Once preguntas para resumir una postura sobre la literatura infantil
Para Miren Agur Meabe, ganadora del Premio Nacional de Poesía, escribir en euskera es un acto de amor y la lectura es un bastón para la vida
Cierta vez imaginé un viaje en el que servidora, al igual que Alice Liddell, se deslizaba a las profundidades de un Wonderland lleno de puertas que cruzar para descubrir el secreto de la escritura. En esa exploración había que superar cierto interrogatorio del que hago ahora un repaso.
Pregunta 1. ¿Qué edad tiene para ti la literatura infantil? No tiene edad, como no la tienen los caramelos. De hecho, muchos adultos disfrutamos leyendo libros destinados en principio a los lectores y lectoras más jóvenes. Acotar franjas de edad no va más allá de cumplir una orientación de cara a las compras dubitativas.
Pregunta 2. ¿Cuál es tu fórmula para escribir? Vierto en una olla el tema (escogido en el mercado de la realidad) y lo pongo a hervir a fuego vivo hasta que se derrite y surge el argumento. Agrego esencia de ingredientes emocionales —según el sabor que quiera dar a los dulces— y dejo que tome color. Cuando la mezcla se enfría, la deposito en moldes de estilo. Y finalmente, espolvoreo con lenguaje literario.
Pregunta 3. ¿A qué llamas moldes de estilo? A mis rasgos. Por ejemplo, la hibridez, la polifonía, los finales abiertos y un tanto ambiguos, esos desenlaces que podrían dar lugar a una segunda parte o que demandan una interpretación… Relatos en los que, de pronto, un aforismo salta como una rana de un estanque; o álbumes que combinan prosa y poesía, igual que cintas que dan consistencia a una trenza; o composiciones-arcón donde cabe un batiburrillo de nanas, cantinelas, refranes o adivinanzas.
Pregunta 4. ¿Y eso del lenguaje literario? Los niños precisan de la vivencia estética del lenguaje. Y la palabra, usada de tal o cual manera, hace descubrir el placer de la forma. El lenguaje literario es el que, alejándose de la expresión de todos los días, cumple su función poética, entendida como palabra que crea, da a luz, obtiene o causa.
Pregunta 5. ¿Es realmente eficaz esa fórmula? Bueno, debo tener mucho cuidado de no caer en una práctica abusiva de recursos, o de no romper equilibrios. Los textos seducen si nos sirven para enriquecer nuestra personalidad o si nos producen un goce a través de la expresión.
Pregunta 6. ¿Qué objetivo persigues: evasión, entretenimiento, transmisión de valores…? Me planteo cinco funciones elementales: dar placer, ayudar a apreciar el universo de la palabra, desarrollar la imaginación, ofrecer algún conocimiento sobre el mundo y mostrar valores positivos (sin entrar en la relatividad de los valores, pero apuntado a la solidaridad y a la igualdad).
Pregunta 7. Todo un pentálogo. Pero… ¿no tiene muchos contrincantes la literatura infantil? Tiene enemigos furiosos: la urgencia de los horarios, el consumismo que nos envuelve, los chaparrones continuos de imágenes… Todo ello malogra la actitud tranquila necesaria para que la palabra escrita penetre en la mente, en el corazón, en las tripas… sea por el fondo, por la forma o por ambos.
Pregunta 8. Entonces, ¿qué estrategia sugerirías para influir en el hábito lector? Las familias tienen responsabilidad respecto a la promoción de la lectura, puesto que constituyen modelos de comportamiento: si reservamos momentos para leer, estamos dando valor a la lectura y alimentando la costumbre. Sin embargo, haría un llamamiento a las estrellas del fútbol, para que invitaran a leer al gran público. Puede más un futbolista que cien frikiliterartistas.
Pregunta 9. Y tú ¿por qué escribes en euskera? El euskera es una lengua minorizada que padece las consecuencias de una vieja represión política y económica. Para mí, escribir en euskera es un acto de acto de amor, ya que en mi corazón coinciden el sentimiento familiar y el lingüístico. Es un acto de compromiso con mi sociedad y con mi tiempo. Es un acto ecológico, para avivar la lengua más antigua de Europa. Es un acto de autonomía, para frenar su disolución en la amalgama de la globalidad. Y es un acto de estética, claro.
Pregunta 10. ¿Qué dicen de tus libros tus pequeños lectores y lectoras? Contaría anécdotas preciosas, como la de un grupo de niños y niñas que me reconocieron en la terraza de un bar y se acercaron en fila para que les firmara autógrafos en servilletas de papel. Generalmente acogen con mucho gusto mis cuentos, gracias a la mediación de la escuela, una gran cómplice. Reconozco que en ciertos niveles se quejan de tener que usar el diccionario, pero eso se debe a que el euskera no es su lengua familiar. Los niveles de adquisición son dispares dependiendo del contexto social. Una de las trabas es la dificultad para captar las connotaciones, los significados plurales… Aun así, mi apuesta es la de pulir, esmaltar, encerar, abrillantar, lustrar, engalanar, bruñir, realzar y pulimentar la lengua todo lo posible. ¿Se entiende, verdad?
Pregunta 11. Por último, ¿La literatura infantil es cosa de adultos? Lo es en cuanto a los núcleos de decisión: las editoriales deciden qué se va a leer; deciden los centros escolares; y deciden las familias. No obstante, deben dejarse márgenes de maniobra, sin someter a los escolares a prescripción. Los niños son edificios complejos que se hallan en proceso de construcción y a todos y a todas no les sirven los mismos andamios. Cuando Alicia finalizó su caída por la madriguera del Conejo Blanco, encontró objetos que le daban órdenes, tales como la botella que le pedía “Bébeme” o la tarta diciéndole: “Cómeme”. Esto, paradójicamente, me recuerda la célebre afirmación de Daniel Pennac: “El verbo leer, como los verbos amar y soñar, no admite imperativos”. Es una frase rotunda a la que me gustaría darle la vuelta con humor: “¡Pero si el verbo leer no pertenece a la misma conjugación que amar y soñar!”. La lectura es un bastón para la vida.
Miren Agur Meabe, primera ganadora del Premio Nacional de Poesía con una obra en euskera, ‘Cómo guardar ceniza en el pecho’, es también autora de literatura infantil y juvenil.
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