El hombre que se ha dedicado a estudiar el arte hasta acumular “un patrimonio espiritual monstruoso” no encuentra en él consuelo ni enseñanzas (ni siquiera en Goya, su pintor preferido) frente a la pérdida de su mujer: “Nos acostumbramos naturalmente durante decenios a un ser humano y lo amamos durante decenios y lo amamos en definitiva más que a cualquier otro y nos encadenamos a él y, cuando lo perdemos, es realmente como si lo hubiéramos perdido todo”.
Maestros Antiguos es una crítica de la cultura y a la vez lo que ahora llamaríamos un libro sobre la soledad y el duelo, conmovedor precisamente porque se aleja del sentimentalismo y sus imposturas. El brutal debelador que habla con generalizaciones y absolutos parece buscar y añorar ciertas compañías particulares: incluso ir al teatro con algo parecido a un amigo, sabiendo que la función, ni que decir tiene, va a ser espantosa.

Maestros Antiguos. Comedia
Edición de Javier Aparicio Maydeu
Traducción de Miguel Sáenz
Cátedra, 2025
240 páginas, 23,50 euros
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