Javier Cercas: “Soy un escritor nuevo porque soy una nueva persona”
El autor de ‘Soldados de Salamina’ publica ‘Independencia’, segunda entrega de la serie policial inaugurada por ‘Terra Alta’, con la que ganó el premio Planeta hace dos años. En esta entrevista explica su abandono de la autoficción, su cambio de editorial y su oposición al independentismo catalán
“Escribir consiste en fabricarse una identidad”, ha dicho Javier Cercas (Ibahernando, 58 años), que sorprendió ganando el Premio Planeta 2019 con Terra Alta, cambio radical en su carrera literaria. Ahora publica Independencia (Tusquets), segunda entrega de la que “seguramente” será una tetralogía, “un ciclo” con el mosso d’esquadra Melchor Marín como eje y una liviana trama policiaca. Muchos no han entendido el salto mortal de registro del autor de Soldados de Salamina y de Anatomía de un instante. “Ahora se verá más claro adónde quiero ir”, dice, porque la trastienda de Independencia contiene las esencias del universo de Cercas.
Las mentiras del ‘procés’
“El catalán que no quiere la independencia, no tiene corazón; el que la quiere, no tiene cabeza”, suelta uno de los personajes de la élite barcelonesa que recorre Independencia, título cargado de presente. “Si se conquista el lenguaje, se conquista la realidad y el independentismo catalán lo ha logrado. Las palabras más bonitas se las han hecho suyas: independencia, democracia, libertad…; hay que reconquistar el lenguaje. Esta novela es un retrato demoledor de las élites económicas catalanas que, para sortear la crisis, lanzaron a las calles al pueblo a partir de la utopía disponible; luego, como papel higiénico, se deshicieron de él; pero la cosa se desmadró y ahora están asustados”. Cabeza o corazón: ¿callejón sin salida? “En la novela, la frase delata el cinismo total de la élite catalana; el expresidente del Barça, Sandro Rosell, lo ejemplificó: dijo que votaría independencia, pero que al día siguiente se iría de Cataluña; por otro lado, es la clave del problema: la política no es cuestión de sentimientos, si no de razón; la democracia es la racionalización de la política, su destribalización”. En esa línea, cree, “el procés, entendido como choque directo con el Estado, se ha acabado; pero estamos en la fase más peligrosa porque se necesitará una generación para desengañar a esas masas a las que se ha mentido; la mentira hace esclavos”.
De novelista posmoderno a intelectual comprometido
Cercas ha pasado media carrera literaria rechazando la figura del intelectual comprometido a lo Sartre. Pero desde Soldados de Salamina (2001) y La velocidad de la luz (2005), la novela ha crecido en él como instrumento de intervención. “El Cercas ciudadano y articulista es muchas veces incluso opuesto al Cercas novelista; pero si el ciudadano se impone al novelista acaba haciendo propaganda o pedagogía. Cuando era joven practicaba la literatura posmoderna, obsesionado con Robert Coover y Donald Barthelme y reaccionaba contra Sartre; ahora, como post-postmoderno, sigo entendiendo la literatura como placer, pero que aspire no solo al entretenimiento, también debe aportar conocimiento; es un juego donde uno lo apuesta todo: lo personal, lo moral, lo intelectual, como lo entendieron Borges o Kafka, que son políticos; no hay gran literatura que no sea comprometida; toda gran literatura quiere cambiar el mundo cambiando al lector”. También ha crecido una idea faulkneriana en Cercas: un pasado que siempre es presente. “Eso empezó con Soldados… y es algo esencial en mi literatura hasta El monarca de las sombras, pero veo que perdura en el ciclo Terra Alta; es la literatura como batalla contra la dictadura del presente; el pasado no ha pasado: es una dimensión del presente sin la cual éste está mutilado… Por eso hay siempre ese ir y venir del pasado al presente en mis libros y que en Terra Alta e Independencia ha llegado a una alternancia de tiempos verbales en cada capítulo”. De ahí a su interés por la naturaleza ética de los conflictos históricos o la importancia de entender tanto a la víctima como al verdugo hay solo un lógico paso.
Un escritor catalán que escribe en castellano
En 1989, Cercas publica, tras El móvil, su segundo libro, El inquilino. Es el mismo año en que estallan Luis Landero o Almudena Grandes. Pero nadie se atreve a enclavar en una generación concreta a quien parece engarzar con seniors como Juan Marsé o Manuel Vázquez Montalbán, pero con el otro pie con la autoficción de Enrique Vila-Matas y Roberto Bolaño. “Soy marginal; no conozco a nadie del mundillo literario hasta que tengo 40 años. Me formé con la literatura catalana, con mentores como Salvador Oliva, Jordi Cornudella y Joan Ferraté. Éste me dijo: “Eres el primer escritor catalán en lengua castellana”. Por esa formación. En una primera fase me acerqué a Quim Monzó, que me dio referencias, como Peter Handke y luego los postmodernos de EE UU… También están mis estudios en literatura española clásica…”. Una anécdota revela su situación: “Cuando apareció en 1998 la antología Páginas amarillas, recuerdo que Bolaño me dijo: “Están todos menos tú; debes de tener enemigos poderosos”. No era eso, es que era un marginal. Y la verdad es que sigo fuera de todo: soy salvajemente egoísta como escritor; escribo guiado sólo por mis obsesiones”. Egoísta e independiente: Cercas vuelve a Tusquets, ahora en el Grupo Planeta. “Un escritor no pertenece a un editor; eso ya pasó. Igual que recibí una oferta muy superior, no solo en lo económico, de Penguin Random House Grupo Editorial por Anatomía…, ha sucedido lo mismo para publicar en Tusquets Independencia. Mi obra sigue en Penguin y sobre mi fondo ni se ha planteado ni decidido nada”, zanja.
Puente entre dos lenguas
¿Cercas podría hacer de puente en Cataluña entre los escritores catalanes que escriben en catalán y los que lo hacen en castellano, comunidades aisladas en sus burbujas? “No hay autores puente, pero cada vez habrá menos gracias al procés… No me veo haciendo de apóstol; por mi educación en el ámbito literario en catalán yo debería ser ya puente natural… Pero no nos engañemos, el problema no es el catalán, no quieren que yo escriba en catalán, sino que sea independentista. Aquí la clave es que nunca me he opuesto al procés por motivos políticos o culturales sino democráticos: el 1-O fue un acto de agresión a la democracia… El problema no es la lengua, eso les importa un bledo, el problema de fondo es el poder”.
Héroes y traidores
Un hilo invisible que cose toda la obra, de ficción o ensayística, de Cercas es la disección de la figura del héroe. “Cierto, pero no sé por qué es así”. Reflexionando, elabora una guía de lectura. “En El móvil, el héroe es literario; en Soldados… es el héroe puro, clásico, homérico o, simplemente, republicano; en La velocidad…, es, quizá, el héroe destruido por la guerra; en Anatomía…, claramente el héroe de la traición: Suárez, pero también Carrillo y Gutiérrez Mellado, porque hace falta mucho coraje para traicionar un error y construir un acierto; en Las leyes de la frontera, el héroe es el mediático a partir de Zarco, y en El impostor se trata del falso héroe, que encarna Marco”. ¿Y en Terra Alta? “Es el héroe escondido; Melchor es el héroe de Cambrils, pero lo oculta porque la virtud ha de ser secreta o no lo es; incluso se la roban… Quizá hablar de heroísmo es una manera de reflexionar sobre la excelencia moral e igual eso es algo formativo en mí”.
Infancia de lector aventurero
Miguel Strogoff y Los hijos del capitán Grant son lecturas referenciales de la hija de Melchor. Un reflejo de las del Cercas niño. “Verne y las novelas de aventuras son capitales en mi formación; me nutría en la biblioteca de los maristas porque en casa no había muchos libros; eso sí, cuando con 16 años pedí las obras completas de Dostoievski o Tolstoi nunca me pusieron límites; por esa época leí también mucho Zweig en casa de mi abuelo, payés culto. También abundaban los libros de historia, recuerdo una biografía de Napoleón… Algo que me descolocó, por un desengaño amoroso, fue San Manuel Bueno, mártir, que me sumió en un caos del que aún no he salido; pero lo que lo cambió todo fue Borges, a los 14 años… Eso sí, aún aspiro a escribir una novela de aventuras”. Melchor está marcado por Víctor Hugo: “Me gustaría que Terra Alta fuera Los miserables del siglo XXI”.
Adiós a la autoficción
Javier Cercas ha aparecido como personaje, más o o menos ficticio, en sus propios libros desde Soldados de Salamina. Un feliz juego habitual en su narrativa. En Independencia, el reto prosigue. Hay cuatro apariciones de un tal Cercas como autor de Terra Alta y una reflexión sobre la verdad y la mentira. En 1997, Cercas reunió en Relatos reales sus mejores crónicas periodísticas, donde afloran humor y cierto sentimentalismo en sordina, dos rasgos de su carácter íntimo. “Sí, pero el Cercas real, mi auténtico yo, está en las novelas, la literatura es un disfraz. El periodismo me obligó a salir a la calle y a explicar lo complejo de una manera más trasparente, con una escritura más precisa, veloz y sintética”. Hoy, lo que fue capital en Cercas pasa a segundo plano. “He abandonado la novela sin ficción, la autoficción, que practiqué a espuertas cuando ni existía esa palabra; los relatos reales para mí ya son pasado; no digo ni que esté agotado o que le cierre la puerta para siempre, pero con Terra Alta vuelvo a la ficción”.
Luces y sombras de ‘Soldados de Salamina’
Veinte años después de haber engendrado uno de los libros que más ha zarandeado la literatura española, su autor ve, mirando atrás, luces… y sombras. “Nunca esperé ser escritor profesional y ese libro lo hizo posible”. ¿La clave fue la reinvención formal de la novela que proponía a través de la investigación, la biografía y la crónica fingida? “Fue un fenómeno no tan literario como sociológico, una conjunción azarosa entre las obsesiones personales de un escritor y unas necesidades públicas de una sociedad; como El Quijote lo fue fruto de una sociedad que estaba hasta las narices de la épica del imperio, o como Cincuenta sombras de Grey a una determinada liberación sexual de la mujer”. Tampoco fue ajena “la necesidad de recuperación de la memoria republicana”. ¿Y en lo personal? “He conocido lo que es tener enemigos; con los años he visto que ha habido incluso celos; no estaba preparado para esto”. El éxito algo tamiza. Y no solo el de Soldados…: Àlex Rigola ultima una adaptación teatral de Anatomía de un instante (de la que hay proyecto de serie) muy fiel al texto; Daniel Monzón lleva al cine Las leyes de la frontera y de Terra Alta se ultiman derechos para una serie.
Justicia y venganza
El monarca de las sombras, por su alto componente de pasado familiar, fue de los libros más difíciles que ha escrito nunca Cercas. Ese reverso de Soldados… le dejó exhausto y quizá le llevó a “la negativa de repetirme más, a ser un imitador de mí mismo”. Ese “intento de reinventarme” le lleva a una pregunta central, eje del ciclo de Terra Alta: “¿Es legítima la venganza cuando la justicia no nos hace justicia? Es, como siempre en una novela, una pregunta sin respuesta unívoca; es ambigua y poliédrica: la investigación misma de esa respuesta es el libro”. La justicia era un tema inédito en Cercas. “Por qué se me despierta tras el otoño de 2017 ese interés es evidente: el procés no es el tema central, pero sí su gasolina… Yo no he escogido interesarme por esto, pero es obvio que es la experiencia de estos años lo que me ha llevado hasta aquí”. Como sea que aquellos sucesos le “zarandean”, Cercas dice que “hoy soy un escritor nuevo porque soy una nueva persona”. Y ahí la explicación del abandono de la autoficción, que el protagonista sea policía y el regreso técnico a la tercera persona y a la ficción, que le permite “sacar lo irracional, hacer aflorar el mal, la parte maldita, que diría Georges Bataille… Eso, dicho desde la realidad, la destruiría; la literatura, en cambio, lo permite”. La investigación de un chantaje a la alcaldesa de Barcelona con un vídeo sexual es sólo el atrezzo de ese mal en Independencia.
La ética de la convicción
Sánchez Ferlosio, Benet… Con muchos nombres se han salpimentado las influencias de Cercas. “De algunos lo he leído todo, pero creo que hay poco en mí”. Él prefiere compendiarse en “la mezcla improbable entre Borges y Vargas Llosa”. También admite la huella de Cortázar, Bioy Casares y Calvino, pero se queda con el peruano, por la mezcolanza de “su capacidad, como nadie más en español, de generar tanta obra maestra” y su “compromiso intelectual, de coraje extraordinario”. Y ahí admite su cercanía ignota a Max Weber y su ética de la convicción, actitud lordjimiana que estaba en La velocidad… y que él parece haber practicado desde 2017. “‘¿Tú te crees Capitán Trueno?’, me han llegado a decir… Sé que, si me hubiera callado, me hubiera ido mucho mejor; mi familia ha sufrido por mí estos cuatro años; mi postura ante el procés me ha perjudicado muchísimo y he perdido a un montón de amigos, pero no sé no hacerlo, me sentiría peor si no hubiera dicho o hecho nada”. Ciudadano y novelista se han acercado. “Terra Alta no hubiera surgido sin el 1-O; estos libros van de lo que me pasa a mí y lo que nos ha pasado; ese shock lo he metido ahí dentro”. ¿Consecuencia? “Lo que decía Kundera: que si un escritor expresa sus ideas políticas pasas a ser juzgado automáticamente no por su obra sino por esas opiniones”. Pero si algo es Cercas es eso: héroes y convicciones.
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