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En los dominios de la empanada mental

El nuevo ensayo del coronel Pedro Baños, candidato frustrado a dirigir la Seguridad Nacional, cae en todos lo tópicos de la teoría de la conspiración

Un espectador con mascarilla consulta su móvil durante un espectáculo deportivo en Suiza en octubre pasado.
Un espectador con mascarilla consulta su móvil durante un espectáculo deportivo en Suiza en octubre pasado.FABRICE COFFRINI (AFP via Getty Images)
Juan Luis Cebrián

Desde que en la Rusia zarista se publicaran Los protocolos de los sabios de Sion para justificar la execrable persecución de los judíos, los aficionados a descubrir conspiraciones judeo-masónicas allí donde convenga han proliferado en todo el mundo. Estos llamados conspiranoicos son como los campesinos gallegos: no creen en las meigas, pero dicen que haberlas, haylas.

No es de extrañar por eso que el nuevo libro del coronel Pedro Baños sobre el dominio de la mente incida en su vieja teoría de que la libertad es prácticamente una quimera, pues al fin y al cabo todos estamos manipulados, y si alguien no lo admite es porque no lo sabe. Él en cambio sí, de modo que ha decidido explicarlo. Las obras de este antiguo espía español, dedicadas a denunciar el gobierno del mundo en la sombra y cosas por el estilo, han tenido enorme éxito de ventas. Sobre todo después de que el presidente Sánchez pretendiera designarle director de Seguridad Nacional, a instancias del todopoderoso Iván Redondo, amigo del coronel desde que compartieran tertulia en un programa de televisión.

El nombramiento fue rechazado por el entonces ministro de Asuntos Exteriores Josep Borrell, y también se opusieron dirigentes de Ciudadanos y el Partido Popular. Baños fue acusado, según él, de prorruso y antisemita, lo que permitiría encuadrarle en la saga de los de Sión. Aunque yo no lo haría. Si ha mostrado en ocasiones simpatías por Putin, no creo que se trate de un amor de ida y vuelta. Y después de leer su último libro, El dominio mental, me pregunto una vez más en qué manos estamos cuando ha podido ser considerado como un experto en geoestrategia, hasta el punto de querer poner en su manos la seguridad de los españoles.

El libro es un farragoso relato, sin calidad literaria alguna, sobre gran cantidad de hechos y realidades comprobables que afectan a toda clase de investigaciones: desde la geopolítica hasta la neurociencia, pasando por la comunicación, la psicología social, la parapsicología y la estrategia bélica. Sin embargo, escrito más como un informe a la superioridad que como una reflexión culta sobre los problemas de nuestra era, encuadra dichas realidades, muchas de las cuales parecen extraídas crudamente de la Wikipedia de turno, en generalidades abstrusas sobre el verdadero poder que sojuzga a los mortales a base de manipularles la mente. Naturalmente ese leviatán que amenaza a nuestra democracia y a las pocas libertades que nos quedan (allí donde queden) no tiene nombre conocido, aunque sobrevuela ocasionalmente el de Bill Gates, habitual en las paranoias de los dirigentes de extrema derecha.

El libro es un farragoso relato sobre hechos que afectan a toda clase de investigaciones: de la geopolítica a la parapsicología

Sumergido en un mar de lugares comunes que trata de adornar con siglas a veces incomprensibles, y abundante documentación que damos por buena, el autor no deja títere con cabeza. “Quien diga que no está manipulado se equivoca”. Pero la gran pregunta es —añade— saber quién está detrás de esa manipulación y qué objetivos pretende. Por lo demás, el éxito del manipulador reside en que su víctima no reconozca que lo es, que los pensamientos y reflexiones que se le inoculan por diversos métodos los considere como propios.

La publicidad, la prensa, la televisión, el entretenimiento son los medios habituales para opacar nuestro pensamiento. El fútbol es el nuevo opio del pueblo. Los periodistas están siempre al servicio de alguien y se encargan de hipnotizarnos, aunque, para ser justos, muchos no lo saben porque ellos mismos están ya previamente hipnotizados. La educación es una farsa. Lo que sucede en los estadios, en las pantallas, en los periódicos es lo que maneja el mundo, nuestro presente y nuestro futuro, pero no tardarán en ser sustituidos: “Queramos o no, nos guste o lo detestemos, no quedará mucho tiempo para que a todos se nos implanten microchips”.

De momento, y hasta que eso llegue, las mascarillas que usamos para proteger nuestra salud y la de los demás respecto a la covid-19 “aniquilan la identidad de la persona y acaban con la independencia del individuo”, lo que conduce a que las élites dominantes “ejerzan el control mental sobre la población”.

Habitual como es de las pantallas de televisión, colaborador del famoso programa pseudocientífico de Iker Jiménez, antiguo director de Seguridad del Eurocuerpo, podríamos encuadrar a Pedro Baños en el escuadrón de manipuladores que él mismo denuncia. Su obra es la mayor evidencia al respecto. Eso no impide que gran parte de las investigaciones y hallazgos científicos de que da cuenta en el libro sean dignos de atención. El problema es más bien el contexto en que pretende ubicar esa realidad. No cabe duda de que las amenazas a la libertad y la democracia se han multiplicado debido a la globalización tecnológica y financiera. Lo que no significa, sin embargo, que el apocalipsis now sea obra de un poder misterioso, tan maligno como oculto. Más bien se debe a la obsolescencia de los sistemas jurídicos y políticos, el deterioro de los valores y las dificultades para ejercer el pensamiento crítico frente a los poderosos, cosa que el propio autor denuncia.

La respuesta, sin embargo, no está tanto en defender la individualidad de nuestro juicio, según sugiere en el epílogo del libro, como en instruirnos en criterios que nos permitan ejercitarlo. Cuando menos a la hora de digerir las empanadas mentales que se exhiben en los escaparates de las librerías.

El dominio mental.

El dominio mental

Autor: Pedro Baños.


Editorial: Ariel, 2020.


Formato: 544 páginas. 21,90 euros.


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