‘El gran teatro del mundo’: el amor al prójimo en tiempos de etnocidio
La Compañía Nacional de Teatro Clásico abre el Festival de Almagro con una versión fidedigna aunque un tanto desvaída del auto de Calderón
“Ama al otro como a ti / y obra bien, que Dios es Dios”, repite la apuntadora de El gran teatro del mundo, como un estribillo. Este auto breve, didáctico, alegórico, donde la Tierra es un escenario en el que cada ser humano representa el papel que le corresponde por su cuna o por su tesón, vierte su mensaje por goteo: si la vida es breve y la muerte nos iguala, ¿qué gana quien atesora dineros e inmuebles? Calderón lo escribió para divulgar un principio de rectitud que casaba con el ideario de la Contrarreforma, y la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Festival Internacional de Almagro lo reponen porque el recado sigue vigente y por el aliento poético y filosófico de la composición.
Hacía tres ediciones que el certamen castellanomanchego no se inauguraba con el espectáculo que a la vuelta del verano abrirá la temporada madrileña de esta compañía: es una costumbre que no debe perderse. Leída, El gran teatro del mundo es una obra de gran ilusión, en la que se van sucediendo efectos teatrales sugestivos. En su montaje, Lluís Homar sigue el texto al pie de la letra, pero pasa por alto lo que indican las acotaciones implícitas en los diálogos.
El director catalán introduce algunos efectos musicales eficaces mediante un percusionista virtuoso, Pablo Sánchez, y produce cierto impacto con la entrada del coro de almas en ciernes, que se desliza al alimón, como los grupos de viajeros inmóviles e intercambiables de los espectáculos de teatro físico de Philippe Genty. Pero su montaje tiene un tono desvaído y una pátina que iguala a personajes opuestos. Para acentuar la miseria del Pobre, Calderón indica que se le desnude. Sin embargo, la vestuarista, que tan imaginativa y atinada estuvo en La discreta enamorada, desviste más y por más tiempo al Rico, lo cual abunda en lo difuso del concepto de la puesta en escena.
Respecto al auto en sí mismo, Calderón pasa por alto que la igualdad sobrevenida tras la muerte es imperfecta, porque las diferencias sociales se reproducen mediante la continuidad de la estirpe, a través de la herencia, de manera que el beneficio obtenido mediante injusticias y crímenes sigue aprovechando después de la muerte. Una intervención dramatúrgica más decidida, al estilo de la que hizo Xavier Albertí en El gran mercado del mundo hace cinco temporadas, le habría sentado bien a esta función.
‘El gran teatro del mundo’. Texto: Calderón. Dirección: Lluís Homar. Festival de Almagro, hasta el 14 de julio.
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