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Cualladó, gran catalizador de la fotografía en España

Una exposición en el IVAM indaga en la obra del fotógrafo a través de su archivo personal y de su faceta como coleccionista, escritor y editor. Ofrece nuevas lecturas que corroboran su labor como promotor de la disciplina artística

‘Real Sociedad Fotográfica’, Madrid (ca.1979-1982), de Gabriel Cualladó.
‘Real Sociedad Fotográfica’, Madrid (ca.1979-1982), de Gabriel Cualladó. IVAM Institut Valencià d’Art

De Gabriel Cualladó (Massanassa, Valencia, 1925-Madrid, 2003), siempre se ha dicho que fue un gran catalizador de la fotografía. Un adelantado a su tiempo, que no solo lograría renovar el lenguaje visual, servir como un puente entre lo amateur y lo profesional y promover el reconocimiento del medio como una disciplina artística, sino que en su labor como coleccionista y archivista creó conexiones entre su obra y la fotografía internacional, enriqueciendo el desarrollo de la fotografía en España.

De esto da cuenta con precisión la exposición Cualladó: archivo / obra, celebrada en el IVAM. Una muestra que, partiendo de una investigación de los fondos del autor presentes en la colección del museo, presenta cuatro proyectos, realizados desde finales de los cincuenta hasta los noventa, con una parte del archivo del fotógrafo, compuesta por correspondencia, fotomontajes, polaroids, y otros documentos de naturaleza diversa, así como de su fantástica biblioteca y su colección de fotografías.

“La importancia de Cualladó en la colección de IVAM va en paralelo con la importancia de la fotografía en el museo. Así, a lo largo de los años se han sucedido compras, depósitos y donaciones tanto de su obra como de su archivo”
Sandra Moros, comisaria

Contaba Tomás Llorens, impulsor, fundador y primer director del museo valenciano, que, a Cualladó, a pesar de ser un hombre corpulento, cuando caminaba, no se le oía. “Buscaba ese momento de ensimismamiento que tiene el visitante del museo cuando de repente un cuadro le llama la atención”. Llorens admiraba su obra, la profundidad de su mirada austera libre de todo artificio. Así, de igual forma que la incorporación de la fotografía en las colecciones del IVAM, a mediados de los ochenta, está profundamente relacionada con la visión fundacional de la institución —atendiendo a una disciplina artística no abordada con regularidad en España—, desde sus comienzos el museo estableció una relación muy cercana con el fotógrafo, y el mismo año de su apertura le dedica una exposición individual. “Una de las primeras obras que entra en el IVAM es el proyecto de La Albufera; un encargo de la Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia que podemos ver en la muestra”, destaca la comisaria, Sandra Moros. “La importancia de Cualladó en la colección de IVAM va en paralelo con la importancia de la fotografía en el museo. Así, a lo largo de los años se han sucedido compras, depósitos y donaciones tanto de su obra, como de su archivo”.

Compuesta por 180 fotografías y numerosos documentos, la exposición se divide en dos plantas. En la planta baja, una gran mesa reúne parte del archivo y una selección de la biblioteca, adquirida por el museo en 2022 y compuesta por 1.506 ejemplares. La biblioteca del fotógrafo fue un lugar donde acceder a muchos trabajos inéditos en España, desde la primera edición de Los Americanos, de Robert Frank, o las ciudades de William Klein, a monografías de autores japoneses de los años cincuenta y sesenta, o revistas internacionales. “Era la biblioteca más importante que existía en nuestro país sobre fotografía y sirvió de consulta privilegiada a otros fotógrafos”, destaca Moros.

Los documentos que componen su archivo son de diferente índole, pero ordenados de forma cronológica permiten ver la evolución del fotógrafo. Como lo hace el manual What is Family Photography?, que nos remite a 1951, cuando nace su primer hijo y compra su primera cámara; así, de su entorno familiar saldrán algunas de sus mejores fotos. Cargadas de una melancolía subyacente dan otro giro a la realidad. Un artículo publicado en Diario 16, destaca The Family of Man, de Edward Steichen, como su libro de cabecera. También se pueden encontrar algunos de sus escritos y publicaciones, como la reseña sobre el monográfico American Photographs de Walker Evans, editado por el MoMA. ”Los documentos gráficos de Evans no dejan de ser realidades concretas y siempre documentales impresionantes por su autenticidad”, escribía Cualladó en Cuadernos de Fotografía, apuntando a esos “detalles humanizados y a una visión auténticamente poetizada”, que no dejan de referirnos a su propia obra. “Cuando no está presente la figura del hombre lo está su huella, su presencia presentida, diría, casi tangible, flotando en todos los detalles”.

‘Sin título’, L’Albufera. Visión Tangencial, (1985), de Gabriel Cualladó.
‘Sin título’, L’Albufera. Visión Tangencial, (1985), de Gabriel Cualladó. IVAM Institut Valencià d’Art

Destacan los recortes y fotomontajes, que se muestran por primera vez. Proceden, en su mayoría, de revistas americanas como Vogue o Life, “En ocasiones recortaba solo una imagen que pega en una página”, explica la comisaria. “Otras veces hará una composición con distintos elementos, como podrían ser los textos de la misma revista; o combinará imágenes que generen diálogos. Se trata de una forma de construcción de imágenes que conviven con sus primeras décadas de producción fotográfica”.

Abordar la obra de Cualladó desde la perspectiva del archivo ha permitido ofrecer lecturas inéditas. “Tiene muchas influencias de la fotografía de moda. A pesar de que era un género denostado, se puede observar cómo se trata de una de sus fuentes principales”, destaca Moros. “Es algo que se va reflejando en la evolución de su obra. Se advierten más referencias a Irving Penn y a Klein que a Frank. Nunca le convencían las comparaciones que se establecían con el fotógrafo suizo, de ello queda constancia en su correspondencia. Cuando se publica Los Americanos, en 1958, él ya llevaba tiempo fotografiando”.

En su tarjeta de visita ponía “fotógrafo amateur”. Sin embargo, llegaría a ser el primer Premio Nacional de Fotografía, en 1994. Su vida personal estaba totalmente vinculada a la profesional. De forma que, cuando, en 1968, toma las riendas de la empresa de transportes familiar, producirá menos fotografía y se centrará más en la escritura. Se incluye una selección de polaroids. Realizadas a partir de los años ochenta, reflejan su entorno familiar, plantas, objetos cotidianos y a sus seres cercanos. Son imágenes con una factura muy diferente a la que nos tiene acostumbrado el artista.

“En su forma de comprar, en sus pequeños tic o pulsiones se puede observar como iba evolucionando una parte de su producción fotográfica”
Sandra Moros, comisaria

La muestra también destaca su faceta de editor, así como la de pionero como coleccionista de fotografía en España. Llegó a reunir 900 obras que en su conjunto dan cabida a una variedad de gustos, más allá de la fotografía antropológica. La primera obra que compró fue de Dorothea Lange. Encontraremos fotografía americana de los años treinta, también a August Sander, a Cartier-Bresson, a Aaron Siskind y a Diane Arbus, junto a españoles como Toni Catany o Pilar Pequeño. “En su forma de comprar, en sus pequeños tic o pulsiones se puede observar como iba evolucionando una parte de su producción fotográfica”, advierte la comisaria.

Los retratos de los años cincuenta, sesenta y setenta reflejan una forma de trabajar muy libre donde se advierte un claro interés por la figura humana. “Era muy intuitivo, y no dudaba en romper encuadres y utilizar de una forma muy atrevida los negros. Buscaba siempre simplificar. En su obra podemos observar guiños a muchos autores que están en su colección”.

Boda de Ramón Massats y Montse Santamaría (1959) es uno de sus reportajes —haciendo uso del término utilizado por el autor— más desconocidos, donde documenta la boda del fotógrafo Ramón Masats. “La influencia de la fotografía de moda, está muy presente en el tratamiento de los tejidos, y las formas de los vestidos”, apunta Moros. “Le hubiera gustado dedicarle una exposición, pero no lo consiguió. Lo consideraba muy diferente al resto y se puede afirmar que es un reportaje que muestra las características de Cualladó en el proceso de construcción de sus imágenes, con sus encuadres atípicos, como una foto de la novia en la que prescinde de su cabeza; u otra en la que el primer plano lo ocupa el monaguillo y no los novios”.

Imagen de la exposición ‘Cualladó: archivo /obra’, en el IVAM.
Imagen de la exposición ‘Cualladó: archivo /obra’, en el IVAM. Miguel Lorenzo

En L’Albufera, Visión Tangencial (1985) se muestran tanto las diez fotografías que formaron parte del proyecto final como los descartes, lo que permite visibilizar el criterio del fotógrafo en la realización del proyecto, dentro de un contexto determinado. En Els paisatges de Joanot Martorell, Gandia i la Safor (1990), el fotógrafo teje una especie de espacio secreto compartido con sus modelos. Real Sociedad Fotográfica, (ca. 1979-1982), juega con las simetrías, la imagen dentro de la imagen y las dualidades dentro de distintos espacios acotados.

Cualladó siempre buscó el azar sin forzarlo, en un ejercicio de total honestidad. Quizás por eso, tal y como apuntaba J. M. Casademont en la revista Imagen y Sonido: “Sus fotos no parecen pensadas para ser enseñadas a los demás, sino realizadas como un acto de introspección, casi biológico o si se quiere casi místico. Así resulta de los escasísimos fotógrafos actuales en los que es posible contemplar, como en un acuario, la terrible lucha interior del hombre de hoy”.

Cualladó: archivo /obra. IVAM. Valencia. Hasta el 18 de enero.


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