Nosotros, los inconstantes
‘Elogio de la piedra caliza’, de Auden, es una obra clave de la poesía moderna. La versión de Andreu Jaume incorpora un ejemplar ensayo interpretativo
El ensayo literario sobre poesía es un género que no ha tenido entre nosotros ni mucha práctica ni mucho espacio editorial. Tal vez por eso Acantilado presenta como traducción de un poema de Auden, con epílogo de Andreu Jaume, lo que en realidad es un sobresaliente comentario de ese poema que no merece disfraz.
Auden escribió Elogio de la piedra caliza en Isquia (Italia), donde pasó sus veranos durante una década. El poema es un ejemplo claro del cambio que supone la poética de Auden para la poesía occidental que se reflejaría después en sus herederos (como Brodsky): la incorporación sin complejos de la experiencia ordinaria, sin olvidar que tiene lugar en unas coordenadas determinadas de la historia y en un paisaje jamás inmune a la tentación sensorial. Jaume sitúa este poema en el gozne que da paso a esta nueva poética: de ahí su carácter fundacional. Una poética caracterizada por un clima mental y una ética lírica, que se filtrarán a lo mejor de la poesía posterior.
Jaume no hurta el comentario más formal del poema, influido por el conteo silábico que Auden aprendió en Marianne Moore, pero se centra, acertadamente, en ese clima y esa ética. Contextualiza la llegada de Auden a Isquia en el parecido que encuentra con su tierra natal de los Peninos: la caliza que da título a su poema y que une dos mundos espiritualmente opuestos. El tema del poema es, para Jaume, “la proporción humana, una toma de conciencia de las posibilidades reales de nuestra condición, más allá de los excesos que se han ido cometiendo a lo largo de la historia”. Auden lo escribe recién acabada la II Guerra Mundial y propone, según Jaume, un regreso a la naturaleza desde el mundo tecnificado e industrial, apuntando a una lectura ecocrítica del poema, en la que se podría profundizar (en la línea de lo propuesto por Kelly Sultzbach en Ecocriticism in the Modernist Imagination). Auden evita todos los tópicos del moderno género pastoral contra los que advirtió Raymond Williams.
El poema narra las deambulaciones sobre la caliza de un “presumido macho que haraganea / al sol tumbado en una roca, sin dudar / de que por todos sus defectos es amado, cuyas obras no son sino / prolongaciones de su capacidad de encanto”, y de la ‘banda de rivales’ “incapaces / de concebir un dios cuyos accesos de ira sean morales / y no puedan ser aplacados con una frase brillante / o un buen revolcón”. En ese contexto ancla “las dos abstracciones que en nuestra cultura se han formulado como promesas de salvación de la naturaleza humana”: el amor inmaculado y el día de mañana. Para Auden (como para Milosz), el poema es una forma de oración.
Un momento brillante de la lectura que Jaume hace del poema se produce cuando decide compararlo con el viaje de Nietzsche a Sorrento en 1876 y su descubrimiento del Mezzogiorno. Aunque, como reconoce, no hay pruebas de que Auden lo tuviera en mente, el clima de ambas experiencias justifica la comparación y multiplica los sentidos del poema. No es que Auden imite la experiencia de Nietzsche, sino que se eleva sobre ella. “Ya no podemos vivir en Grecia —la atrasada y dilapidada provincia—, ni siquiera como en el sueño romántico, donde todavía era posible concebir una utopía del espíritu”, resume Jaume. “Sin embargo, el lugar sirve todavía para violentar nuestros derechos a la teoría y la abstracción”. Por suerte, estos versos no se agotan en la riquísima lectura de Andreu Jaume. Pero he aquí un ejemplo magnífico de cómo se lee un poema, una lección sutil dicha con exactitud y encanto.
Elogio de la piedra caliza
Autor: W. H. Auden. Traducción y epílogo de Andreu Jaume.
Editorial: Acantilado, 2021.
Formato: 52 páginas. 10 euros.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.