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crítica literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Ciento veinticuatro huecos’, de Begoña Méndez: ¿hay más amor en una biblioteca que en un matrimonio?

A través de una lectora enfermiza que devora libros sobre el tema amoroso, este ensayo ofrece una enorme bibliografía de temática caliente para añadir a nuestra lista de lecturas pendientes

Begoña Méndez
Retrato de la autora Begoña Méndez.H&O EDITORES

A la protagonista de este breve libro le sentaba bien el matrimonio, o eso es lo que nos dice la narradora, aunque yo creo que, en cierto modo, miente. ¿Cómo va a sentarle bien a alguien esa jaula, ese atarse las manos, ese desmembramiento? No se me enfaden los románticos. En verdad, la palabra “matrimonio” se dibuja en Ciento veinticuatro huecos, la nueva obra ensayística de Begoña Méndez, como algo muy distinto a lo que uno puede creer que significa. Ciento veinticuatro huecos es una investigación literaria alrededor de la palabra “amor”, atravesada por una lectura somática de las obras de la poeta Anne Carson y de la filósofa Simone Weil, esos dos pilares innegables del pensamiento político y sentimental contemporáneo.

En este texto, que no es sino una puesta en práctica de la teoría desarrollada por Méndez en su obra Autocienciaficción para el fin de la especie —un artefacto erótico-filosófico sobre ser cuerpo más allá de nuestro propio cuerpo—, nos encontramos con la historia de una mujer que devora libros alrededor del tema amoroso, en parte porque su ansia de conocimiento se lo pide, pero también porque su circunstancia sentimental necesita de esos puñales que las preguntas sobre la seducción, sobre el sexo y sobre el deseo suelen clavar a quien se atreva a cuestionar las normas. Digna discípula vilamatiana, porque si en El mal de Montano el protagonista quiere ver si es posible olvidarse de que es “un enfermo de literatura”, en Ciento veinticuatro huecos Méndez da por hecho que hay ciertos males asociados a la palabra que nos vuelven insaciables.

La protagonista de este breve libro, entonces, es una mujer a la que el matrimonio le sentaba bien, sí, pero ¿con quién?, o mejor ¿con qué? La protagonista de este breve libro es una beguina del siglo XXI, cuyo cónyuge no es un Dios, tanto como la Historia de la Literatura misma. Así, a través de esta lectora atenta y enfermiza, Méndez reflexiona sobre qué hacer con el dolor del amor cuando ese mal ya ha sido nombrado hasta la saciedad en novelas y en poemas a través de los siglos: “Es lo que ella da: un fuego que prendió hace tiempo en otro sitio tan lejos que no sabe ni cuál es y que le quema por dentro”. Sobre el tema que le genera aflicción, ya está todo dicho, sí, ya está todo nombrado, ya está todo pensado alrededor de su esencia y, sin embargo, mujeres como su protagonista no pueden, ni quieren ni deben dejar de escribir al respecto. ¿Será que cuando amamos lo hacemos con todas las historias de los que ya amaron antes que nosotros rondándonos la entraña? La conciencia de esa trampa, la escritura ante esa repetición, es su gesto revolucionario, pues, aunque gracias precisamente al largo linaje de escritoras del que Méndez toma ejemplo hoy tengamos nombres para cuanto fue innombrable, el trabajo de una escritora no termina ahí. Hay vida más allá del tabú. Hay cielo más allá de un texto de cristal hecho añicos. Así que, cuando ya hay palabras para todo, ¿cómo usarlas sin que suenen manidas? ¿Cómo pervertirlas para que puedan significar a su vez otras cosas? De eso va este ensayito sobre el amor, de decir “amor” para invocar otra “fe”; de decir “matrimonio” para invocar “biblioteca”; de decir “sexo” para invocar “el placer del pensamiento”.

Begoña Méndez es generosa. Al darnos la intimidad de su protagonista nos regala también la clave secreta para que todos podamos acceder a una enorme bibliografía de temática caliente. Leerla es multiplicar nuestras preguntas y, sobre todo, nuestras lecturas pendientes. Como ya les había dicho que todo está dicho, me limitaré a recitar un verso de Paola Llamas para que entiendan de una vez por todas cómo se queda el cuerpo al salir de Ciento veinticuatro huecos: “Soy una máquina de amor. Ando por ahí engendrando corazones para los otros”.

Portada de 'Ciento veinticuatro huecos', de Begoña Méndez. EDITORIAL H&O.

Ciento veinticuatro huecos 

Begoña Méndez  
H&O, 2024
108 páginas. 13,90 euros

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