‘Una filosofía del miedo’: Divagaciones sobre el temor
Para combatir el sentimiento o para aprender a convivir con él, Bernat Castany Prado entrega un manual jubiloso e iluminador
Hace ahora casi 20 años que a iniciativa de Ernesto Sabato y de su esposa, Elvira, me propuse escribir un ensayo sobre el miedo, tema recurrente en la obra del gran escritor argentino. Su novela más conocida, El túnel, es en gran medida una obra sobre el miedo y toda su producción literaria está impregnada de un sentimiento agónico de la existencia. Puse cerebro y manos a la tarea, pero enseguida abandoné ante los múltiples e intrincados perfiles que me sugirió el objeto de la investigación. O sea que cuando me topé con Una filosofía del miedo, el reciente libro de Bernat Castany Prado, me abalancé sobre él con cierta nostalgia e inmensa curiosidad. Estamos ante una obra personal y un poco anárquica pese a sus intentos de establecer un sistema; inteligente, divertida y reveladora; llena de citas académicas y de chistes a veces no muy graciosos; un libro que se lee como uno quiera, no necesariamente del principio al fin, y que al cabo transmite un mensaje optimista y hermoso, y por lo mismo discutible. Comienza con una declaración de principios: el miedo es la némesis de nuestros días. “No nos deja disfrutar del reino de este mundo”, del que nos aparta, “altera nuestro conocimiento, reduce el placer, nos hace crueles, nos impide ser lo que hemos decidido ser y erosiona el tejido social”. Y acaba con una prédica moral, rindiendo homenaje a Max Aub: “Lo contrario del miedo no es el coraje, sino la solidaridad”. Entre medias, un torrente de reflexiones nos acompaña durante unas pocas horas, junto a un repaso a la historia del pensamiento occidental, plagado de alusiones y evocaciones literarias.
El resultado no es solo ni primordialmente una filosofía del miedo. En todo caso es una filosofía moral e incluso más bien una sociología y hasta un manual de psicología para aprender a combatirlo. También un mensaje inequívoco de compromiso con el mundo de la Ilustración, de lucha contra el clericalismo y de defensa de la vida frente a lo inevitable de la muerte, lo que comporta determinadas obligaciones morales y políticas.
La cuestión esencial es saber si en efecto el miedo es la encarnación del mal, o si no constituye nada más que una condición de la existencia
El miedo es para Castany “una amalgama de pasiones tristes” que nos sume en una importancia casi absoluta. Y aunque en el umbral de la obra se hace una distinción oportuna entre el deimos y el phobos de los griegos, el miedo proporcionado y racional que nos incita a la acción adecuada y el que nos paraliza y condena al pasmo, apenas encontraremos después un debate ordenado respecto a la disyuntiva de luchar contra el miedo, y vencerlo, de vivir sin miedo, o de aprender a convivir con él. La cuestión esencial es saber si en efecto el miedo es la encarnación del mal, o de algunos males, para no exagerar, o si no constituye nada más que una condición de la existencia, un método de conocimiento también, como el propio autor señala. De ahí que no tener miedo al miedo, en la famosa frase de Roosevelt, remedada por Kennedy y hasta por Adolfo Suárez, no significa expulsarlo de nuestras vidas, sino integrarlo en ellas. Esta discusión, aunque insinuada, es lo que echo a faltar finalmente en el libro, así como otras interrogaciones sobre cuestiones menores, pero interesantes para la enseñanza del comportamiento. Así, la aseveración de que la timidez es fruto del miedo: como tímido inveterado que soy me atrevería a discutirla si mi timidez no lo impidiera. O la elusión de que el miedo es también una forma de obtener placer, aunque haya alguna referencia al sadomasoquismo, un negocio más extendido de lo que solemos reconocer y que afecta sobremanera a adolescentes y jóvenes.
O sea que podríamos estar debatiendo, sin miedo alguno, sobre determinadas consideraciones del autor. Pero por eso precisamente este es un libro jubiloso, iluminador e iluminado, una obra también sobre los sentimientos de los humanos, que tantas veces nos hacen perder el sentido. Quien lo firma es profesor de Literatura, licenciado en Filosofía y poeta digno de atención. Todo ello se ve reflejado en esta su última entrega, donde encuentro algunas coincidencias memorables, como su culto a las metáforas, que expresan un modo estructural de concebir nuestra existencia; o su elogio indisimulado del epicureísmo, que nos invita a gozar de los placeres minimizando sus costes; para no hablar del reclamo de la sophrosyne griega, que él entiende como moderación, aunque yo prefiero interpretarla como el equilibrio mental y físico de nuestras vidas. Agradezco al autor, por lo demás, su optimismo militante, que la edad le ayudará a atemperar. Estoy satisfecho de ver que alguien ha sido capaz de responder, con prosa brillante y admirable erudición, al reto que me propuso Sabato, aunque acabaré por mencionar una última discrepancia, en lo que se refiere a su definición de una persona jubilada como alguien que padece toda clase de temores y frustraciones. Contra la suposición de que la memoria es el miedo y el miedo es memoria, quienes pertenecemos a las clases de riesgo amenazadas por la covid-19 sabemos que envejecer no es recordar, sino proyectar. Y en eso estamos.
Una filosofía del miedo
Autor: Bernat Castany Prado.
Editorial: Anagrama, 2022.
Formato: tapa blanda (368 páginas. 19,90 euros) y e-book (7,99 euros).
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