Attawalpa, cantante: “La música es un poder superior. Es lógico que la usemos para sanar, no para herir”
El músico angloperuano Luis Felber publica un nuevo disco mientras compone las bandas sonoras de los últimos proyectos de su pareja, la actriz y directora Lena Dunham

Por casualidades del destino, estoy en la casa londinense de Lena Dunham, creadora de la exitosa serie Girls. Me ha invitado su esposo, el músico angloperuano Luis Felber (Winchester, Reino Unido, 39 años), a quien conocí en un concierto. El edificio de cuatro plantas en el barrio de Islington, decorado por Dunham en una acogedora hipérbole de arquitectura victoriana, tonos pastel y motivos millennials, aloja en el ático el estudio de grabación donde Luis se transforma en Attawalpa. Ella está en Los Ángeles, rodando un largometraje, Good Sex, con Natalie Portman, Mark Ruffalo, Rashida Jones y Meg Ryan.
“Escribí mi primera canción con 16 años”, explica Felber tras preparar unas infusiones. “Se titulaba ‘Walking Down the Road’ y trataba sobre la muerte de Joe Strummer y la tristeza que me dejó. Tocaba en The Eraserheads, un grupo de tres chicos alimentándonos de marihuana, Nirvana, la escena punk neoyorquina de los setenta y MTV2. Empecé a encontrar mi verdadera voz, ya sin gritos, cuando dejé de beber y consumir drogas. En 2018 fundé Attawalpa y comencé a autoeditar mi música. Matt Allchin, que ha tocado en Florence & The Machine, es mi cómplice y amigo. Solía faltar a la escuela para ir a ver a su banda Ludes. Me ayudó a sentirme seguro y explorar mi verdadera esencia. Seguimos buscando diamantes, además de componer bandas sonoras para televisión y cine”.
También ha escrito junto a su esposa el guión de la serie Too Much, inspirada en su relación. Cuenta la historia de una joven estadounidense que, tras una separación sentimental, decide mudarse a Londres donde conoce a un músico que busca el éxito. Son personajes “ficticios y salvajes”, reflejo de su “historia de amor”, la de una showrunner famosa y un artista que vivió durante su infancia en Perú y, pese a tener un padre británico, padeció bullying en la escuela inglesa. Sus raíces andinas —Atahualpa, como el último emperador inca ejecutado por los españoles, es uno de los apellidos maternos— sugieren una conexión con el legado rock de la Lima de los sesenta, escena que abundó en protopunk, Los Saicos, o psicodelia, Traffic Sound.

“Me encantan todas esas bandas: los Traffic Sound de Freddy Rizo Patrón, Zulu, Termits, Los Mutables, PAX y muchas más”, dice entusiasmado. “Esos sonidos son muy importantes para mí. Freddy es primo de mi madre, la pintora Alma Laura; está interno en un sanatorio por abusar del ácido. Mi madre frecuentaba esos conciertos con sus hermanos y amigos. Cuando tenía unos 15 años, mi tío Diego me regaló la recopilación Back to Peru Vol. 1; me asombró que existiera esa escena musical en Lima en los sesenta. Trato de imaginar cómo debieron ser esos conciertos para mis tíos y mi madre. ¡Qué tan fuertes sonaban esas guitarras! ¡Cuánto ácido habrían tomado! Ojalá pudiera transportarme allí”.
Experience, segundo álbum de Attawalpa, conjuga alegría vital y fragante ilusión en un mundo que la niega. Sus canciones de dulces melodías y arreglos volátiles han sido comparadas a la facción menos triunfalista del britpop, cuando quizás beban más del influjo ecléctico de Beck. “Me encanta su disco One Foot in the Grave, su crudeza, la producción minimalista”, confiesa al tiempo que surge en la charla On the Beach, el extraviado álbum de Neil Young. “Neil es mi dios de la guitarra y ese disco es un gran ejemplo de libertad en el estudio y espacialidad en la música”, afirma quien reconoce la influencia de Tom Waits y The Replacements, Nirvana y Pixies, Prince y Wu Tang Clan, Velvet Underground y Sonic Youth, Deftones, Slipknot o Korn.
Attawalpa trabaja actualmente en un tercer álbum que incluirá canciones en español y también en la banda sonora de Good Sex. Algunas canciones de Experience se gestaron mientras trabajaba en la música para la serie de Dunham. ‘Always the Girls’, ‘No Limitations’ y ‘True Love Trajectory’, las canta Felix, alter ego de Luis en la serie, de una forma muy cruda. “Cuando llegó el momento de grabarlas como banda, tuvimos nuestra propia experiencia de hacerlas geniales con nuestras limitaciones”, detalla. “Empecé como hombre orquesta, pero las interacciones humanas son lo más poderoso que tenemos. Mis maravillosos músicos me hacen llorar solo de pensar en ellos. Cada uno aporta muchísimo. Cuesta encontrar a músicos adecuados. Es como encontrar amigos que realmente te aprecian, y en eso se han convertido”.
“La música es un poder superior, un lenguaje universal. Es lógico que la usemos para sanar, no para herir”, afirma Felber
Experience está disponible en vinilo y también en streaming en Dolby Atmos, editado por el sello de Thurston Moore, Daydream Library Series. En estos tiempos de escuchas comprimidas y aleatorias, he aquí una experiencia tridimensional, donde verticalidad y horizontalidad se confunden. “Siempre quise adentrarme en esta tecnología”, explica Luis. “Canciones como ‘Atoms’ fueron hechas para este formato. Usamos muchos delays y reverbs, y me encantan los efectos en nuestro paisaje sonoro, así que tenerlo en tres dimensiones sobre nuestras cabezas y alrededor de ellas es genial. Es el futuro”.
Asegura Felber que la música le proporcionó un mundo seguro y maravilloso que habitar. Experience transmite esa vibración positiva, henchida de esperanza. ¿Es la música una cura para almas enfermas? “Sin duda, es mi proceso primordial de sanación”, reconoce. “Desde niño, escuchar música me ayudó a conectar con mis sentimientos, a intentar darles un sonido y un lenguaje. Me alegra estar en esta etapa de mi vida en la que puedo proyectar positividad y usar la música como antes la escuchaba: para encontrar mi centro. Ha sido todo un viaje. La música es un poder superior. Un lenguaje universal. Es lógico que la usemos para sanar, no para herir. Este mundo es un caos, abrumador, pero debemos bailar en tiempos de guerra…”.
Dicho esto, una contradictoria reflexión. Y un descubrimiento, uno de los discos esenciales para Luis Felber: Headless Heroes of the Apocalypse (1971) de Eugene McDaniels. “Ha sido una gran influencia, a nivel de ritmos y letras, por su meticulosa y brillante musicalidad”, insiste. En el tema ‘Freedom Death Dance’, el músico afroamericano advertía que ningún baile acabará con las guerras, alimentará a niños hambrientos o traerá igualdad y justicia. Experience transmite ese mensaje: sin conciencia, la euforia es falsedad. Conviene no olvidarlo.

Experience
Daydream Library Series
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.






























































