Pederastas de hábito: un gran reportaje sobre los abusos del ‘Padre Pica’
El periodista Julio Núñez Montaña publica su investigación sobre el padre Alfonso Pedrajas, un depredador sexual que abusó de más de 80 niños en el Colegio Juan XXIII de Cochabamba


Mientras trataba de casar a su hijo con la hija del Papa, Lorenzo el Magnífico —gran conocedor de las interioridades de los Estados Pontificios— calificaba al Vaticano de “guarida de todos los vicios”. Papas simoniacos, amantes voraces de poder, cardenales de 12 años, hijos bastardos… esa es la Roma en la que vio la luz la Compañía de Jesús, explica Jean Lacouture en su extensa investigación Jesuitas (Paidós, 1993). Nacida en 1540, la orden religiosa pretendió ser, en la época de la reforma de Lutero, el ejército del Papa, al que estaban y están sometidos sus miembros por un especial y militar voto de obediencia. Los jesuitas han sido durante siglos un referente intelectual, capaces de indignarse con Diderot y d’Alembert por no haber sido consultados para redactar la Enciclopedia. Con exponentes brillantes, acusados de conspiradores y siempre inteligentes, con el paso de los siglos han acabado mimetizándose y adoptando los tics del sórdido sistema eclesial.
Las costuras de la apariencia han reventado con los casos de pederastia que han aflorado en los últimos años. EL PAÍS ha sido un abanderado en esa tarea de investigación a la que no ha escapado la Compañía de Jesús. Julio Núñez Montaña, periodista que, junto con Íñigo Domínguez, ha liderado la investigación en este periódico acaba de publicar Padre Pica. Cartografía de un abusador en la Iglesia.
El libro recorre, fundamentalmente, la historia del padre Alfonso Pedrajas, conocido en Bolivia como Padre Pica, un depredador sexual que abusó de más de 80 niños básicamente en el Colegio Juan XXIII de Cochabamba, que llegó a dirigir. Pica dejó constancia de sus truculentos abusos y de su tortura interior en un diario.
Julio Núñez tuvo acceso al relato tras la muerte del jesuita pederasta y gracias a un sobrino de éste. Y lo ha trasladado —tras dedicarle amplia información en EL PAÍS— al libro que nos ocupa. La narración de Núñez es exhaustiva, documentada y detallista, todo un referente estos tiempos en que algunos reivindican el divorcio entre periodismo y verdad. Es un exponente de la obsesión profesional por el rigor. Pica, en el relato de Núñez, nos hace descender hasta el infierno que vivieron sus víctimas, niños del internado muchos de ellos de familias muy humildes, cuyas camas recorría el pederasta de madrugada valiéndose de su autoridad.

Pedrajas se manifiesta como un hombre de sensibilidad social progresista —admirador de los luchadores latinoamericanos, como el Che—, que arrastra esa patología de la que la jerarquía eclesial sólo ha decidido darse cuenta cuando la imperfecta sociedad de los hombres ha tomado cartas en el asunto.
Hasta que esto ha sucedido, la jerarquía eclesial se había limitado a esconder los delitos. Cambiaban de destino al abusador, desdeñaban las denuncias de las víctimas y no tenían empacho en mentir para evitar que los casos afloraran.
En el caso de Pica, hasta cuatro ex provinciales de Compañía de Jesús han sido investigados por la justicia en calidad de encubridores, explica el autor. Siempre estuvieron al corriente de todo y lo escondieron para salvar a la institución, no a los niños. Especialmente ilustrativa resulta una carta que el general de los jesuitas —Peter Hans Kolvenbach— envió en 1998 a todos los provinciales: “Si se trata de un caso aislado y el escándalo es evitable puede considerarse la posibilidad de traslado a otro lugar(…) , recoge Julio Núñez en su libro.
Dei non hominum est episcopos iudicare (juzgar a los obispos corresponde a Dios, no a los hombres), se afirma en un epígrafe de las estancias de Rafael en el Vaticano. Mejor el venidero juicio de Dios que la justicia imperfecta de los hombres.

Padre Pica. Cartografía de un abusador en la Iglesia
Debate, 2025
288 páginas, 19,90 euros
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