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‘La sort’: un hijo adoptado es para siempre

El director Jaume Pérez y el dramaturgo Juli Disla, pareja artística y sentimental, reflexionan sobre los vínculos paternofiliales a partir del proceso que les ha llevado a ser padres de un niño de otra etnia

Escena de la obra 'La Sort', en la Sala Beckett.
Escena de la obra 'La Sort', en la Sala Beckett.MARIA CÁRDENAS
Javier Vallejo

Hay familias sanadoras, pero también familias tóxicas, con criaturitas que corren a esconderse bajo la mesa cada vez que escuchan la apertura de una lata de cerveza, que no se fían de nadie, que nunca lloran… La sort (La suerte) es un espectáculo documento en el que el autor Juli Disla y el director Jaume Pérez, pareja artística y sentimental, reflexionan sobre los vínculos paternofiliales a partir del largo proceso personal y administrativo que les llevó a adoptar a un bebé: empezaron a valorar esa posibilidad poco después de que el presidente Rodríguez Zapatero legalizara el matrimonio homosexual, en 2005, y firmaron la adopción en 2018. Partiendo de un caso singular (una pareja blanca del mismo sexo con un pequeñín de otra etnia), estos intérpretes y dramaturgos valencianos entretejen una reflexión de valor universal minuciosa, bienhumorada y certera, con instantes conmovedores. El público de Barcelona, donde La sort se representa del 29 de septiembre al 9 de octubre, está de suerte.

Por lo que tiene de experiencia sincera, esta obra se sitúa en la estela de Nadia, formidable soliloquio de Nadia Ghulam, afgana residente en Cataluña, que narra en primera persona como en su tierra natal hubo de hacerse pasar por su hermano durante años para sacar adelante económicamente a su familia. No hay en La sort ni un ápice del narcisismo latente ni del impudor que asoman la oreja en muchos espectáculos confesionales o de autoficción. Muy al contrario, Pérez y Disla exponen el caso que les trae al escenario con una afabilidad ejemplar y una discreción admirable. Uno anhelaba adoptar, el otro albergaba dudas. Su primer paso adelante, su espera, sus vacilaciones, el diálogo que establecen entre ellos pero también con los responsables de la Administración valenciana, con la psicóloga que se les asigna y con sus padres despiertan una simpatía y una complicidad enormes. Con la luz de sala prendida, como si estuviéramos todos en el salón de su casa, pisándose el texto, la pareja nos cuenta como enviaban periódicamente a sus progenitores y futuros abuelos documentos que obraban en su ánimo un efecto similar al que hubiera producido en ellos recibir una ecografía… y cómo un buen día salieron de cuentas por fin.

Ambos padres van desgranando su peripecia sin sentimentalismos y sin intención de aleccionar a nadie. Sin embargo, La sort llega a emocionar porque cuanto en ella se dice suena a cierto, está encarnado con detalle y transmite positivismo y buen ánimo. Mientras Disla habla en valenciano Pérez le da la réplica en castellano (aunque en el Teatro de La Abadía, donde vi la función, no hicieron ese distingo). Libre de los cansinos tics del teatro documento y del falso documental, su trabajo interpretativo, dramatúrgico y de puesta en escena está enfocado enteramente en transmitir su relato con elocuencia y claridad extremada.

‘La sort’. Texto: Juli Disla. Dirección: Toni Agustí, Jaume Pérez y Santiago Ribelles. Barcelona. Sala Beckett, del 29 de septiembre al 9 de octubre. Después en El Puig, Durango, Alcúdia, Las Palmas, Villena, El Sauzal…

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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