Tahar Ben Jelloun bucea en las claves de una amistad en su última novela
El poeta e intelectual cree que las mujeres están ayudando a modernizar Marruecos
Alí y Mamed se conocen en el Liceo Francés de Tánger en los años sesenta. Durante tres décadas mantienen una amistad íntima, muy parecida a una historia de amor torturada. En la última novela de Tahar Ben Jelloun (Fez, 1944), El último amigo (El Aleph, traducción de Malika Embarek), cada uno de ellos da su versión, el viaje hacia una ruptura que finalmente se precipita "por una traición de una ambigüedad fatal", dice el autor. Al fondo está Marruecos, y su circunstancia: la represión del régimen de Hassan II, la soledad y el miedo de los emigrados, el racismo europeo...
La novela de Ben Jelloun, que ha obtenido excelentes críticas en Francia, el país que le prestó su lengua y lo adoptó tras su salida de Marruecos en 1971, fue presentada ayer por el ex presidente del Gobierno Felipe González en el auditorio del Instituto Francés de Madrid.
En ese mismo lugar, el autor y la traductora charlaron el lunes con la prensa sobre El último amigo, la nueva obra de este escritor e intelectual prolífico, tranquilo y amable que parece preferir hablar de sí mismo sólo a través de sus novelas, poemas, ensayos y artículos, siempre militantes contra la injusticia y el racismo.
El lunes no fue una excepción, y se le notó algo incómodo cuando le preguntaron cuánto hay de autobiografía en esta novela que mezcla nostalgia, emoción y reflexión para indagar en la muerte de una amistad larga y sufrida. "La amistad es el amor sin sexo, es como un amor en el que la traición es un asesinato", dijo Ben Jelloun, que narra una relación que pasa por pruebas tan terribles como el internamiento en un campo de disciplina de los dos protagonistas cuando son estudiantes de universidad.
Ben Jelloun pasó en uno de esos campos casi dos años, entre julio de 1966 y enero 1968, cuando era estudiante de Filosofía, como sospechoso de alentar manifestaciones en la universidad. "De hecho, empecé a escribir mis primeros poemas, a escondidas, mientras estaba internado", explica. "La escritura es muchas veces una respuesta a la barbarie, la única arma de los humanos cuando no tienen otra cosa. Por otro lado, todos los escritores se inspiran en la realidad que conocen, pero la novela no es totalmente autobiográfica".
Aquella experiencia, continúa, "fue determinante para mí: descubrí la literatura, la injusticia, la ausencia de libertad, la humillación. Había oficiales analfabetos que nos trataban como a animales. Pensaba que mi cuaderno de poemas sería póstumo. Afortunadamente, salí vivo. Traumatizado, pero con muchas ganas de escribir. El libro muestra lo que sufrí".
Malika Embarek afirma que la novela se aleja del habitual tono poético de este autor "habituado a dar la voz en primera persona a locos y mujeres", para buscar un registro más personal. Según la escritora y traductora, el verdadero protagonista de la última novela del ganador del Premio Goncourt 1987 (con La noche sagrada) es Tánger, o mejor, "el amor por Tánger que desprenden sus espléndidas descripciones de la ciudad".
Igual que Alí, el abandonado por El último amigo, Ben Jelloun nació en Fez, ciudad tradicional y espiritual, y viajó de niño a Tánger para estudiar en el Liceo francés. Hoy, vive seis meses en esa villa del norte de Marruecos y otros seis en París: "Tánger siempre ha sido un lugar muy novelesco y ha inspirado a poetas, músicos y aventureros", dice. "Es una ciudad de frontera, muy cosmopolita, la puerta de África y la ventana a Europa, y su pasado internacional le da un aura y una atmósfera de modernidad opuesta, por ejemplo, a la de Casablanca".
¿Serán parecidas algún día? ¿Podrá Marruecos llegar a la democracia plena? Tahar Ben Jelloun pide tiempo para Marruecos: "Estamos viviendo un proceso de democratización inédito. Las víctimas de la represión de Hassan II están contando en televisión lo que pasó. Y somos el único país árabe donde sucede esto. Ahora hay que cambiar la mentalidad de la sociedad para extender los derechos humanos y mejorar la condición de las mujeres. ¡Las mujeres son las que empujan de verdad! Y hay cientos de organizaciones, muy valientes y dirigidas por gente como Fatema Mernissi, que están ayudando a que ese cambio sea más rápido".
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