Vivir enamoradas de un fantasma
Varias novelas abordan el adulterio contemporáneo o la pérdida muy lejos del modelo de Ana Karenina o Madame Bovary


¿Qué habría pasado si Meryl Streep hubiera saltado de la camioneta cochambrosa de su marido bajo la lluvia torrencial de Madison County para subirse en el pick-up de Clint Eastwood rumbo a una vida de amor pleno? Aquello no ocurrió y seguimos llorando cada vez que volvemos a ver Los puentes de Madison, pero sin ninguna duda nos habríamos quedado sin la escena que es mito fundacional del adulterio sin rematar del mundo contemporáneo, de la lealtad a un matrimonio gris, pero firme y de fiar, frente a las aventuras locas de Emma Bovary o Anna Karenina que tan mal resultado les dieron.
Hoy, la literatura renueva esa inquietante experiencia de amar a un fantasma que pudo serlo todo y no lo fue, de convivir con su presencia pegajosa sin que logre desvanecerse jamás. Hablamos de Elizabeth Strout, de Rachel Cusk, de Jessica Anthony, Miranda July o Mariana Salomão Carrara y sus libros cargados de amor en una dimensión prohibida o frustrada. Como prohibido está tirarse a las vías.
Los seguidores de Strout me comprenderéis rápido. Y los neófitos también. La autora nacida en Portland, Maine, en 1956, ha convertido a sus personajes en nuestros vecinos a través de su alter ego, Lucy Barton. Es una maestra en amasar detalles aparentemente nimios hasta configurar un universo de retratos muy potentes. Pues bien. En su nueva entrega, Cuéntamelo todo (Alfaguara), la escritora que es Lucy visita a la anciana Olive Kitteridge, ya nonagenaria, para intercambiar historias de vidas singulares mientras vive su propio adulterio mental con su gran amigo, el abogado Bob. Y Olive le revelará la desgracia que atormentó al matrimonio que formaron sus padres de forma letal. Cuando era adolescente, su madre vivió su gran historia de amor con un chico al que sus padres obligaron a cortar con ella. De él esperaban un gran futuro como médico y una mujer con más clase. Cuando décadas después la casualidad los volvió a cruzar, resultó que ambos habían llamado a sus hijas igual: Olive e Isa. Los nombres con los que habían fantaseado para su descendencia cuando eran casi unos niños se habían duplicado en la que tuvieron con sus nuevas parejas y en los dos hogares habitaron siempre los fantasmas del amor inicial.
La sutileza de Strout no integra precisamente golpes de pasión, sino la extraordinaria naturaleza de un deseo no resuelto, pero vivo y latente no solo en los desaparecidos padres de una anciana, sino en la propia protagonista, enamorada de su amigo Bob, ambos casados. El borde del conflicto es su territorio.
En los mismos paisajes late Golpe magistral, de Jessica Anthony (Gatopardo) (aquí la crítica de nuestro desaparecido José María Gelbenzu), una novela que nos lleva a esos años cincuenta y al sueño americano cojo que configuraron John Cheever y Richard Yates. La protagonista rompe esquemas y, en lugar de ir a misa con su marido y sus hijos, se lanza a la piscina en un día de noviembre y no quiere salir de ahí. Kathleen nos va a recordar a Burt Lancaster en El nadador, su fantasía triste, y, sobre todo, nos va a trasladar a la inquietud de una vida con fantasmas dobles. El de ella, su antiguo profesor de tenis y padre secreto del mayor de sus hijos, y el de él, una chica de bar de carretera que tiene la osadía de enviarle un saxofón, algo así como enviarle un sueño. El libro de esta autora nacida en Nueva York en 1974 es la anatomía de un descarrilamiento vital, invisible, mientras la perra Laika sobrevuela el espacio a bordo de un Sputnik ruso rumbo a la muerte, la suya misma y la del mundo individual y colectivo tal y como se conocía hasta entonces.

Más ejemplos: desde otra generación y un ángulo más radical, sensual, sexual y abierto, sin mayores sutilezas, pero con fuerza, Miranda July (Vermont, 1974) también nos habla de fantasmas. La protagonista de A cuatro patas (Random House) vive furiosamente un enamoramiento que absorbe cada uno de sus segundos mientras disimula ante su marido y su hijo pequeño. Vivir con fantasmas se transforma en su caso en vivir con mentiras, con refugios, sin hallarse, ni encontrarse en pleno vuelco de su vida y al borde de la menopausia. Su amante será más su fantasma que su amante.
Otra opción vital y literaria es la de Rachel Cusk (Saskatoon, Canadá, 1967), que deja atrás un divorcio con la convicción de que va a buscar otra manera de relacionarse sin enganches en A contraluz (Asteroide). Su protagonista entabla conversaciones, los hombres despiertan su curiosidad y profundiza en conocerlos sin que ellos le correspondan de igual modo. ¿Qué es la vida sino una sucesión de castigos por momentos de inconsciencia?, nos hace preguntarnos Cusk, posicionada siempre con cautela ante el fantasma del amor fracasado y el horizonte de otros que es mejor evitar. Labrar y construir la individualidad de la vida pesa en su literatura frente a la entrega a la que están dispuestas las protagonistas de July o de Anthony.
Y emerge otro fantasma entre las lecturas de estos días, uno muy diferente, y es el de quien ha muerto. La brasileña Mariana Salomão Carrara (São Paulo, 1968) borda en Si no fuera por las sílabas del sábado (Tránsito) la vida después de enviudar por accidente. Recoser las heridas será imposible, pero sí inventarse una nueva a partir de la prolongación de la anterior que se ha visto sajada. La cuna se hace protagonista al abrazar a la hija más que los propio brazos de la protagonista en un relato poético de la pérdida, del amor ausente.
En todos estos libros hay viajes, represiones, hijos en edad crucial, combates entre la lealtad y la deslealtad, mentiras o medias verdades y unas tramas intimistas y delicadas de gran fuerza narrativa. Y sobre todo hay algo y es la vida común de gente común atravesada por fantasmas de amores frustrados, amores pasados que siguen presentes o amores presentes paralelos a las relaciones oficiales. Amores siempre ausentes. Con su dolor, su aceptación y sus rupturas. Dignos de un verano literario de amores prohibidos porque nada aquí está autorizado, salvo la literatura. O las malas decisiones de Meryl Streep.

Cuéntamelo todo
Traducción de Flora Casas Vaca
Alfaguara, 2025
312 páginas. 20,81 euros

Golpe magistral
Traducción de Patricia Antón
Gatopardo, 2025
160 páginas. 18,95 euros

A cuatro patas
Traducción de Luis Murillo Fort
Random House, 2025
384 páginas. 21,75 euros

A contraluz
Traducción de Marta Alcaraz
Libros del Asteroide, 2016
224 páginas. 18,95 euros

Si no fuera por las sílabas del sábado
Traducción de Regina López Muñoz
Tránsito, 2025
208 páginas. 19,95 euros
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
