Trampas, secretos y autoayuda
El guionista Daniel Remón debuta en la novela con ‘Literatura’, un libro que, ahogado por los clichés, no consigue levantar el vuelo
Era sabido: más pronto que tarde, la actual pandemia llegaría a nuestras novelas y, como en este caso, engordaría la autoficción. En Literatura, Daniel Remón (Madrid, 38 años) se postula como narrador, personaje y autor de un cuento destinado a Teo, su sobrino de tres años. Un cuento donde aparecen unos tacones, un coche rojo, un pirata enano, Evelyn, una bruja buena, una bruja mala, una pistola, el hombre de hojalata, la maleta del Capitán Garfio, un monstruo y un montón de dinero.
Así que en la novela tenemos apuntes sobre los tiempos iniciales del confinamiento, que mayoritariamente reproducen datos e imágenes archidivulgados. Tenemos también autorretratos del artista que recogen diversas instantáneas de su vida —”soy un niño pijo, nieto del desarrollismo, hijo de ingeniero y ama de casa, me crio una filipina”, “no sé cuántas tardes dejé marchar con un cortado en una mano y un bolígrafo como un puñal, o como una flor de mentira, en la otra. Fumando. Jugando el literato”—, a las que se suman estampas de familia con padres, abuelos, hermano, cuñada, novia…, más el recuerdo de algunos viajes —Londres, Roma o una aldea aragonesa, emblema de la España vacía—. Dado el perfil del personaje y narrador, abundan asimismo las entradas sobre el oficio de escribir: desde la recomendación de algunas técnicas —como la extraída del arte culinario, la reducción, que “sirve para potenciar el sabor y requiere, más que nada, tiempo”—, la explicación del sentido y la función de ciertos recursos —la elipsis, el suspense—, el balance de la experiencia adquirida en un taller de escritura o la exposición de las dificultades y dudas que van surgiendo a lo largo del proceso creador. Adobado todo con citas o referencias a Rilke, García Márquez, Kafka u otros.
“En la novela tenemos apuntes sobre los tiempos iniciales del confinamiento, que mayoritariamente reproducen datos e imágenes archidivulgados”
Ahora bien, lejos de lo que se afirma en la contraportada, no son “los clásicos infantiles” los que predominan en Literatura, sino los resortes de las telenovelas, según honestamente reconoce el narrador: “El cuento me está quedando bastante parecido a una telenovela, y te advierto que no va a mejorar. A mí me gustan las telenovelas. No tengo problema con que se me acumulen, abigarradas, las cosas, cuanto más inverosímiles mejor”. Y conforme a las leyes del género suscrito, tenemos un “argumento rebosante de clisés”, al que se le añaden dosis de moralina y didactismo que versan sobre la nefasta manía de invertir o sobre la creencia en el karma. Tan desajustados son ciertos elementos de la intriga en este cuento destinado a un niño como torpes los símiles con que se ilustran algunos elementos de esta sarta de ocurrencias: “Estoy aquí, contigo. De rodillas. Parezco un turista asomado al culo de un pozo”; “En este salón, amueblado a partes iguales con gusto y con dinero, el adverbio [irónicamente] cae como un sinfonier de caoba”.
Ojalá la redacción de esta novela le haya servido al autor —guionista de Intemperie, la película de Benito Zambrano basada en el libro de Jesús Carrasco— para romper el maleficio que le atenazaba y atender a la epifanía que tuvo una “noche de cena recalentada y desnivel emocional profundo”, cuando se dijo: “Déjate de guiones de encargo, Daniel Remón, escribe de una vez algo tuyo, una novela, una seguidilla, un haiku…”. En tal caso, Literatura tendría un valor añadido: el propio de un manual de autoayuda.
Literatura
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