Un crimen, tres vidas cruzadas en el vecindario
La mozambiqueña Lília Momplé firma un retrato austero y noble de una sociedad lejana cuyos males también nos pertenecen
Quien busque la esencia de la escritura superpuesta a la esencia misma de la sociedad podrá encontrarla en una pequeña novela, Neighbours, que logra el milagro de acoplar ambas zonas para ofrecernos una monodosis de noble literatura. La mozambiqueña Lília Momplé ha ensamblado tres historias únicas, las vidas de tres mujeres aparentemente inconexas en el Maputo de 1985, en una tarde aciaga en la que sus pequeños universos se verán sacudidos por un crimen.
Hablamos de conspiraciones, de violencia y de la injerencia de una minoría racista de Suráfrica en Mozambique. Hablamos de un caso real. El apartheid quiere extender su huella. Un tema que —lo sé, me diréis— poco o nada tiene que ver con nosotros. Y sin embargo la herencia del colonialismo y el dominio de unos sobre otros que Europa extendió en África dejó secuelas que también nos pertenecen. La colección Libros del Baobab de la editorial Malas Compañías nos lo recuerda de nuevo con este libro de 1995, la única obra de esta autora de 88 años que ha sido traducida al español. (Aquí ya hablamos de otra hermosa novela de esta colección, Las vidas secretas de las esposas de Baba Segi, que acaba de conocer su segunda edición.)
Pues bien. Narra Momplé en un lenguaje austero, directo y sin adornos, en la pura raspa, las vicisitudes de una mujer y su pareja que al fin han logrado su apartamento donde compartir su pobreza con más dignidad; las de una señora asustada por el grado que ha alcanzado la infidelidad de su marido que, por primera vez, la deja sola en la fiesta tradicional del Aid; y las de otra vecina, la hermosa Mena, que escucha los planes homicidas de su marido y sus secuaces. Bonitas personas, las tres.
Pero el racismo, el colonialismo, la independencia y la guerra tocan todas esas vidas. Y sobre todo las toca la fuerza de unas mujeres que luchan desde la debilidad en que las ha situado una sociedad patriarcal que no las deja precisamente elegir sus destinos. Hay matrimonios arreglados. Hay deseo. Hay crimen. Hay amor. Hay odio o, mejor dicho, la necesidad de soportar maridos arbitrarios, a veces violentos.
Se ofrece Neighbours como relato con tintes de novela negra y acaso lo es. Pero, como la buena literatura criminal, lo medular no está en el género y sus cánones, sino en la capacidad de retratar de forma certera un mundo real. Lília Momplé lo consiguió.
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