El cante flamenco se vuelve multicolor
Nuevas grabaciones de los cantaores Miguel Ortega, Enrique El Extremeño y Luis Moneo desvelan una riqueza de matices y tonalidades que se demuestra inextinguible
Desde el respeto al canon, el cante no cesa de ofrecer nuevas presentaciones y acompañamientos, sin que las que son tradicionales (guitarras y palmas) desaparezcan. Tres grabaciones recientes son exponentes de esta diversidad. El cantaor Miguel Ortega (Los Palacios y Villafranca, Sevilla, 48 años) ha puesto nombre de mujer a su tercera grabación, Laura, su esposa y dedicataria de una obra que es una declaración de amor desde la farruca inicial a la soleá final. El disco es también una expresión de amor al flamenco, por el cuidado que se adivina en su elaboración y, a la vez, celebración de una amistad que es cómplice, pues el trabajo no se entendería sin la participación de su amigo el cantaor y guitarrista Antonio Campos, y, sobre todo, del pianista Pablo Suárez, que comanda el trío que acompaña a Ortega y ha compuesto la música y los arreglos de todos los cortes.
La compañía de Suárez es, en palabras de Ortega, “lo único que tenía claro de un posible disco” y algo que mantenía pendiente con él desde que lo acompañase en una petenera en su segunda grabación, Amalgama (2015). El ofrecimiento de un espectáculo para el Festival Flamenco de Casares (Málaga) de 2023 constituyó la oportunidad para poner en marcha un proyecto en común. Los tres productores musicales de la obra (Campos, Suárez y Ortega) se pusieron a trabajar y a intercambiar materiales para —dentro de un proceso creativo que califican como disfrute— tener elaborado el concierto en apenas cinco meses. Posteriormente, los 10 temas preparados se grabaron en estudio, pero en directo y en solo cinco horas. “Para ese momento todo estaba muy cocidito y madurado”, apunta el cantaor.
La elección para el acompañamiento de un trío de piano, tan cercano al jazz, además de un rasgo inusual, otorga a la grabación una especial singularidad. El pianista Suárez reconoce que, sin duda, es un reto. “Se puede entender como un riesgo de cara a la tradición, a lo ortodoxo, pero yo lo entiendo como una apuesta, la de enmarcar la tradición dentro de ese sonido de trío clásico, que está absolutamente al servicio del cante, pero que lo hace brillar desde otro sitio, con otra sonoridad en la que lo que cambia es el color”, asegura. Ortega, por su parte, defiende que lo que él hace es flamenco, y que la única novedad estriba en el tratamiento musical.
Los acompañamientos de la grabación huyen de la uniformidad y ofrecen múltiples variaciones y colores, según qué estilos. Porque, como señala Suárez, “algunos cantes o palos permiten más o menos movimientos”. Una atmósfera intimista introduce la farruca inicial que Ortega lleva a un tono menor acorde con el poema de amor de Antonio Campos. El mismo tono inunda la zambra compuesta por Juan Luis Ramírez y el bolero, cuyo título, ‘Algodre’, desvela el nombre de un pequeño pueblo de Zamora, de donde procede esta antigua joya del folclore, que el cantaor lleva a su terreno con el aire de las sevillanas.
En la granaína destaca el acompañamiento del contrabajo, y la contundente seguiriya se arranca a palo seco con una primera letra de Juan José Amador. Piano y percusión, en tono creciente, guiarán al tono mayor del macho. Tras los fandangos de Casares, unos versos de Mallarmé inspiran los aires de levante que se concretan en una farruca. La escucha llega al final con una canción por bulerías y el broche de una luminosa soleá, que, con el solo acompañamiento del piano, se inicia apolá para recalar después en otras variantes.
Aunque de distintas generaciones, Ortega y Enrique El Extremeño (Zafra, Badajoz, 70 años), comparten la exigente disciplina de cantar para el baile, de la que ambos son insignes representantes. Su ingente actividad en esta labor no les ha impedido desarrollar carreras discográficas. En el caso del segundo, hasta llegar a su octava grabación, 50 años de cante, un disco que se ha convertido en celebración y homenaje debido al número de guitarristas —11, en total— que han solicitado participar en el disco, compañeros que simbolizan el respeto que su trayectoria recibe.
Enrique es, quizás sin saberlo, el creador de un paradigma nuevo en el acompañamiento al baile. La relación de artistas por los que ha sido reclamado para ello se haría incontable, pero si se le dice que le ha cantado la soleá a tres bailaoras de tres generaciones sucesivas —Manuela Carrasco, a la que sigue acompañando en su gira de despedida, Eva Yerbabuena y María Moreno—, corrige el dato: son cuatro las generaciones, porque también le cantó a doña Pilar López, que lo reclamó tras escucharlo cantándole a El Güito. De garganta poderosa, su voz brota como un torrente en la gran variedad de estilos que interpreta, a los que pone siempre su sello personal.
De garganta poderosa, la voz de Enrique El Extremeño brota como un torrente en distintos estilos a los que pone un sello único
El jerezano Luis Moneo (Jerez de la Frontera, Cádiz, 64 años) exhibe una encomiable fidelidad a la tradición, que ejercita de forma natural. Lo que sale de su garganta, de un metal rancio, parece sencillo por la claridad y la templanza con que dice los cantes. Estilos viejos, que evocan a maestros, como la seguiriya (Manuel Torre), las recreadas soleares (Agujetas, Juan Talega…) y la emblemática bulería por soleá, estilos todos que se dejan degustar con calma, como casi todo lo que este Moneo aborda.
Dos composiciones nuevas (romance y taranto con cartagenera) firmadas por su hijo Juan Manuel, que le acompaña a la guitarra y se encarga de la dirección musical, mantienen el tono y no alteran un discurso siempre canónico, que encuentra su clímax en la fiesta por bulerías cortas y en el regalo final de unos martinetes. Llegado al cante profesional tardíamente (su primer disco fue en 2017), Luis es el portador de la herencia de una saga ilustre, los Moneo de La Plazuela jerezana, que tuvieron como puntales a sus hermanos Manuel y Juan, El Torta. En su decir se contienen las vivencias de infancia y juventud en ese barrio, pero también el conocimiento que le ha dado la afición y su etapa como acreditado tocaor.
'Laura'
La Voz del Flamenco
'50 años de cante'
La Voz del Flamenco
'Metal fundío'
La Droguería Music
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