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CRÍTICA LITERARIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘La última función’, de Luis Landero: la ceniza fría de los sueños

El escritor permite que la esperanza se abra paso por los resquicios de la derrota en esta historia que mezcla la gloria pasada de un pueblo vaciado con el encuentro de dos personajes de existencias incompletas

El escritor Luis Landero, autor de 'La última función', en Madrid el 1 de febrero pasado.
El escritor Luis Landero, autor de 'La última función', en Madrid el 1 de febrero pasado.Marta Fernandez Jara/Europa Press via Getty Images (Europa Press via Getty Images)

No es verdad que todo pasado fue mejor, tampoco que toda ilusión y esperanza serán desmochadas o defraudadas, pero sí que todos los asuntos humanos, dichosos y desdichados, son pasto de la devoración del tiempo. La constatación de que todo pasa (y pasa de todo) la tiene cualquiera que haya cumplido una cierta edad, pero esa certeza no ha de abocar por fuerza a la melancolía o el abatimiento sino que, a menudo, conduce a un estado de estoica conformidad con la irreparable finitud de la vida humana e incluso a una celebración del esplendor pasado, a una reviviscencia, mediante la memoria y la palabra, de los momentos más luminosos de nuestra carrera hacia la nada. Luis Landero es tan consciente de ello que ha construido su última novela, desde la trama a las voces narrativas, con estos mimbres y le ha salido un relato impecable, medido incluso en los excursos o, más bien, en lo que parecen excursos, pero se revelan afluentes esenciales de la historia que se cuenta: la de la última ocasión en que un pueblo castellano pobre y semivacío, San Albín, conoció la gloria antes de extinguirse.

La gloria consistió en la escenificación colectiva de una leyenda medieval, el Milagro y Apoteosis de la Santa Niña Rosalba, que había sido representada durante siglos hasta caer en el olvido. Pero la coincidencia fortuita en San Albín de un antiguo vecino, Tito Gil, que regresa para encargarse de la herencia de su tía Casilda, y de la atribulada Paula, que llega al lugar por error, propicia una última función del viejo espectáculo litúrgico que ilusiona e involucra a todas las gentes del lugar. En el montaje participan todos los vecinos, cada uno con su papel, en un escenario que se extiende por todo el pueblo y que hace imposible que nadie asista como espectador a la totalidad del espectáculo, como en la vida misma o como en las Festspiele suizas en que Borges inspiró su Tema del traidor y del héroe. Los lugareños, bajo el efecto euforizante de hacerse pasar por otro, de sentir la excitante inmersión en una historia superior a ellos mismos, experimentan el catártico transporte mental que brinda la ficción. Esa última oportunidad de grandeza del lugar ocupa la segunda mitad de la novela y ejemplifica la historia que cuentan todas las historias, como se dice en el capítulo 9, la del “sueño que tarde o temprano acaba desembocando en la inmisericorde realidad”, un tema que, aunque “mil veces repetido, resulta siempre nuevo”, y quizá por eso vuelve a él siempre Landero desde Juegos de la edad tardía (1989).

No obstante, esta novela injerta en ese tronco temático una variación esperanzadora a través de los dos personajes centrales, los de Tito y Paula, a cuya presentación en capítulos alternos se dedica una primera parte de la novela, una maravilla de sabiduría y control narrativos. La circularidad con que se narra la peripecia vital de Tito (su relato comienza y termina con su llegada al bar Pino, donde contempla una foto suya en la liturgia de la Santa Niña Rosalba de 1958) abre un canal de comunicación entre el pasado y el presente por el que circula la leyenda de su voz portentosa desde niño, de su vocación teatral (mientras mantiene una gestoría heredada), de sus éxitos como recitador e intérprete de Lorca en Madrid y provincias. Por su parte, la historia de Paula se narra mediante retrospecciones que recuperan su vida frustrada, sus relaciones sentimentales calamitosas (Bruno y el iracundo Blas), su instalación en el miedo rutinario antes de que el azar la conduzca a San Albín y a una confusión providencial. Landero despliega esas dos existencias incompletas con una perspicacia y humanidad tan comprensivas como compasivas, poniendo de relieve las íntimas ambiciones de cada uno, sus sueños abocados a la insatisfacción y la ruina. El encuentro de ambos, urdido con un hábil enredo muy teatral, le permite al autor sugerir que siempre cabe que la esperanza se abra paso por los resquicios de la derrota.

Los narradores, “viejos y desmemoriados”, se conjuran para devolver a lo vivido el resplandor que acaso no tuvo

Ese moderado optimismo, que no es sino el vitalismo escéptico de quien ha visto mucho, parece contrastar con el dispositivo de la voz que narra la historia, que no pertenece a un narrador único y externo, sino a un círcu­lo de relatores que fueron testigos de los hechos. Se trata de un coro de ancianos que rememoran y se cuentan entre ellos aquel pasado feliz (o al que ellos inyectan felicidad), recreando lo vivido y las autobiografías orales que Tito y Paula compartieron con ellos durante tres días. Desde la grisura de la realidad actual (San Albín ya es un pueblo vaciado; ellos sobreviven en Madrid) se conjuran para devolver a lo vivido, con la mera fuerza de la palabra, el resplandor que acaso no tuvo, construyendo así la fábula perdurable de lo que sucedió. O no sucedió, porque estos narradores “viejos y desmemoriados” ni siquiera se proponen ser fieles a lo acontecido; les basta con que la narración encierre su propia verdad y resista el desgaste del tiempo, como ocurre con el castillo de atrezo que se levantó en el pueblo para aquella magna ocasión y que todavía se yergue invicto en lo alto de un cerro, mientras a sus pies las casas del pueblo se han desmoronado. Esta hermosa novela de Landero es ese castillo y solo cabe invitar a los lectores a refugiarse en su interior.

Portada de 'La última función', de Luis Landero. EDITORIAL TUSQUETS

La última función

Luis Landero
Tusquets, 2024
224 páginas. 20,50 euros



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