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"¡Pero si ése soy yo!"

Un barcelonés de 84 años se reconoce en una foto inédita de Capa de 1939

Xavier Camps tenía quince años cuando, en compañía de unos amigos, se encaramó a la cabina de un avión alemán en los Jardinets de Gràcia, en la Barcelona de 1939. Robert Capa inmortalizó ese momento y Camps, 69 años después, se ha reconocido tras ver publicada la fotografía en un periódico.

"Cuando vi la imagen pensé: ¡Pero si soy yo, que estaba encima de un avión que derribaron! Me acuerdo de la foto porque estoy prácticamente igual a como era entonces", ha explicado hoy Camps, que, pese a sus 84 años, recuerda cada detalle de esa tarde en que pudo ver de cerca los restos de un avión militar expuesto en Gracia.

Era invierno y en la Barcelona de la Guerra Civil no había muchos entretenimientos para los más jóvenes, pues "no había colegio, ni cine ni teatro", así que la presencia, en plena calle, de la cabina de un avión alemán derribado en el frente atrajo la atención de la mayoría de los vecinos del barrio.

Xavier Camps, que entonces tenía unos quince años, acudió a los Jardinets junto con "siete u ocho amigos", a la espera de poder introducirse en la carlinga del avión y comprobar si, como se imaginaban, había en ella "ametralladoras, balas o bombas".

Repeinado con la raya al lado y vestido con pantalones largos y un abrigo, Camps y un compañero se subieron a lo alto de la cabina y esperaron, ansiosos, a que salieran otros chicos de la carlinga para poder entrar ellos.

Fue esa la instantánea que tomó Robert Capa, el cronista gráfico que difundió en todo el mundo la Guerra Civil española, y que, junto a otras 3.000 imágenes, ha sido descubierta en tres maletines ocultos en México por la cineasta Trisha Ziff, sesenta años después de que el mítico reportero captara con su cámara el ambiente de aquella tarde de invierno.

Algunas de las fotografías, que ya están preservadas en el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, han sido publicadas por "El Periódico de Cataluña", que ahora intenta buscar a los protagonistas de estas imágenes, como Camps.

"No me di cuenta de que hicieron una foto, pero en cuanto la vi en el diario la recordé, en parte por los carteles de guerra que había junto al avión", explica este anciano de pelo cano y baja estatura, que sigue viviendo en Gracia, donde, de vez en cuando, se ve con algunos de los niños que le acompañaban ese día.

Casi setenta años después, Xavier Camps ha podido revivir ese instante de su infancia gracias a una memoria prodigiosa y a un físico que, pese a las arrugas de la edad, le delata como ese chaval expectante que, encaramado a lo alto de la carlinga, esperaba su turno para adentrarse en un bombardero alemán.

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