Lo nuevo de Van Morrison, Diana Ross, Florence and the Machine, Kendrick Lamar, Amaia y otras canciones de mayo
Los críticos de ‘Babelia’ comentan los temas recientes más destacados en todos los estilos musicales
Van Morrison – ‘Dangerous’
El gruñón de Belfast se nos ha vuelto negacionista de la covid y encima está más enfadado que de costumbre, y eso ya es mucho decir para un tipo con tan malas pulgas. Acaba de sacar What’s It Gonna Take?, un disco que es un manifiesto sobre los abusos del poder, la necesidad de rebelarse y un puñado de asuntos más que bien podría sacar tu cuñado en la sobremesa familiar de los domingos. Van Morrison no es tu cuñado —y casi que mejor para evitar broncas— y sí es un músico con un talento a raudales. También un tipo que puede repetirse cien veces y no pasaría casi nada. Esta canción es una prueba evidente: R&B ligero, marca de la casa Morrison, que entra de maravilla, aunque sientes que esta canción ya te la ha colado en seis discos más. Solo percibes que no es así porque, demonios, la letra es negacionista. Hasta para ser un monsergas Van Morrison suena bien. Maldita sea. FERNANDO NAVARRO
Craig Finn – ‘Birthdays’
Quizá el nombre de Craig Finn no suene, pero sí algo más el de su banda: The Hold Steady, uno de esos grupos norteamericanos que saben trazar perfectamente la ruta hacia el mejor rock de bar. Finn publica nuevo disco en solitario donde vuelve a rebajar revoluciones y ofrecer un perfil mucho más íntimo. Este medio tiempo bien podría firmarlo Bruce Springsteen cuando se pone a echar la vista atrás. Y si es así no es solo por la inclusión del saxo sino también por la gran capacidad de retratar una estampa cotidiana con aura de verano en retirada. A medio camino entre el rock y el soul blanco, guarda ese aire tan fantástico de la Costa Este. Voz profunda y melancólica, coros apoyando la narración y un Finn tocando la fibra de una forma aparentemente sencilla. F. N.
Kendrick Lamar feat. Beth Gibbons – ‘Mother I Sober’
Una de las piezas más impresionantes de Mr. Morale & The Big Steppers, el nuevo disco del rapero californiano es esta canción en la que narra partes de su caótica infancia en Compton, uno de los peores barrios de Los Ángeles. Kendrick Lamar recita con suavidad, pero con esa intensidad que es su marca, escenas de una dureza que sobrecoge: ¨Acusaban a mi primo. ‘¿Te tocó, Kendrick?’. Nunca mentí, pero nadie me creyó cuando dije que no lo había hecho”. En los interludios, aparece una de las mejores voces femeninas de los últimos 30 años, Beth Gibbons, de Portishead, cantando: “Desearía ser alguien, cualquiera menos yo”. Son casi siete minutos en los que no hay un segundo de paz, una confesión tan personal que terminas agotado. ÍÑIGO LÓPEZ PALACIOS
Ben Yart – ‘Qué asko’
Benito, Beñat o Ben Yart, que responde a los tres nombres, se define a sí mismo como “el romanticón ese politoxicómano guapo que canta”. Dentro del universo del trap, Ben Yart sale de Mendilorri, el barrio de Pamplona en el que también han nacido Chill Mafia, con los que forma, según él, “un holding”. Yart es uno de los artistas con un estilo más particular. Tiene un deje aflamencado al cantar, que también se nota en su forma de escribir. Una voz a veces desafiante y otras, llorona. Unas letras salvajes desde la sinceridad que en esta canción llegan a su máxima expresión. Como se lee en uno de los comentarios del vídeo en YouTube: “Radiografía de todas nuestras primeras relaciones abiertas”. Í. L. P.
Florence and the Machine – ‘Search and Destroy’
Es evidente que Iggy Pop flota en el aire punk, de un power punk en todos los sentidos liberador que respira Dance Fever, el nuevo disco de Florence and the Machine. La misma Florence Welch ha admitido que hay mucho de los Stooges, pero también de Leonard Cohen y Nick Cave, en el álbum (el corte de apertura, ‘King’, casi es un destilado de un más que imposible cruce entre los dos últimos). Y su versión de ‘Search and Destroy’, de curioso videoclip animado —apenas rayos cayendo sobre quién sabe qué, tatuados con la letra de la canción—, recién lanzada e incluida en la edición de lujo del disco, completa el altar, y sube la apuesta. Porque, juguetona y feliz, Welch se deja invadir por el espíritu de la parte de Patti Smith que se reencarnó en PJ Harvey y hace de un clásico de 1973, nunca del todo reconocido como tal, una estupenda carta de presentación del volantazo oldie que la de Londres ha dado en su último álbum. La fiereza de Search and Destroy es acústica pero, por momentos, tan deliciosamente frenética como los clásicos de una época —los setenta— en la que aún reinaba la imperfección, y que permite aquí atisbar el espíritu salvaje (punk) de Welch. LAURA FERNÁNDEZ
Diana Ross & Tame Impala – ‘Turn Up the Sunshine’
Diana Ross está intentando volver a la palestra a sus 78 años. No solo piensa actuar este verano en el mítico Glastonbury, en la sección Leyendas —sí, existe una— y cerrar con su actuación el Jubileo de la Reina Isabel II, sino que se ha dejado llevar al terreno de Tame Impala para crear esta pegadiza y veraniega cápsula funk (pop) de proyección infantilmente multitudinaria. No en vano, la canción es obra de Jack Antonoff y Kevin Parker, y de Sam Dew y el productor sueco Patrik Berger. El corte forma parte de la banda sonora —una banda sonora de altura, en a que militan desde St. Vincent hasta Phoebe Bridgers— de Minions: El origen de Gru, un nuevo título de la franquicia animada de Universal que protagoniza el villano menos villano de todos los tiempos. Del tema, un vitalista y encantadoramente groovy canto a todo aquello que puede (y debe) devolverte la sonrisa, Ross ha dicho que es un reflejo del amor y la gratitud que siente a diario. Para los Impala, claro, ha sido un sueño hecho realidad, porque ¿quién no sueña con darle una nueva forma, y una tan curiosamente new wave, a una reina del soul? L. F.
Warpaint – ‘Stevie’
A principios de año se anunciaba el regreso de Warpaint con un sencillo buenísimo, ‘Champion’, y la promesa de algo más ya en primavera. Y aquí estamos. ‘Stevie’ es probablemente el mejor tema del cuarto disco de las de Los Ángeles tras seis años de silencio. Con voces envidiables, una sensual progresión de las armonías y un groove marca de la casa, este medio tiempo ofrece una reflexión romántica pero también perturbadora de lo que supone acercarse al otro, con los sentidos acelerados pero la mente clara. O quizás todo lo contrario: un amante perfecto que obviamente no existe, pero el único del que estamos de verdad enamorados. “Amante soñado, eres como ningún otro, estás deprimido y sucio, eres como una madre rara, me das felicidad”, canta Emily Kokal. El título tiene que ser una referencia a Stevie Nicks, cuya influencia está clara en el tema. BEATRIZ G. ARANDA
William Basinski, & Janek Schaefer – ‘… on reflection (one)’
Uno no puede elegir una sola canción del disco de ambient que han sacado Basinski y Schaefer, dos músicos experimentales de prestigio y con interesantes carreras, porque lo que viene después ya estaba formando parte de lo que suena. Sin embargo, la canción que abre el álbum es la más importante, porque supone el umbral de acceso a una obra sensacional, un flujo compuesto de todas las cosas y colores que conocemos. Armada a base de loops de pianos, crujidos de vinilos y grabaciones de campo —en la parte final, lejos del ensueño, escucharemos los camiones y la vida de los demás—, y con una producción nítida y brillante, lo que el oyente percibe será distinto cada vez. Con el espacio como la principal fuerza productiva de la sociedad de consumo, aquí se nos propone un bosque sonoro lleno de puntos de fuga para transformar la realidad que nos rodea. B. G. A.
Rina Sawayama – ‘This Hell’
Penúltima revelación del pop con su aclamado debut en 2020, la británico-japonesa Rina Sawayama afronta la reválida de cara a septiembre con un nuevo álbum, del que ‘This Hell’ sirve de primer adelanto. La canción es un himno por los derechos LGTBIQ colmado de referencias a la cultura pop de los últimos 20 años —ahí están los guiños a Britney Spears y Whitney Houston en las letras— que puede recordar, de lejos, al ‘Born This Way’ de Lady Gaga o algunos de los temas de su excelente Joanne. Comparte con este último un aire country pop que también la acerca a Shania Twain, quien asiste, reivindicada por las hermanas Haim o Harry Styles, a la más impredecible de las rehabilitaciones culturales de nuestro tiempo. Sawayama es explícita en su homenaje a la canadiense: la canción se abre con un “Let’s go, girls” calcado al de ‘Man, I Feel Like a Woman’. El resultado es eficaz. Su potencial comercial, descarado. Su relativo oportunismo, un tanto molesto. ÁLEX VICENTE
Amaia – ‘Dilo sin hablar’
En Cuando no sé quién soy, el esperado nuevo disco de una intérprete tan superdotada como Amaia, hay tantos desaciertos (su decepcionante reencuentro con Aitana, un lustro después de su revelación conjunta en Operación triunfo) como dardos en plena diana. En la segunda categoría figuran canciones como ‘Quiero pero no’, el radiante dúo con Rojuu que ya dio a conocer antes de la publicación del álbum, o este ‘Dilo sin hablar’, notable corte de electropop triste coescrito por Amaia y su productor Alizzz, cuya voz se escucha distorsionada como telón de fondo, en una segunda entrega de la colaboración que emprendieron en ‘El encuentro’. La extrema sencillez que caracteriza a la propuesta de Amaia es un arma de doble filo. A veces, se revela un tanto raquítica. Aquí, en cambio, logra conmover: “Abre la mano y toma mi alma / Ve con cuidado, que no se te caiga”. Cuando sabe quién es, Amaia suena así de bien. Á. V.
Juan Carlos Romero – ‘O mio babbino caro’
‘O mio babbino caro’ es el ruego de una hija a un padre para que la deje estar con su amado, una composición de Puccini incluida en la ópera Gianni Schicchi, estrenada en 1918. Hoy es uno de los nueve cortes de Arias impuras, disco de Juan Carlos Romero, guitarrista virtuoso que creó para Enrique Morente o Montserrat Caballé, una de las sopranos que mejor cantó ‘O mio babbino caro’. En esta versión la interpreta una artista de un estilo muy distinto: la cantaora Rocío Márquez, una declaración de intenciones del flamenco sofisticado que ambos defienden y que se traduce en unos trémolos impecables, pero también en unos quiebros delicados e inesperados que aflamencan el aria. Son esos giros de la voz y el toque minucioso de Romero los que transforman la pieza, restándole parte del lamento que contiene todo ruego y haciéndola sonar a nana. Es decir, a consuelo. SILVIA CRUZ LAPEÑA
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