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Raíces, rizomas y ritmos: las mejores novedades en músicas del mundo

Cuatro nuevos discos conjugan tradición y modernidad, de lo nuevo del maliense Ballaké Sissoko al ‘tecno’ mediterráneo de Acid Arab

Retrato promocional del grupo Acid Arab.
Retrato promocional del grupo Acid Arab.Guillaume Durand

Gilles Deleuze y Félix Guattari, esa pareja feliz de filósofos cuyo libro en estéreo Capitalismo y esquizofrenia tanto quehacer ha dado a los exégetas de la música electrónica, nos enseñaron, fijándose en la botánica, que un rizoma es un esquema de pensamiento incluyente y conectivo que no sigue líneas de subordinación jerárquica tipo raíces y ramas. Un modelo taxonómico, por ejemplo, no es un rizoma. Para comentar estas cuatro novedades en la llamada música de raíz, habrá que convenir en la necesidad de mandar al diablo las taxonomías, cuando menos de momento. Y pensar más bien en el jengibre, cuya raíz es paradigma de crecimiento rizomático.

Les égarés (los errantes, los extraviados; en España se tradujo como Fugitivos) es el título de una película dirigida en 2005 por André Téchiné, en la que una mujer y sus dos hijos huyen del París ocupado por los nazis. Ahora, Les Égarés da también nombre al grupo (y título al disco homónimo) que editan la semana que viene el maestro maliense de la kora Ballaké Sissoko, y los no menos duchos músicos franceses Vincent Ségal (chelo), Émile Parisien (saxo soprano) y Vincent Peirani (acordeón y accordina). Ballaké y Ségal ya habían grabado juntos anteriormente (Chamber Music y Musique de Nuit), y también la otra pareja protagonista (Abrazo y Belle Époque). Y aquellos dúos han traído este cuarteto, singularmente hermoso y vanamente clasificable, un espacio de expresión simbólica en el que las músicas se enredan como cerezas en un cruce de géneros, estilos y fronteras. Una narrativa sonora excéntrica (es decir, sin centro) armada con efluvios orientales, armonías de jazz, danzas latinas, pulsaciones mandingas y aromas flamencos. En el programa hay revisiones de piezas del acordeonista Marc Perrone (‘Esperanza’); de Bumcello, el grupo de trip hop que montaron Ségal y Cyril Atef (‘Time Bum’), y de Joe Zawinul (‘Orient Express’).

Retrato promocional del grupo Les égarés.
Retrato promocional del grupo Les égarés.

En la isla caribeña de Guadalupe manda la música gwo ka, ligada a un tambor del mismo nombre, en la que pueden distinguirse siete ritmos. En uno de ellos (toumblak) fue instruido desde niño el hoy casi septuagenario Moïse Polobi, cantante de voz grave y poderosa que ayer, con el nombre de Polobi & The Gwo Ka Masters, publicó Abri Cyclonique (Real World). Polobi reside en el barrio Grande Savane, en la localidad de Petit-Bourg, y durante el confinamiento grabó con su vecino, el percusionista Klod Kiavué, una serie de canciones en las que late el corazón de la selva tropical, reformuladas posteriormente en estudio. Con Polobi, que ha registrado varios álbumes con su grupo Indestawas Ka, han colaborado en Abri Cyclonique, además de Kiavué, el guitarrista Christian Laviso (ambos participaron en la formación The Gwo-Ka Masters, que grabó con el saxofonista David Murray el disco Gwotet) y el percusionista, también de Guadalupe, Eric Danquin. Liam Farrell, conocido anteriormente como Doctor L, quien ha trabajado con Mbongwana Star y Les Amazones d’Afrique, firma la producción. El resultado del encuentro es una acción radical de la música gwo ka, de tal manera que, rompiendo sus márgenes, dibuja una cartografía criolla en la que la voz (a modo de spoken word, en ocasiones) forma un todo con los sonidos naturales de la selva, el free jazz y los aires cubanos, en un vigoroso compendio de negritud.

Acid Arab lleva a la pista de baile una síntesis de electrónica y músicas que, dicho a lo Serrat, van de Algeciras a Estambul

King Ayisoba es un punki transmutado en chamán, o tal vez un chamán transformado en punki. Procede de Kalaga, región del noreste de Ghana, canta (su tesitura vocal es muy peculiar) y es intérprete de kologo, un instrumento de dos cuerdas que suenan como siete. Teóricamente, su música es una argamasa de tradiciones locales y hiplife (estilo surgido en los noventa del siglo XX a partir del muy influyente highlife), pero en la práctica su notación no es tan sencilla. Work Hard (Glitterbeat) es su tercer álbum, registrado con espíritu de directo en Ghana y Países Bajos con varios productores africanos y mezclado por el muy experto Francis Ayamga. Todo eso, sin olvidar la colaboración, ya presente en discos anteriores, de Zea, excomponente del grupo punk The Ex. Normalmente, Ayisoba ha contado en sus grabaciones con artistas de fuera de su país (Orlando Julius, Lee Scratch Perry…), pero en esta ocasión ha echado mano de músicos locales de procedencias muy diversas. Bajos resonantes, coros y patrones de rap crean con el kologo una envolvente polirritmia que sostiene unos textos cantados en frafra, twi e inglés doméstico, que con el mismo entusiasmo con el que critican los abusos del poder y del dinero, piden a los gobernantes que parcheen las fronteras para contener a los inmigrantes.

Tras Musique de France (2016) y Jdid (2019), llega Trois (Crammed Discs), del trío francoargelino Acid Arab, especialista en llevar a las pistas de baile una elaborada y arrolladora síntesis de electrónica y músicas que, dicho a lo Serrat, van de Algeciras a Estambul. De ahí las colaboraciones del cantante de rai Sofiane Saidi; del sirio Wael Alkak, que con el brío del ritmo de la danza dabkeh saluda en su intervención “a los árabes revolucionarios”; del turco Cem Yildiz, que aporta la psicodelia de Anatolia; de Halim Guelil y su híbrido de músicas popular y andalusí; de la diva marroquí Ghizlane Melih… Además, una vieja improvisación de Rachid Taha (fallecido en 2018) grabada con un teléfono móvil suena sobre una base de tecno de Detroit; del ritmo de esa ciudad participa también la pieza ‘Emos’, creación de Kenzi Bourras, el teclista del grupo. Y ‘Sorayat 303 Part 2′, que cierra el álbum, continúa la senda abierta por ‘Sorayat 303′, del disco Musique de France. Acid Arab tiene la habilidad de no transitar por la senda trillada de aderezar con especias electrónicas las músicas de raíz; lo suyo va más allá de la mezcla de mercadillo y se instala en ese territorio en el que sonidos orgánicos y sintéticos dialogan de igual a igual con los mismos argumentos. Lo dicho: nada de raíces y puntas; rizomas como poderosos jengibres jamaicanos.

Portada de 'Les égares', del grupo Les Égarés'.

Les Égarés

‘Les Égarés’
No Format!
Portada de ‘Abri Cyclonique’, de Polobi & The Gwo Ka Masters.

Polobi & The Gwo Ka Masters

‘Abri Cyclonique’
Real World
Portada de ‘Work Hard’, de King Ayisoba.

King Ayisoba

‘Work Hard’
Glitterbeat
Portada de ‘Trois’, de Acid Arab.

Acid Arab

‘Trois’
Crammed Discs

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