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El Valencia destituye a Baraja cuatro días después de ratificarlo en el cargo

El entrenador vallisoletano abandona el banquillo tras lograr solo dos victorias en los últimos 25 partidos

Rubén Baraja
El técnico del Valencia, Rubén Baraja, durante el partido de LaLiga que RCD Espanyol y Valencia CF disputaron el pasado miércoles 18 de diciembre en Barcelona.Enric Fontcuberta (EFE)

Rubén Baraja resistió en el banquillo del Valencia lo que no hubiera aguantado nadie más. Solo alguien con el calado de una leyenda blanquinegra como él, timonel de aquel Valencia imperial que brillaba en España y en Europa, hubiera podido resistir una racha tan nefasta: 12 puntos de 51 posibles y solo dos victorias en los últimos 25 partidos. Un Valencia en caída libre. Aun así, después de sumar dos puntos en las últimas cuatro jornadas frente a rivales directos en la lucha por evitar el descenso a Segunda, el grito que se escuchó el domingo por la tarde en Mestalla pidiendo su fin (“¡Pipo, vete ya!”) fue con sordina. Una protesta que sonó a lamento. Más pena que ira. Pero la situación, con el Valencia en penúltima posición, con un partido menos que recuperará el 3 de enero con la visita del Real Madrid, era ya insostenible. Baraja es el cuarto entrenador destituido esta temporada en Primera.

El cese le costará al club mucho más de lo que invirtió en fichajes el pasado verano. Peter Lim, el empresario de Singapur que es el propietario de la entidad del murciélago, se gastó alrededor de 1,3 millones para traer a Rafa Mir —cero goles en LaLiga—, Luis Rioja, un extremo izquierdo que ha acabado de lateral los dos últimos partidos, y poco más. Fichajes vulgares avalados por el entrenador. La marcha de Baraja, que tenía contrato hasta el 30 de junio de 2026, obligará al club a desembolsar cerca de seis millones de euros.

El nombre que sonaba con más fuerza en la ciudad para ocupar su puesto era el de Quique Sánchez Flores, otro hombre del fútbol que conoce muy bien el equipo. Primero, en los 80 y 90, estuvo como jugador durante diez años, y después, ya en la primera década de este siglo, se convirtió en su entrenador durante tres temporadas en las que no bajó de la cuarta posición. Pero su llegada quedó descartada en la tarde de ayer. Quique no parece dispuesto a liderar un equipo sentenciado. La alternativa ansiada por el club es Carlos Corberán, entrenador del West Bromwich Albion. Valenciano de 41 años, Corberán tiene una larga trayectoria en la Championship, la Segunda división inglesa.

Baraja llegó al Valencia en febrero de 2023 y en unos meses logró la salvación por los pelos. En la siguiente temporada, el Valencia sorprendió con un buen rendimiento pese a estar plagado de jóvenes jugadores que Baraja sacó de la cantera para cubrir la ausencia de fichajes. La apuesta le salió bien y futbolistas como Mosquera, Javi Guerra, Fran Pérez, Diego López o Alberto Martí, los conocidos como la Quinta del Pipo, ofrecieron un rendimiento excelente que tapó las carencias de una plantilla muy limitada.

Lucha por el descenso

No mejoró su caché en verano porque Lim, sobre todo a partir de 2021, solo quiere ingresar y no gastar, o invertir, según se mire. El Valencia, pese a que ingresa 16 millones de euros por la venta de abonos y entradas, fue depreciándose paulatinamente. Un equipo puntero en España que no solía fallar en Europa pasó a convertirse en un equipo mediocre que lucha por no descender. Ahora, después del último partido de 2024, el Valencia es penúltimo y está a cuatro puntos de la salvación antes de adentrarse en un mes de enero en el que le esperan Real Madrid, Sevilla, Real Sociedad y Barcelona.

Un panorama aterrador para una afición hastiada que no para de manifestar su desencanto y que amenaza con dejar Mestalla vacío el día del Real Madrid en señal de protesta. La hinchada, pese a recibir críticas por parte de Baraja, molesto por la crispación contra el equipo, no ha fallado y cada partido, a pesar de los resultados, ha llenado el campo. La masa social del Valencia está indignada porque siente que su equipo está desamparado.

El jueves, después de una convulsa junta de accionistas que hubo que suspender por los incidentes, la presidenta Layhoon Chan afirmó en una de sus escasísimas apariciones ante la prensa que no había recibido ninguna instrucción de Lim para cambiar al entrenador. Cuatro días después, el club, sin comparecer ante los medios, informó a través de un comunicado que decidía “poner fin” a su etapa como entrenador del primer equipo, una manera muy suave de informar de su despido. La entidad agradeció “su pasión, su dedicación y el compromiso que ha demostrado desde el primer hasta el último día”.

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