‘El amor de los hombres solitarios’, de Victor Heringer: adiós a una voz lírica, inteligente y personal
La segunda novela del brasileño, fallecido en 2018 a los 29 años, es un tratado sobre el odio y la ternura, una novela de aprendizaje con tintes ‘noir’ durante la dictadura militar
La segunda y última novela de Victor Heringer se titula O amor dos homens avulsos, y la interpretación del matiz en avulso, el adjetivo, representa un desafío. La edición italiana habla de uomini soli; la elección, en inglés y en catalán, ha sido “singular” —en el sentido de unicidad, aclara Cecília Brandi, traductora y amiga, pues avulso no abarca en portugués la cualidad de extraordinario o raro—. La propuesta de Francisco Cardemil Pérez, en la traducción que publica Sexto Piso, ha sido titular el texto El amor de los hombres solitarios.
Del brasileño Victor Heringer (1988-2018) se sabe que fue poeta, que dedicó una tesina a Enrique Vila-Matas y que resultó laureado en el salto a la prosa. Se sabe, también, que él mismo se consideró avulso, pues así se declara en la página final de la novela. Apareció sin vida poco antes de los 30.
“Siempre he sabido que no había venido a este mundo para estar en él”, confiesa Camilo, el protagonista, “sino para haber estado, haber sido, haber hecho. Nací póstumamente”. Al cumplir los 50 regresa al barrio ficticio de Queím —un suburbio de fundación mítica, al norte de Río— para morir donde nació. Allí rememorará dos semanas de felicidad adolescente.
El amor de los hombres solitarios es un tratado sobre el odio y la ternura, una novela de aprendizaje con tintes noir que se sitúa en la época de la dictadura militar en Brasil y dialoga con el Zambra de Formas de volver a casa, al principio, y con el de Poeta chileno, al final. Sobreprotegido hasta los 13, Camilo recuerda: “Vivíamos bajo la extraña dictadura de la infancia: veíamos sin ver, escuchábamos sin entender”. Investido de esa melancolía incurable que despierta la pérdida en combinación con la intensidad de un cielo plácido, el texto aúna belleza y tragedia, como la fruta madura donde el dulzor no puede existir sin podredumbre.
La novela empieza con una nota meteorológica que, a modo de didascalia, establece el tono de una obra donde el calor y la humedad se perciben sin esfuerzo. “El mar”, señala el narrador, “está muy lejos de este libro”. La autorreferencialidad del texto premia al lector atento, confiriendo a sus páginas la condición de universo autónomo, invita a buscar simetrías e incita al juego: como Melville en su despliegue sobre cetología, el narrador clasifica nuestra especie, con humor, en 40 tipos destinados a describir la humanidad. Con Sophie Calle comparte el gusto por las historias de amor ajeno, a las que da voz en la novela procurando, al contrario de Drummond de Andrade en su Quadrilha, que nadie quede fuera.
La novela crece junto con la intuición de estar asistiendo al descubrimiento de una obra redonda
Las mejores páginas de Heringer se benefician de la imaginación y rebeldía de quien sigue siendo capaz de renovar la mirada diaria en su aproximación al mundo. Es de envidiar la inteligencia del autor en la elección del detalle significativo, que supo usar con eficacia en la construcción de las imágenes que colonizan el texto. La novela crece —ramas verdes escapando a la fachada que oculta el solar abandonado donde todo sucede— junto con la intuición de estar asistiendo al descubrimiento de una obra redonda. No lo es: en el último tercio la novela pierde fuelle y la intensidad decae en favor de la angustia, sin que eso menoscabe la rotundidad de su interés.
Cabe preguntarse por la decisión de sustituir, en las páginas que clausuran el texto, una voz narrativa que con tanta personalidad lo sostenía hasta entonces. Y, pese a todo, parece destinado a convertirse en uno de esos raros éxitos cosechados de boca en boca que, muy de vez en cuando, reciben las novelas que lo merecen.
El amor de los hombres solitarios
Traducción de Francisco Cardemil Pérez
Sexto Piso, 2024
152 páginas. 17,90 euros
Puedes seguir a Babelia en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.