La historia universal de Luis García Montero
El escritor traza en su nuevo poemario un retrato del siglo XXI que transita desde los episodios fundacionales de la modernidad hasta los espejismos de la actualidad pandémica
En 2008, Vista cansada inauguraba (junto con Nada grave, de Ángel González) la colección Palabra de Honor de Visor y abría una nueva etapa en el ciclo creativo de Luis García Montero. Si el rimado urbano y la presencia de una musa ataviada con vaqueros habían definido la escritura del autor desde los ochenta, la década siguiente añadiría a la receta la introspección en una intimidad conflictiva. Tras el calendario amoroso desplegado en Completamente viernes (1998), García Montero estrenaba el siglo XXI con La intimidad de la serpiente (2003), que demostraba que la disolución posmoderna del sujeto no implicaba la liquidación del compromiso ideológico ni el fin de la comunicación cómplice con los lectores. Al filo de los 50 años, Vista cansada certificaba una segunda madurez: mirando al retrovisor (y a ratos al parabrisas), los textos de aquel libro se ordenaban como las instantáneas de una autobiografía que reemplazaba la evocación nostálgica por la recapitulación vital. Sin rescindir las cláusulas del contrato autobiográfico, pero cambiando la letra pequeña, las piezas de Un invierno propio (2011) se presentaban como apotegmas morales, consignas aforísticas o eslóganes urgentes para combatir la intemperie. A ese volumen seguirían las dos entregas más rotundamente pesimistas del autor: Balada en la muerte de la poesía (2016), cuyos fragmentos en prosa sonaban con la cadencia rota de un blues y convocaban a un ilustre club de poetas muertos, y A puerta cerrada (2017), donde la primera persona se atrincheraba en el recinto privado ante la amenaza de un lobo que ya había empezado a enseñar los colmillos.
Retomando la imagen que el propio García Montero ha desarrollado en diversas ocasiones, cabría afirmar que la puerta entornada de aquellos libros deja paso en No puedes ser así a una puerta giratoria por la que el pretérito y el presente entran y salen como verso por su casa. En efecto, el agua pasada mueve las aspas del discurso y desemboca en el río revuelto de una historia que avanza desde los episodios fundacionales de la modernidad hasta los espejismos de la actualidad pandémica. No obstante, a pesar de la epístola final a Juan Ramón Jiménez (‘El virus’), no estamos ante un volumen surcado por las cicatrices de la enfermedad. Dinamitando la dialéctica entre pureza y compromiso, el más machadiano de nuestros poetas se pone bajo la advocación juanramoniana para dar otra vuelta de tuerca a sus temas dilectos —el canto a la amistad, el valor de las lecturas formativas, el vagabundeo por la aldea global y las habitaciones de hotel— y relatar una “breve historia del mundo” en la que cabe la historia portátil de cada uno de nosotros. Con todo, que nadie espere aquí una colección de greatest hits al estilo de los viejos rockeros: es un libro nuevo y distinto, que nos interpela tanto por lo que reconocemos como por lo que descubrimos.
Al margen de su división externa en tres apartados, hay pasadizos secretos que permiten que composiciones enmarcadas en diferentes secciones conversen, se contradigan o se quiten la palabra de la estrofa. En este sentido, destacan los poemas rotulados con nombres propios: mientras que algunos funcionan como reencarnaciones de figuras mítico-legendarias (‘Prometeo’, ‘Helena’, ‘Abelardo’) cuyas adherencias se pueden transportar a nuestros días, otros se conciben como semblanzas históricas ligadas a determinada enseñanza moral. Al grupo inicial se adscribe ‘Adán y Eva’, relectura del Génesis en un campo de refugiados. Por su parte, al segundo perímetro se ajustan la especulación acerca de la fragilidad del poder en ‘Magallanes’, la conquista de una libertad amenazada por la mordaza en ‘Galileo’ o la reivindicación de una voz femenina silenciada por la guillotina en ‘Olympe de Gouges’. Aunque García Montero ya había ensayado este tipo de reconstrucción en ‘El insomnio de Jovellanos’, la transferencia emotiva de aquella pieza, avalada por la utilización del monólogo dramático, se sustituye ahora por la distancia crítica hacia los personajes recreados. Cerca de estos textos se encuentran ’1492′, ’1789′, ’1917′ o, más ampliamente, ‘Siglo de Oro’. En estos casos, los contraluces revolucionarios y los sobresaltos del progreso se troquelan sobre el microcosmos doméstico o ejemplifican un devenir en el que se encadenan persecuciones políticas, exilios poéticos y dictadores sanguinarios.
Sin embargo, no todo en estas páginas admite su conjugación en pretérito imperfecto. Al lado de los yacimientos arqueológicos, el yo ilustrado observa desde la ventana un paisaje con vistas a la precariedad (‘Alba laboral’) o contempla en el espejo un autorretrato caleidoscópico (‘El ángel de la historia’). Representativo a este respecto es ‘Etapa de montaña’, que sobrevuela el dinamismo urbano desde la atalaya de una bicicleta estática. La sutura entre la realidad colectiva y la vida individual constituye el núcleo de ‘El quinto cuarteto’, que recicla el aquelarre elemental de los Cuatro cuartetos, de T. S. Eliot, para suscribir que los ritos de la hechicera ancestral no están demasiado lejos de la pantalla iluminada del móvil. Y a una plantilla intertextual se ciñe igualmente el citado ‘El virus’, que toma un puñado de tópicos juanramonianos (el nombre exacto de las cosas, los pájaros cantando después del viaje definitivo) para dejarnos tiritando en medio de “un verano altivo”. Sugerente y reflexivo como siempre, pero también épico y mordaz como nunca, Luis García Montero entrega en No puedes ser así una auténtica lección de historia universal (la de la poesía).
No puedes ser así (Breve historia del mundo)
Autor: Luis García Montero .
Editorial: Madrid. Visor, 2021.
Formato: 146 páginas. 22 euros.
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