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TRIBUNA LIBRE
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Diamantes: tragedias, comedias y poemas

Lo que ni Aurora con su lápiz, los ladrones y soldados con sus armas o los amantes de Truman Capote sabían es que el cielo puede estar repleto de inmensos brillantes

Audrey Hepburn y George Peppard, en una escena de la película 'Desayuno con diamantes' (1961), de Blake Edwards.
Audrey Hepburn y George Peppard, en una escena de la película 'Desayuno con diamantes' (1961), de Blake Edwards.Paramount Pictures / Getty Images

Llamémosla Aurora.

Nada hay más potente que una niña con lápiz enfrentada a una hoja de papel a la que mira con concentración aguileña. Ternura, simpatía… no, la potencia es lo que mejor define la imagen de Aurora. Potencia: capacidad de generar o liberar energía convirtiéndola, quizás, en trabajo.

Aurora está evaluando si escribir o dibujar. Lo primero le preocupa porque aún no domina el asunto; lo segundo la ilusiona porque en lugar de constreñirle da alas a su magín, libertad. Pero ha oído en casa que la escritura la hará igual de libre que el arte. La llevará a escribir poemas bonitos que pueden llegar a ser profundos y bellos; intrincadas ecuaciones matemáticas que la ayudarán a entender intimidades de la naturaleza o a diseñar piezas de funcionamiento aún incierto; croquis de edificios funcionales o suntuosos; bocetos de rostros con expresiones enigmáticas; apuntes del diario de laboratorio de conclusiones dudosas pero esperanzadoras.

Cualquiera que sea el viaje que emprenda Aurora, siempre recordará que lo inició alentada por el instrumento más sencillo que habrá manejado: el lápiz. Lo que no se preguntará, mirándole la punta, es de dónde viene esa bonita lanza vestida de madera de la que apenas asoma su afilado extremo. La nostalgia futura se le convertirá en fascinación cuando averigüe que el grafito del que está hecha es un mineral más antiguo que nuestro Sol y sus planetas. Lo forman láminas de átomos de carbono separados entre sí unas distancias exactamente iguales. Cada una de estas capas dista de sus vecinas unas pocas milmillonésimas de metro. Si esas dos separaciones se igualaran, el blando, oscuro y sencillo grafito se convertiría en diamante.

Toda la potencia artística y cultural del grafito se transformaría tan radicalmente como medita Sherlock Holmes mirando un bello diamante: Ha habido dos asesinatos, un atentado con vitriolo, un suicidio y varios robos, todo por culpa de estos 12 quilates de carbón cristalizado. ¿Quién pensaría que tan hermoso juguete es un proveedor de carne para el patíbulo y la cárcel?

Se quedó corto.

Aurungzeb, hijo del emperador Jehan, famoso porque ordenó la construcción del Taj Mahal, regó la India de sangre, mandó degollar a sus tres hermanos y destronó al padre encarcelándolo después para conseguir el gran diamante Kon-i-Noor o Montaña de luz.

En Europa, en la batalla de Morat, en 1476, el príncipe Carlos el Temerario, que andaba por allí, extravió el gran Sancy. Lo encontró un soldado enemigo que se lo vendió a un caballero francés por un galón de aguardiente. Unos ladrones trataron de robar al señor, y un sirviente fiel, bien para salvarlo de los malandrines o por si aquello acababa ventajosamente para él, se tragó el diamante. Lo vieron, así que lo mataron y destriparon encontrando la bella piedra para jolgorio de todos. Tras una azarosa emigración, el Sancy acabó en el Louvre.

¡Cuántos dramas se han escrito, incluso comedias y poemas, basándose en estas trágicas historias!

Pensemos en los guiones de tres películas: Plan oculto, Diamante de sangre y, la única romántica y divertida, Desayuno con diamantes.

En la película de Spike Lee se comete un atraco bancario perfecto. Las intenciones de los asaltantes son vengarse y enriquecerse. La venganza la motiva el tipo de traición posiblemente más execrable de la historia: salvarse del holocausto judío mediante la delación beneficiándose de ello. Los ladrones del banco solo quieren ocho bolsitas repletas de los diamantes acumulados por uno de esos felones como botín y un documento para vengarse de él.

En la segunda película, la más cruel violencia, en Sierra Leona primero y Liberia después, la llevan a cabo niños soldados. Lo que hay detrás del conflicto son las minas de diamante. Felizmente, el asunto acaba en La Haya con los principales criminales de guerra ante el magno tribunal y con el embrión del acuerdo mundial de no traficar con los que desde entonces se llamarán diamantes de sangre.

Desayuno con diamantes está basada en un relato de Truman Capote: Breakfast at Tiffany’s. Los protagonistas son una jovencísima prostituta bisexual y un aspirante a escritor que vive mantenido por una mujer casada y rica.

El amor es más poderoso que los diamantes y la bella Holly acaba aceptando a Paul, el artista

El escritor y la scort se enamoran. La pobreza de él y la pasión por el lujo de ella les impiden llegar muy lejos. Pero el amor es más poderoso que los diamantes y la bella Holly acaba aceptando a Paul, el artista. En la novela de Capote la historia es más desgarrada y termina mucho peor.

¿Y qué poema podemos traer a colación de los diamantes? Uno convertido en bella canción: Diamonds, de Rihanna, la soldado de Barbados que junto a su sargenta abandonaron las armas para convertirse en cantantes de fama mundial. Dos versos bastan: Cuando me abrazas, estoy viva. / Somos bellos como diamantes en el cielo.

Lo que ni Aurora con su lápiz, los ladrones y soldados con sus armas o los amantes de Capote sabían es que el cielo, efectivamente, puede estar repleto de inmensos diamantes. En el interior de los restos fósiles de infinidad de estrellas, como acabará nuestro Sol, las condiciones de presión y temperatura han podido transformar el grafito en diamante igualando exactamente las distancias que separan a sus átomos.

La literatura, el arte y la cultura en general tienen tanto o más poder que la ciencia. Todos ellos forman el conjunto más bello que ha engendrado la especie humana.

Manuel Lozano Leyva es catedrático emérito de Física Atómica y Nuclear de la Universidad de Sevilla. Es autor de ‘Urania y Erató. Un divertimento sobre la relación entre la ciencia y la poesía’ (Renacimiento, 2022).

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